💥 “Un silencio de 31 años: el testigo que movió el cuerpo de Escobar y enterró la verdad con sus propias manos” ⚰️⚡

🎬 “El último secreto del patrón: el hombre que escondió el cadáver y vivió tres décadas huyendo de su propia sombra” 😱🔫

 

La muerte de Pablo Escobar el 2 de diciembre de 1993 marcó el final de una era de terror, explosiones, secuestros, asesinatos y caos nacional.

La muerte del capo narco Pablo Escobar: 24 horas con el cadáver |  canal26.com

Las fotografías del capo tendido sobre un tejado en Medellín dieron la vuelta al mundo y cerraron, al menos simbólicamente, uno de los capítulos más oscuros de América Latina.

Pero lo que nunca se contó —no al menos con toda su crudeza— es que hubo un hombre que no solo presenció el desenlace, sino que tuvo en sus manos el cuerpo del narco antes de que llegara la prensa, los informes oficiales y la versión pulida para la historia.

Ese hombre, conocido hoy solo por su nombre de guerra para protegerlo, se mantuvo oculto durante 31 años.

Vivió entre el miedo, la culpa y un silencio que lo perseguía incluso en sueños.

Sabía que hablar significaba exponerse a enemigos que aún respiran, a facciones del antiguo cartel que prefieren que ciertas verdades se mantengan enterradas, y a instituciones que jamás admitirían errores en el relato del “final perfecto” del Patrón.

LA TUMBA DE Pablo Escobar - YouTube

Su historia comienza minutos después del operativo que acabó con la vida de Escobar.

Mientras el techo aún crujía, mientras el olor a pólvora flotaba en el aire, mientras los radios gritaban códigos enloquecidos, él fue uno de los primeros en subir al lugar.

Lo que vio lo marcó para siempre: el cuerpo del capo en una posición que, según él, no coincide con las fotos oficiales.

Afirma que Escobar no cayó boca abajo de inmediato y que, de hecho, aún respiraba débilmente cuando lo encontraron.

Una respiración corta, quebrada, como el último estertor de un hombre que había vivido al borde del abismo.

El testigo asegura que recibió la orden directa de mover el cuerpo para alejarlo del filo del techo.

No para protegerlo a él, sino para proteger la imagen que debía transmitirse al mundo.

Según su relato, varios agentes discutían acaloradamente sobre qué hacer, conscientes de que cada detalle sería analizado por décadas.

La caída oficial tenía que ser clara, contundente, irrefutable.

Sin embargo, aquel cuerpo aún tibio, aquel rostro que parecía luchar por un instante más de vida, no encajaba con la narrativa que se buscaba.

A partir de ahí comienza la parte más oscura de su confesión.

Él mismo cargó con el cadáver de Escobar durante unos segundos que se sintieron eternos.

Dice que el peso del cuerpo, empapado de sudor y sangre, era diferente al de un cadáver frío.

Y por primera vez en 31 años lo admite: “Pablo no estaba muerto cuando lo tocamos.

” Un silencio brutal cayó sobre la habitación donde declaró estas palabras.

No era un gesto de gloria ni de morbo; era la confesión de un hombre que había pasado décadas pensando si debía contar lo que vio.

Asegura que, tras mover el cuerpo, aparecieron figuras de alto rango que ordenaron reorganizar la escena.

2 de diciembre: se cumplen 31 años de la muerte de Pablo Escobar

El cadáver debía quedar en un lugar específico, bajo un ángulo preciso, con una postura que transmitiera el mensaje político y simbólico del momento: Escobar había sido vencido con contundencia.

Él, aún tembloroso, obedeció sin cuestionar.

Sabía que en esos escenarios no se preguntaba: se cumplía.

El traslado al comando policial fue otro episodio que lo persiguió por años.

Según narra, dentro del vehículo, la atmósfera era tensa y contradictoria.

Algunos agentes hacían bromas nerviosas, otros guardaban silencio absoluto.

Él, sentado junto al cuerpo, sintió algo que todavía hoy no sabe describir: miedo, alivio, culpa, o todo junto.

Lo único que recuerda con claridad es la mirada de Escobar, ya sin vida, pero aún con una expresión que parecía estar observándolo.

Esa imagen, dice, lo acompañó durante tres décadas como una condena silenciosa.

Las revelaciones del hombre que pasó 24 horas con el cuerpo de Pablo Escobar  | Noticias

Lo más perturbador de su relato es cuando habla del momento en que entregaron el cuerpo a los encargados de tomar las fotografías oficiales.

Según él, hubo discusiones sobre cuál sería la imagen final, qué versión sería enviada a la prensa y cómo se redactaría el comunicado.

La muerte de Escobar no era solo un hecho policial: era un acto político.

Y él había sido testigo directo de los minutos de desorden y pánico que jamás llegaron al público.

Pero ¿por qué decidió hablar ahora? El hombre confiesa que calló por miedo, pero también por respeto.

Temía represalias tanto de antiguos miembros del cartel como de sectores institucionales.

Sin embargo, después de 31 años, siente que cargar con ese secreto lo estaba destruyendo.

Dice que ya no busca protección ni protagonismo.

Solo quiere que se sepa la verdad: que la historia no fue tan limpia, tan certera, tan exacta como se contó.

Afirma también que el operativo no fue tan perfecto como se narró oficialmente.

Hubo errores, improvisaciones y decisiones tomadas sobre la marcha.

Y aunque él mismo reconoce que Escobar estaba condenado desde el momento en que lo rodearon, insiste en que la escena final fue alterada.

“No para mentir —dice— sino para cerrar un capítulo que tenía que terminar.

Lo más inquietante es que su confesión no contradice radicalmente la versión oficial, sino que la ensombrece.

La humaniza.

La vuelve más caótica, más real, menos cinematográfica.

Revela que la caída del narcotraficante más buscado del mundo no fue una escena gloriosa, sino una mezcla de tensión, miedo y decisiones turbias tomadas a toda prisa.

Hoy, su testimonio reabre un debate que muchos creían cerrado.

Y mientras Colombia procesa estas nuevas revelaciones, el hombre que cargó el cuerpo de Pablo Escobar respira, por primera vez, sin el peso de un secreto que lo acompañó durante 31 años.

Porque algunos cadáveres se entierran una sola vez.


Pero algunas verdades, como la que él guardó, se entierran cada día… hasta que deciden salir.

 

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