🚘💰Así vive Doña Cuquita tras la era Vicente Fernández: propiedades millonarias y una colección de autos que sorprende
Desde la muerte de Vicente Fernández en 2021, la figura de Doña Cuquita ha estado envuelta en un halo de respeto, nostalgia y admiración.
Durante años fue considerada la silenciosa compañera del “Charro de Huentitán”, dedicada al hogar y a la familia.
Pero el 2025 marca un antes y un después: lejos de replegarse, Doña Cuquita ha renacido en un estilo de vida que deslumbra tanto como intriga.
Lo primero que ha captado la atención del público son sus propiedades.
A pesar de haber vivido durante décadas en el Rancho Los Tres Potrillos, fuentes cercanas revelan que ahora divide su tiempo entre al menos tres residencias de alto lujo: una mansión en Guadalajara con acabados de mármol italiano y obras de arte valuadas en millones; una villa en Puerto Vallarta con vista privada al mar, piscina infinita y acceso exclusivo a una marina de yates; y una propiedad campestre en Jalisco, equipada con un viñedo privado y caballerizas de diseño europeo.
Pero las mansiones no son el único reflejo de su nueva etapa.
Su gusto por los autos ha causado auténtico revuelo.
Según registros filtrados por allegados al círculo Fernández, Doña Cuquita cuenta actualmente con una colección que incluye un Rolls-Royce Cullinan, dos Mercedes-Benz clase G personalizados, un Tesla Model X de edición limitada y, para los días de nostalgia, una camioneta Chevrolet clásica de los años 70 totalmente restaurada en homenaje a su difunto esposo.
No solo eso: algunos afirman que se ha dejado ver probando un Lamborghini Urus dorado durante una visita privada a un concesionario en la Ciudad de México.
Esta inesperada pasión por los vehículos de lujo ha generado miles de comentarios en redes sociales, donde muchos no pueden creer la transformación de quien, hasta hace poco, se mostraba como un ícono de la sencillez.
Y sin embargo, quienes la conocen aseguran que este nuevo estilo no es una excentricidad repentina, sino la manifestación de una libertad largamente postergada.
Durante décadas, su rol fue cuidar la imagen pública de Vicente, velar por la familia y mantenerse en un segundo plano.
Hoy, con sus hijos ya establecidos y sin la presión de la exposición mediática constante, Doña Cuquita está ejerciendo un control absoluto sobre su vida y sus decisiones.
Ha retomado proyectos personales, se la ha visto participando en subastas de arte y, según rumores, estaría considerando abrir una fundación en memoria de su esposo, enfocada en el rescate de tradiciones musicales mexicanas.
En cuanto a su círculo íntimo, ha mantenido una notable discreción.
No frecuenta fiestas de alto perfil ni aparece en revistas de sociedad, pero se la ha visto rodeada de empresarios, diseñadores y figuras del arte en cenas privadas organizadas en sus residencias.
Incluso se comenta que estaría invirtiendo en bienes raíces de alto valor en Estados Unidos, específicamente en Texas y Florida, aunque esto aún no ha sido confirmado oficialmente.
Lo que sí es un hecho es que su poder económico ha crecido exponencialmente desde el fallecimiento de Vicente Fernández.
La gestión de su legado musical, los derechos de imagen, las producciones póstumas y el fenómeno internacional que rodea al apellido Fernández han generado ingresos multimillonarios.
Y es Doña Cuquita quien, con mano firme pero elegante, maneja las riendas de todo este imperio.
A sus 78 años, lejos de ocultarse, Doña Cuquita ha demostrado que la vida puede ofrecer segundas oportunidades llenas de luz, lujo y decisión.
Ya no es solo la esposa de un ídolo: es una figura por derecho propio, capaz de reinventarse con estilo, carácter y un gusto exquisito.
Su presencia sigue siendo discreta, pero cada paso que da resuena en la prensa, en el público y en una industria del espectáculo que no deja de sorprenderse con esta inesperada reina del glamour.
Porque si algo nos ha enseñado Doña Cuquita en 2025, es que el luto puede dar paso al poder, y que detrás de cada gran hombre, a veces hay una mujer que solo esperaba el momento perfecto para brillar con luz propia.