Con 78 años y sin nada que perder, Bolo Yeung lanza una lista negra que nadie esperaba 🕶️🚫
Todo comenzó en una entrevista aparentemente tranquila con un medio de Hong Kong especializado en cine clásico.
Bolo Yeung, sentado en un sillón de cuero, con la voz más baja y el rostro endurecido por los años, fue preguntado inocentemente: “¿Hay alguien en esta industria que jamás podría perdonar?”.
Nadie esperaba lo que sucedió después.
Su mirada se congeló por unos segundos.
Luego, como si algo se quebrara por dentro, Bolo respondió sin titubear: “Hay cinco.
Y aún me despierto pensando en lo que me hicieron”.
El silencio en el estudio fue sepulcral.
Nadie se atrevía a interrumpirlo.
Lo que siguió fue una lista que no fue de nombres completos, sino de relatos cargados de veneno emocional, suficientes para que cualquier conocedor del cine marcial identificara fácilmente a los aludidos.
El primero fue “el hermano que me robó un papel mientras me fingía lealtad”.
Según Bolo, durante el rodaje de una gran producción en los 80, un actor de renombre —cercano a él— saboteó su participación negociando por la espalda con los productores.
“Me miraba a los ojos mientras cavaba mi tumba en el set”, dijo Yeung, con una mezcla de rabia contenida y resignación.
El segundo, “el alumno que se volvió maestro, pisando los cuerpos que lo ayudaron a subir”, fue una clara referencia a una figura emergente del kung-fu moderno que utilizó el nombre de Bolo para ganar visibilidad, solo para luego negarlo públicamente en entrevistas.
“Él decía que era autodidacta, pero entrenó en mi gimnasio durante años.
Me negó como si nunca me hubiera conocido”, reveló Bolo, con una tristeza que perforaba la pantalla.
El tercero fue aún más personal: “el amigo que vendió mi confianza por un contrato”.
Según Yeung, esta persona filtró detalles íntimos de su vida privada a una revista sensacionalista de la época, provocando un escándalo que dañó no solo su imagen, sino también su vida familiar.
“Nunca me pidió perdón.
Solo dijo que fue ‘una oportunidad’ que no podía dejar pasar”.
El cuarto fue impactante: “el director que me prometió una película propia, solo para usarme como carne de fondo en la suya”.
Bolo contó cómo se ilusionó con un guión escrito especialmente para él, que luego fue modificado sin aviso, convirtiéndolo en un simple antagonista sin líneas memorables.
“Fue una humillación disfrazada de tributo”, afirmó con un leve temblor en la voz.
Y el quinto… fue el más escalofriante.
“El hermano del alma, al que cuidé como familia.
Me traicionó con una sonrisa”.
Esta persona, cuya identidad se sospecha pero no fue confirmada, habría estado involucrada en un desvío millonario de fondos relacionados con uno de los proyectos cinematográficos en los que Bolo había invertido su propio dinero.
“Él sabía que era mi retiro, mi futuro.
Y lo arruinó por avaricia.
Ni siquiera me miró cuando lo confronté”, declaró.
Pero más allá de las palabras, lo más inquietante fue el silencio que siguió.
Bolo no pidió venganza.
No deseó el mal.
Solo repitió: “No los odio porque me dolieron.
Los odio porque todavía actúan como si no lo hubieran hecho”.
Las redes estallaron.
Miles de fans comenzaron a especular quiénes eran esos cinco.
Se cruzaron nombres, escenas de películas, entrevistas pasadas.
Algunos decían ver señales desde hace años.
Otros simplemente no podían creerlo.
Pero la sensación más fuerte fue la de una herida antigua que por fin sangraba al aire libre.
¿Por qué hablar ahora? Algunos dicen que Bolo siente que su tiempo se acaba.
Otros creen que busca limpiar su alma antes del final.
Pero lo que es seguro es que estas palabras no fueron un desahogo… fueron un mensaje.
Porque cuando el tigre anciano ruge por última vez, no lo hace para ser escuchado.
Lo hace para ser recordado.
Y estos cinco nombres, aunque no hayan sido dichos en voz alta, ya están grabados a fuego en la historia oscura del kung-fu.