Borges a Gardel

La verdad oculta tras el odio de Borges a Gardel

Jorge Luis Borges y Carlos Gardel son dos íconos culturales argentinos cuya relación ha sido objeto de fascinación y polémica, especialmente por la conocida aversión del escritor hacia el célebre cantante de tango.

La figura de Borges, uno de los escritores más importantes y respetados de la literatura universal, siempre ha sido caracterizada por su refinamiento intelectual, su amor hacia la cultura anglosajona y una actitud crítica hacia la cultura popular argentina, especialmente hacia el tango, al que solía considerar vulgar o poco refinado.

En este contexto, su percepción sobre Carlos Gardel, uno de los máximos exponentes del tango argentino y una figura idolatrada popularmente, se convirtió en un claro ejemplo de sus prejuicios culturales y sociales.

Aunque Gardel era admirado por su talento vocal, carisma y profunda conexión emocional con el público, Borges veía en él la encarnación de una cultura que consideraba excesivamente sentimental, populista y alejada de sus ideales estéticos y literarios.

La aversión de Borges hacia Gardel no era necesariamente personal; más bien, estaba profundamente arraigada en su actitud hacia el tango en general, un género musical que él definía como una expresión superficial y cargada de dramatismo exagerado.

Para Borges, el tango representaba una idealización nostálgica y manipuladora del barrio y del pasado, elementos que no concordaban con su visión intelectualizada y sobria de la literatura y del arte.

Además, Borges sentía que el éxito masivo de Gardel contribuía a perpetuar estereotipos sobre la cultura argentina, limitando la imagen del país en el exterior a clichés folclóricos y melodramáticos.

En varias ocasiones, expresó públicamente su desacuerdo con la idolatría popular hacia el cantante, afirmando que dicha veneración contribuía a reforzar una versión distorsionada y simplista de la identidad argentina.

Borges contra Gardel (Historias de unos minutos) - YouTube

Un aspecto interesante en la postura de Borges es que, aunque criticaba ferozmente la figura de Gardel, reconocía implícitamente su enorme impacto cultural y popularidad, mostrando cierta contradicción al admitir indirectamente el poder emocional y comunicativo del cantante.

En varias entrevistas y artículos, Borges incluso confesó haber sido sorprendido por la dimensión del culto a Gardel después de su trágica muerte en 1935, aunque seguía mostrando desconcierto ante tal fenómeno social.

La hostilidad intelectual del escritor hacia el cantante también puede explicarse por razones personales y sociales.

Borges, quien provenía de una familia acomodada y había recibido una educación europea y cosmopolita, podría haber sentido rechazo hacia la figura popular y humilde de Gardel, cuya fama provenía del ambiente marginal y humilde de los suburbios porteños.

Esta oposición entre lo popular y lo intelectual, entre lo emocional y lo racional, es central en la actitud de Borges frente a Gardel.

Borges, un escritor profundamente racional y filosófico, encontraba en la popularidad de Gardel una amenaza para los valores estéticos que defendía, basados en la sobriedad y el refinamiento cultural.

Para Borges, Gardel simbolizaba todo aquello que él consideraba “equivocado” o “banal” en la cultura argentina.

Un entresueño con Gardel y Borges - LoQueSomos

Sin embargo, esta posición crítica del escritor hacia Gardel y el tango no impidió que Borges explorara profundamente el género en varias de sus obras literarias, donde, paradójicamente, refleja con profundidad y sensibilidad aspectos fundamentales del tango.

Relatos como “Hombre de la esquina rosada” y poemas como “El tango” demuestran que, aunque despreciaba públicamente el tango popularizado por Gardel, Borges no podía evitar cierta fascinación por el género, explorándolo desde una perspectiva filosófica y existencial.

Con el paso del tiempo, la polémica relación entre Borges y Gardel se ha convertido en un símbolo de las tensiones culturales y sociales dentro de Argentina.

Borges, representante del refinamiento intelectual y Gardel, símbolo de la cultura popular y masiva, continúan siendo puntos de referencia fundamentales para entender la compleja identidad argentina.

En conclusión, aunque Borges expresó constantemente su rechazo hacia Carlos Gardel, considerándolo la encarnación de una cultura que criticaba, su actitud revela profundas contradicciones internas.

Borges admiraba indirectamente el poder que Gardel tenía para movilizar emociones y masas, aun cuando su formación intelectual le impedía aceptarlo públicamente.

Esta compleja relación ha hecho que ambos, Borges y Gardel, sigan siendo figuras imprescindibles en cualquier reflexión profunda sobre la cultura argentina y sus múltiples facetas.

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