¿Quiénes son y por qué EU quiere a estos 29 narcos mexicanos?
Estados Unidos ha intensificado su lucha contra el narcotráfico internacional con una lista contundente: 29 narcotraficantes mexicanos son ahora objetivo prioritario del gobierno estadounidense.
El Departamento del Tesoro y otras agencias federales han publicado los nombres y cargos de estos individuos, a quienes acusan de formar parte de redes criminales responsables de inundar las calles estadounidenses con fentanilo, metanfetaminas, heroína y cocaína.
La preocupación no es nueva, pero la dimensión del problema y el nivel de violencia vinculada a estas redes ha hecho que Washington pase a la ofensiva.
Los 29 narcotraficantes no pertenecen a un solo cártel.
Están vinculados principalmente al Cártel de Sinaloa, al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y a otras células emergentes que operan de forma independiente, pero que en conjunto conforman un aparato criminal extremadamente poderoso.
Entre los nombres más destacados figuran miembros de “Los Chapitos”, operadores financieros, traficantes de precursores químicos, jefes de plaza y enlaces internacionales que se encargan del tráfico de drogas desde México hasta Asia, Europa y, sobre todo, Estados Unidos.
Uno de los más buscados es Iván Archivaldo Guzmán Salazar, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Junto a sus hermanos Jesús Alfredo y Ovidio Guzmán, ha sido identificado como uno de los principales responsables de la producción y distribución de fentanilo hacia Estados Unidos.
El gobierno norteamericano ha ofrecido recompensas millonarias por información que conduzca a su captura, señalando que los Guzmán han construido laboratorios clandestinos en Sinaloa y otras regiones donde se fabrican toneladas de droga sintética.
Estas sustancias son luego traficadas a través de la frontera por rutas ya establecidas, muchas veces con apoyo de redes de lavado de dinero y corrupción institucional.
El fentanilo es la principal preocupación del gobierno de Joe Biden.
Se trata de una droga sintética 50 veces más potente que la heroína, y su consumo ha provocado una epidemia de sobredosis sin precedentes.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), más de 100,000 personas murieron por sobredosis en Estados Unidos en el último año, y una gran parte de esas muertes están vinculadas al fentanilo de origen mexicano.
De ahí la presión para desmantelar las redes de producción y distribución.
Pero los Guzmán no son los únicos en la lista.
También se encuentran operadores del CJNG, liderado por Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”.
Aunque “El Mencho” lleva años prófugo y es considerado uno de los capos más violentos y evasivos del continente, sus lugartenientes siguen activos.
Entre ellos se encuentran figuras como Juan Carlos Valencia González, identificado como el hijastro de Oseguera y pieza clave en la exportación de drogas.
Otros miembros de alto nivel incluyen jefes de seguridad, proveedores de armas y distribuidores encargados de mover los cargamentos a través de la frontera.
La acusación contra estos 29 personajes no solo se basa en el tráfico de drogas.
Muchos de ellos están vinculados con homicidios, secuestros, extorsiones, tráfico de armas, lavado de dinero y corrupción a gran escala.
Estados Unidos ha documentado conexiones entre estos individuos y redes en Colombia, China, Serbia, Turquía y otros países que forman parte de una cadena global de suministro criminal.
Washington ha solicitado en múltiples ocasiones la colaboración del gobierno mexicano para la detención y extradición de estos objetivos.
Sin embargo, los resultados han sido mixtos.
Algunos como Ovidio Guzmán han sido capturados, pero luego liberados o puestos en procesos judiciales que se extienden durante años.
La extradición suele ser un proceso largo, afectado por decisiones judiciales, conflictos diplomáticos y, en muchos casos, amenazas a jueces o testigos.
Uno de los problemas más serios que enfrenta esta ofensiva es la capacidad de regeneración de los cárteles.
Aunque un capo sea arrestado o abatido, su lugar es rápidamente ocupado por otro.
En muchos casos, las estructuras criminales funcionan como corporaciones descentralizadas, con distintos niveles de liderazgo y autonomía.
Por eso, los expertos en seguridad advierten que la captura de estos 29 narcos, aunque importante, no solucionará el problema de fondo si no se ataca también la base social y económica que permite su existencia.
En este sentido, el gobierno estadounidense ha presionado para que México implemente reformas en seguridad, mejore el control fronterizo y actúe con mayor firmeza contra la corrupción.
Además, han incrementado las acciones conjuntas a través de la Iniciativa Bicentenario, un acuerdo bilateral de cooperación en materia de seguridad.
Gracias a este marco, se han logrado decomisos significativos de fentanilo, arrestos de operadores clave y el desmantelamiento de laboratorios.
Sin embargo, la magnitud del problema exige más coordinación, inteligencia y voluntad política.
La publicación de esta lista también tiene un mensaje simbólico: Estados Unidos quiere demostrar que no permitirá que los cárteles mexicanos sigan operando con impunidad.
Al colocar a estos 29 individuos en la mira, lanza una advertencia clara tanto a los delincuentes como a las autoridades mexicanas.
Es una señal de que la paciencia se agota y de que habrá consecuencias económicas, políticas y diplomáticas si no se actúa con rapidez.
A pesar de ello, algunos sectores en México han criticado esta postura, argumentando que se trata de una forma de presión unilateral que no respeta la soberanía nacional.
También se cuestiona por qué no se hace lo mismo con los distribuidores, financieros y consumidores dentro del propio Estados Unidos, quienes también forman parte esencial de la cadena del narcotráfico.
Los cárteles mexicanos, dicen los críticos, existen en parte porque hay una demanda insaciable al norte del Río Bravo.
En los próximos meses se espera que las acciones se intensifiquen.
Las agencias estadounidenses han aumentado el presupuesto para combatir el tráfico de drogas y han solicitado mayor cooperación internacional para rastrear bienes, congelar cuentas bancarias y capturar a los miembros de esta lista.
Mientras tanto, en México, la situación sigue siendo compleja.
La captura de estos 29 narcos no será sencilla.
Algunos están fuertemente protegidos por redes criminales, otros viven ocultos en zonas montañosas y muchos más operan bajo identidades falsas.
Lo cierto es que esta nueva lista marca un momento decisivo en la relación bilateral en materia de seguridad.
Los nombres ya están sobre la mesa.
Ahora falta ver si se pasará de las palabras a los hechos.
Porque en esta guerra, cada minuto cuenta y cada decisión puede cambiar el destino de miles de vidas a ambos lados de la frontera.