⚡ “No era un monstruo… era un hombre caído”: el testigo inesperado revela lo que vio aquel mediodía trágico 🤯🏚️

🕳️ “Lo que escuché antes de encontrarlo aún me persigue”: el relato más crudo sobre los últimos segundos de Escobar 😨📜

 

El testigo, que entonces tenía apenas 12 años, vivía a pocos metros de la casa donde Pablo Escobar pasó sus últimas horas.

Narcos w realu. Prawdziwa historia Pablo Escobara – Wprost

Era un niño inquieto, acostumbrado al sonido de los helicópteros y los rumores que recorrían el barrio como un viento electrificado.

Sin embargo, aquella tarde, algo distinto flotaba en el aire.

Él lo describe como una presión extraña, un ambiente cargado que parecía anticipar una ruptura invisible.

No sabía por qué, pero sintió curiosidad, una que lo empujó a subir las escaleras exteriores sin entender que estaba caminando hacia la escena más impactante de su vida.

Cuenta que lo primero que escuchó fue un golpe seco, no un disparo —eso vino después— sino un ruido que él asoció con alguien tropezando.

Ese sonido todavía lo persigue.

Mitos y verdades de Pablo Escobar Gaviria - Revista Anfibia

Cuando subió a la terraza, su corazón infantil latía con un miedo que no tenía nombre.

Y entonces lo vio: el hombre más buscado de Colombia tendido en el suelo, su cuerpo inmóvil, su respiración ya inexistente.

Lo que más le impactó no fue la sangre ni el caos, sino la quietud absoluta.

“Era como si el tiempo se hubiera detenido solo para él”, recuerda.

El niño no gritó.

No corrió.

Se quedó allí congelado, procesando algo que ningún ser humano —y menos un niño— debería ver.

A pesar de que la versión oficial aseguró que la policía llegó primero, él sostiene que hubo unos segundos, muy breves pero muy reales, en los que estuvo solo frente al cuerpo.

Lo miró a los ojos, no por morbo, sino porque no podía entender cómo alguien tan temido podía verse tan frágil.

Esa fragilidad es la imagen que jamás ha podido sacarse de la mente.

Minutos después, los disparos comenzaron a retumbar alrededor.

El niño se agachó instintivamente, sintiendo cómo la adrenalina le hacía temblar las manos.

Afirma que algunos sonidos no provenían de la terraza, sino de otras posiciones, como si se estuviera construyendo una escena antes de que llegaran las cámaras.

Él no sabía lo que significaba, pero lo recuerda con claridad: el caos empezó después de que Escobar ya estaba tendido.

No antes.

En su relato aparece también un detalle inquietante: un murmullo que escuchó justo antes de subir.

Pablo Escobar: Películas, biografía y listas en MUBI

No sabe si fueron voces de policías, vecinos o hombres armados.

Lo único que tiene claro es que alguien dijo “ya cayó”.

Esa frase, corta y helada, marcó el inicio de su miedo permanente.

Nunca la olvidó porque no era un grito de euforia ni de éxito; sonaba más a confirmación, como si quienes hablaban ya supieran lo que iba a encontrar.

Cuando las fuerzas oficiales irrumpieron en la terraza, lo empujaron a un lado sin siquiera mirarlo.

Él quedó atrapado detrás de una baranda, observando cómo el cuerpo era fotografiado, acomodado y rodeado por figuras que parecían actuar siguiendo un guion predeterminado.

La escena se transformó en un espectáculo improvisado, uno que él no comprendía pero intuía que no era tan espontáneo como se contaría después.

Durante años, trató de hablar.

Lo intentó con periodistas, con autoridades, incluso con familiares; pero nadie lo tomó en serio.

“Era un niño que fantaseaba”, decían.

Así aprendió a callar.

Pero el silencio se convirtió en un peso insoportable, especialmente cuando veía documentales y libros que narraban la caída de Escobar sin mencionar ese instante previo, ese vacío, ese primer encuentro que él vivió en absoluta soledad.

Hoy, a tres décadas de aquel día, afirma que no busca fama ni atención.

Solo quiere que se escuche la parte humana de la historia, la que quedó enterrada entre versiones oficiales.

Habla con voz temblorosa, pero firme.

“No era el monstruo que pintaban en ese momento”, dice.

“Era un hombre muerto.

Y yo fui el primero en verlo.

Eso cambia todo.

El relato del niño —hoy convertido en adulto— no pretende reescribir la historia, pero sí iluminar un ángulo que nadie quiso mirar.

Su testimonio pone sobre la mesa preguntas incómodas: ¿qué ocurrió exactamente antes de que los disparos resonaran? ¿Quiénes estuvieron realmente allí? ¿Por qué la escena parecía tan controlada cuando llegó la policía? Él no tiene respuestas, solo recuerdos.

Recuerdos que ha cargado como un secreto deformado por el miedo y el tiempo.

Lo más impactante, sin embargo, no es lo que vio, sino lo que sintió.

Ese momento en el que miró el cuerpo y entendió, sin comprenderlo del todo, que había sido testigo de algo que marcaría para siempre a un país entero.

Él se quedó paralizado, atrapado entre la inocencia y el horror, mientras el mundo se preparaba para escribir versiones que jamás incluirían su presencia.

Hoy, por fin, su voz sale del rincón donde estuvo guardada.

Y con ella, emerge una verdad incómoda: la historia de Pablo Escobar no terminó con disparos, ni con gritos, ni con gloria.

Terminó con un niño que, sin quererlo, vio el final antes que nadie.

Un niño que cargó ese último segundo durante treinta años… hasta que por fin decidió contarlo.

 

Related Posts

Our Privacy policy

https://colombia24h.com - © 2025 News