🫢👁️Entre bisturíes, lágrimas y un silencio helado: Frida Sofía le da la espalda a su madre y Alejandra Guzmán queda sola en una habitación blanca 🎬⚰️
El rostro que alguna vez desafió a la industria con tatuajes, botas de cuero y baladas de dolor hoy se esconde tras una sábana de hospital.
Alejandra Guzmán, la “Reina del Rock Mexicano”, ha ingresado nuevamente a tratamiento médico, esta vez por complicaciones relacionadas con sus múltiples cirugías y un sistema inmunológico debilitado.
Los médicos fueron claros: necesita reposo absoluto, atención constante… y compañía.
Pero esa última parte es la que más duele.
Porque quien debería estar a su lado, ya no está.
Y no por olvido, sino por decisión propia.
Frida Sofía, su única hija, ha sido contundente.
En una reciente aparición en redes sociales, escribió sin rodeos: “No quiero saber nada de ella.
Ya no más.
” Una frase corta, pero demoledora.
Y aunque muchos creyeron que era otra de sus explosiones emocionales, esta vez fue diferente.
No hubo insultos.
No hubo escándalo.
Solo frialdad.
Como si algo en Frida se hubiese apagado definitivamente.
Y eso, para Alejandra, fue peor que cualquier grito.
Fuentes cercanas al entorno médico confirman que Alejandra preguntó por su hija apenas recuperó la conciencia tras una intervención.
La respuesta que recibió la dejó en silencio durante horas.
Nadie quiso repetir las palabras exactas, pero fue suficiente para que la cantante se encerrara en su cuarto sin permitir visitas.
El personal médico habla de episodios de llanto silencioso, noches sin dormir, y una carta que escribió de puño y letra… pero que nunca fue enviada.
Esa carta, según una enfermera que pidió no revelar su identidad, contenía disculpas, recuerdos, y una última súplica: “Perdóname por no haber sido la madre que necesitabas.
” La hoja sigue doblada en su mesa de noche.
Y Frida, hasta el momento, no ha mostrado intención alguna de acercarse.
La historia entre madre e hija ha sido pública, intensa y dolorosa.
Acusaciones de abandono, abuso emocional, y un pasado familiar lleno de heridas sin cerrar.
Alejandra intentó reconciliaciones públicas, declaraciones televisivas, hasta conciertos con mensajes ocultos dirigidos a su hija.
Pero nada pareció funcionar.
Y ahora, en el momento más vulnerable de su vida, la distancia entre ambas no es solo física: es abismal.
Amigos del medio, como Paulina Rubio y Gloria Trevi, han mostrado apoyo indirecto a Alejandra, compartiendo mensajes sobre “la importancia del perdón”.
Pero Frida no responde.
No cede.
No olvida.
Para ella, las heridas son demasiado profundas.
Mientras tanto, Alejandra Guzmán enfrenta más que un problema de salud.
Enfrenta su reflejo.
El peso de sus decisiones pasadas.
La ausencia de su sangre.
El eco de su voz en una habitación donde ya no hay quien la escuche.
Ha cancelado toda actividad pública, incluidos conciertos, entrevistas y grabaciones.
Los médicos dicen que el cuerpo puede recuperarse… pero el alma necesita más que medicinas.
Y así, la mujer que cantó “Hacer el amor con otro” y “Eternamente bella” hoy canta solo para sí misma, entre cuatro paredes blancas, rodeada de máquinas, pastillas… y un silencio que retumba más que cualquier ovación.
Frida ya no la perdona.
Y puede que nunca lo haga.
La pregunta es: ¿podrá Alejandra perdonarse a sí misma antes de que sea demasiado tarde?
