💔 La trágica muerte de Pernell Roberts y su hijo: una historia marcada por el dolor
Pernell Roberts alcanzó la cima del éxito televisivo en la década de los 60 gracias a su papel como Adam Cartwright en la legendaria serie Bonanza.
Su talento, presencia imponente y voz firme lo convirtieron en uno de los actores más respetados de su generación.
Pero detrás del ídolo, había un hombre profundamente complejo, reservado y marcado por pérdidas que lo acompañaron hasta sus últimos días.
La tragedia más devastadora que enfrentó en su vida ocurrió en 1989, cuando su único hijo, Chris Roberts, murió en un terrible accidente automovilístico.
Tenía apenas 38 años.
La noticia cayó como un mazazo sobre la vida del actor, quien desde ese momento se encerró en sí mismo y prácticamente desapareció del ojo público.
Según personas cercanas, la relación entre padre e hijo había sido fuerte, aunque complicada por los compromisos laborales de Pernell en sus años de fama.
Aun así, Chris era su mayor orgullo.
El accidente que le costó la vida a Chris fue tan inesperado como devastador.
Viajaba solo por una carretera de California cuando perdió el control del vehículo.
Las causas nunca fueron esclarecidas del todo, pero se presume que fue un error humano sumado a las condiciones del camino.
Lo que sí quedó claro fue el impacto emocional irreversible que esto provocó en Pernell.
Desde entonces, ya no fue el mismo.
Roberts, que ya había dado señales de querer alejarse de Hollywood mucho antes del accidente, se retiró casi por completo.
Su dolor era tan profundo que, en entrevistas posteriores, apenas podía hablar del tema sin quebrarse.
En una de sus últimas apariciones públicas, declaró con voz apagada: “Ningún padre debería enterrar a su hijo.
Nunca se supera.
Solo aprendes a respirar con esa herida abierta”.
Durante años, vivió en semi-retiro, alejado del espectáculo y refugiado en una vida discreta en California.
Aunque ocasionalmente participaba en eventos o documentales sobre Bonanza, evitaba cualquier exposición personal.
Las pérdidas, especialmente la de Chris, lo habían transformado por completo.
Muchos colegas señalaron que Roberts se volvió aún más introspectivo, menos comunicativo y más consciente de su mortalidad.
La segunda parte de esta doble tragedia llegó el 24 de enero de 2010, cuando Pernell Roberts falleció a los 81 años tras una larga batalla contra el cáncer de páncreas.
Murió en su hogar, acompañado por su esposa Eleanor Criswell, con quien había encontrado cierta paz en sus últimos años.
A pesar del dolor que lo marcó, Roberts enfrentó su enfermedad con entereza, sabiendo que pronto se reuniría con su hijo.
Lo más triste de esta historia no es solo la pérdida de dos vidas, sino cómo el dolor silencioso puede acompañar a una persona hasta el final.
Roberts, que en su juventud fue un rebelde de pensamiento libre y un artista apasionado, terminó sus días como un hombre dolido, reflexivo y, según quienes lo conocieron, profundamente marcado por la ausencia de Chris.
Hoy, muchos fans recuerdan a Pernell Roberts por su legado artístico.
Pero detrás del actor estaba un padre que nunca se recuperó de la pérdida de su hijo.
Una figura fuerte en pantalla, pero frágil en lo más íntimo.
Su historia no solo es la de una estrella que brilló en la televisión… es también la de un hombre que vivió y murió con una herida imposible de cerrar.
La muerte de Pernell y Chris Roberts sigue siendo un recordatorio brutal de que el éxito no inmuniza contra la tragedia.
Y que incluso las estrellas más grandes del entretenimiento arrastran cicatrices que ni la fama ni el tiempo logran borrar.