Óscar Emilio León Simosa, conocido mundialmente como “El Faraón de la Salsa”, es una leyenda viva de la música latina.
A sus 81 años, sigue siendo un ícono indiscutible que ha marcado generaciones con su talento, carisma y ese inconfundible bigote que lo distingue.
Sin embargo, detrás de los éxitos y la fama, se esconde una historia personal compleja y profunda, que pocas veces se ha contado con tanta sinceridad como en su reciente confesión sobre sus 24 hijos y la verdad sobre su padre biológico.
Óscar de León nació el 11 de julio de 1943 en Antímano, un barrio humilde al oeste de Caracas, Venezuela.
Hijo único de Carmen Dionisia Simosa y Justo León, un albañil recto pero con problemas de alcoholismo, Óscar creció en un ambiente donde la música y la fiesta eran el refugio frente a la pobreza.
Su madre vendía arepas y en casa nunca faltaba la música de Benny Moré, La Sonora Matancera y la Orquesta Aragón, influencias que marcarían para siempre su estilo afrocubano y su pasión por la salsa.
De niño, dormía en una caja de cartón sobre un piso de tierra, pero la alegría y la música llenaban su hogar.
Aunque le costaba concentrarse en los estudios, su talento musical y su amor por el béisbol capturaban toda su atención.
Desde pequeño, mostró una inclinación natural hacia la percusión y el ritmo, usando objetos cotidianos para crear sonidos y practicar.
A lo largo de su vida, Óscar se preguntó quién era realmente su padre biológico.
Aunque Justo León fue el hombre que lo crió, Óscar notaba que no compartían rasgos físicos ni gestos.
Su padre era de tez clara y bajo de estatura, mientras que Óscar era mucho más alto, moreno y con características muy diferentes.
Además, había un vecino del barrio, Florentino Padrón, que se parecía mucho a él y compartía su manera de cantar y bailar.
La verdad, que nunca fue revelada abiertamente por sus padres, es que Óscar fue concebido en medio de una infidelidad, un romance fugaz entre su madre y Florentino.
Esta realidad incómoda fue un secreto guardado celosamente, aunque Óscar siempre ha tenido palabras de respeto y cariño para ambos hombres, considerándose afortunado por tener “dos padres”: uno que lo engendró y otro que lo crió.
Florentino Padrón, aunque ausente durante gran parte de la vida de Óscar, dejó una huella importante en su obra musical.
Fue compositor de varias canciones que Óscar interpretó, incluyendo éxitos como “María” y “Hechicera”, temas que reflejan la influencia artística de su padre biológico en su carrera.
Justo León, el hombre que lo crió, fue una figura fundamental en la vida de Óscar.
A pesar de sus diferencias y de la verdad oculta, Óscar siempre mostró un profundo amor y respeto hacia él.
En una emotiva anécdota, le compró una finca con vista al mar y un chivito bebé como regalo, que terminó siendo una tragedia cuando el animal accidentalmente mató a Justo.
La muerte de Justo León fue un golpe duro para Óscar, quien no ha dudado en expresar su dolor públicamente, incluso llorando al cantar canciones dedicadas a su padre adoptivo.
La relación entre ambos fue un pilar en la vida del sonero, y su legado está marcado por ese amor filial que trascendió las circunstancias.
Uno de los aspectos más sorprendentes y poco conocidos de la vida de Óscar de León es la cantidad de hijos que tiene: 24 en total.
Esta cifra ha sido objeto de rumores y chistes a lo largo del tiempo, pero el propio artista la ha confirmado con sinceridad, aunque con cierta resignación.
Óscar admite que no conoce a todos sus hijos ni mantiene contacto con la mayoría.
La responsabilidad, según él, recae en las madres que guardan secretos o circunstancias que impiden el acercamiento.
Reconoce que le gustaría poder verlos a todos y establecer una relación más cercana, pero la realidad es que solo conoce a la mitad y mantiene contacto con algunos pocos.
Entre sus hijos, cinco se han dedicado a la música, siguiendo así el legado paterno.
Destacan Richard, el mayor, que pasó de ser corista a encargado de labores administrativas, y Jorman, quien mostró un gran talento para la percusión y el baile, aunque su carrera no despegó del todo.
Otro hijo, Jimmy Antonio Oropes Donis, conocido como Jimmy “El León”, también siguió el camino musical, pero nunca fue reconocido oficialmente por Óscar, lo que ha dejado una herida emocional profunda.
La familia de Óscar de León es amplia y diversa, y no exenta de conflictos.
Algunos hijos reconocidos tienen poca comunicación con él, y existen tensiones especialmente con la madrastra, Zoraida, quien también es su esposa y manager.
Esta situación ha complicado las relaciones familiares y ha generado distanciamientos.
A pesar de ello, Óscar mantiene un sentido de orgullo por sus hijos y nietos, incluso si las relaciones son difíciles.
Su nieto, por ejemplo, ha tenido éxito en la música y se presenta orgulloso como descendiente del “Faraón de la Salsa”.
Óscar de León es consciente de que su vida personal es tan compleja como su carrera artística.
Ha repetido patrones familiares, manteniendo secretos y esquivando ciertas verdades, pero siempre ha mostrado un corazón grande y un profundo amor por su familia, aunque este amor no siempre haya podido expresarse plenamente.
En sus palabras, se refleja un hombre que ha vivido intensamente, con triunfos y dolores, pero que siempre ha buscado la verdad y la reconciliación.
Su legado musical es indiscutible, y su historia personal añade una dimensión humana que lo hace aún más cercano y real para sus seguidores.
Óscar de León no solo es un gigante de la salsa por su talento y trayectoria, sino también por la complejidad de su vida familiar.
Sus 24 hijos, la incógnita sobre su padre biológico y las relaciones complicadas que ha tenido son parte de la historia de un hombre que ha sabido enfrentar la vida con pasión, música y sinceridad.
Esta confesión abre una ventana a su mundo privado, mostrando que detrás del artista hay un ser humano con sueños, heridas y un amor profundo por su familia.
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