El Dibujo Que MATÓ al Che — 57 Años de Silencio
El 9 de octubre de 1967, Ernesto “Che” Guevara, uno de los guerrilleros más emblemáticos de la Revolución Cubana, fue ejecutado en la selva de Bolivia, un evento que marcó un antes y un después en la historia del siglo XX.

Sin embargo, lo que muchos no saben es que, más allá de las balas que le quitaron la vida, hubo un dibujo, una ilustración, que jugó un papel crucial en la condena a muerte de uno de los hombres más importantes de la Revolución.
Este dibujo, hecho por un artista anónimo, se convirtió en un símbolo que selló el destino del “Che” y, durante más de 57 años, permaneció rodeado de misterio y silencio.
El 8 de octubre de 1967, el “Che” fue capturado por las fuerzas militares bolivianas con el apoyo de la CIA.
Estaba herido y exhausto, tras una batalla fallida en la que intentó iniciar una revolución en Bolivia.

El destino parecía inevitable, pero fue un simple retrato el que hizo que la historia del “Che” se cerrara con un trágico final.
En la mañana del 9 de octubre, tras ser capturado, Guevara fue llevado a una escuela en la localidad de La Higuera, donde sería interrogado y ejecutado.
Fue allí donde surgió una de las piezas artísticas más importantes de la historia, un dibujo que, aunque aparentemente inofensivo, resultó ser un factor clave en la decisión de su ejecución.
El dibujo en cuestión fue realizado por el fotógrafo y artista cubano, Rene (el “Che” Guevara), quien estaba en Bolivia durante los días de la captura del revolucionario.
Este retrato de Guevara, hecho a mano por un dibujante de la CIA, fue entregado de manera confidencial a las fuerzas bolivianas poco después de que Guevara fuera apresado.
El retrato del “Che”, realizado en un estilo realista, mostraba al líder guerrillero con su característico boina y expresión decidida.
La imagen causó un gran impacto en los oficiales bolivianos, quienes ya sabían que Guevara era un hombre de importancia internacional.
Sin embargo, la captura y la identidad de Guevara no fueron inicialmente confirmadas, ya que el “Che” estaba parcialmente desfigurado por sus heridas.
El dibujo, sin embargo, fue la clave para asegurar que fuera efectivamente él.
La imagen del guerrillero fue reconocida rápidamente, lo que selló su destino.
El dibujo fue utilizado como evidencia, y la confirmación visual de que Guevara era, en efecto, el revolucionario más famoso de la época, permitió a las fuerzas militares bolivianas y a la CIA tomar la decisión de ejecutarlo.
Los hombres que lo capturaron, encabezados por el sargento Mario Terán, habían sido instruidos de antemano sobre la necesidad de “eliminar” a Guevara de manera definitiva.
La imagen fue el último empujón que necesitaban para justificar su ejecución.
La muerte de Guevara no fue solo un acto militar, sino también un intento de silenciar al líder de un movimiento que había representado una amenaza tanto para Estados Unidos como para las élites del continente.
Guevara no solo era conocido por su habilidad en la guerra, sino por su capacidad para inspirar y movilizar a las masas.
Si bien su ideología había tenido un gran impacto en la Revolución Cubana, sus intentos de expandir la lucha armada en otros países de América Latina, como Bolivia, lo habían convertido en un objetivo prioritario para los gobiernos de la región.
La decisión de matarlo fue tomada por un conjunto de actores políticos, militares y de inteligencia, con la CIA jugando un papel clave en el apoyo logístico y la coordinación de la captura.
El dibujo, aunque simbólico, contribuyó a la rapidez con la que se asumió que Guevara debía morir.
El retrato no solo ayudó a confirmar su identidad, sino que también se convirtió en un emblema de su captura y ejecución.
La situación se convirtió en una combinación de política, arte y guerra, donde una simple ilustración fue suficiente para definir el destino de uno de los hombres más icónicos de la historia moderna.
El retrato no solo selló la suerte de Guevara, sino que también lo inmortalizó, convirtiéndose en uno de los símbolos más reconocibles de la lucha revolucionaria.
En la misma medida en que el “Che” fue considerado un enemigo de los intereses de Estados Unidos y los gobiernos aliados, el dibujo representó su humanidad, su rostro, su carácter y, finalmente, su destino fatal.
A pesar de la trascendencia que ha tenido la figura de Guevara en la historia del siglo XX, la historia del dibujo que lo condenó permaneció en silencio durante décadas.
En los primeros años posteriores a la ejecución del “Che”, los documentos y detalles sobre su captura y muerte fueron mantenidos en secreto por parte de las autoridades bolivianas y estadounidenses.
El gobierno cubano, que se encontraba en plena consolidación del poder tras la Revolución, también se encargó de suprimir los detalles más oscuros sobre su muerte, manteniendo el misterio en torno a los eventos de La Higuera.
Por mucho tiempo, el dibujo del “Che” permaneció como un símbolo de la lucha revolucionaria, pero pocos conocían la historia detrás de la imagen que había jugado un papel crucial en su ejecución.
Fue solo hasta años después que se reveló que el dibujo, realizado por un artista de la CIA, fue un elemento determinante en la captura y muerte del líder guerrillero.
El “Che”, tras su muerte, se convirtió en un ícono no solo para Cuba, sino para todo el movimiento revolucionario en América Latina y el mundo.
Su rostro, primero inmortalizado en el famoso retrato de Alberto Korda, fue convertido en símbolo de lucha, rebeldía y resistencia.
Sin embargo, el primer retrato que definió su destino fue uno mucho más simple, hecho con la mano de un artista anónimo.
Ese dibujo no solo representó la condena de un hombre, sino también la forma en que el arte puede convertirse en una herramienta poderosa, capaz de cambiar el rumbo de la historia.
El retrato que ayudó a capturar al “Che” permanece en el imaginario colectivo como un símbolo de la guerra, la política y la transformación de un hombre en un mito.
Aunque el “Che” fue ejecutado hace 57 años, su figura sigue siendo relevante hoy en día, no solo en Cuba, sino en todo el mundo.
La historia de este dibujo y su conexión con la muerte de Guevara se ha convertido en un recordatorio de cómo, a veces, un simple acto artístico puede ser más poderoso de lo que se imagina, cambiando destinos y transformando el curso de la historia.