🔥👮♂️Cuando la autoridad rompió el silencio: “Hay algo más detrás de Valeria… y lo estamos investigando” 💼⚠️
La historia de Valeria Afanador ya era inquietante desde el principio.
Una adolescente sin antecedentes problemáticos, con un entorno aparentemente estable y una vida común, desaparece de la noche a la mañana.
No hay señales de forcejeo.No hay testigos.
Solo un cuaderno olvidado con un dibujo perturbador, una figura femenina coronada y un mensaje críptico que ha dado pie a cientos de teorías.
Durante semanas, las autoridades se limitaron a dar comunicados vagos.
“Estamos evaluando todas las hipótesis”.
“Se están analizando las pruebas”.
Frases vacías.
Ecos burocráticos.
Hasta que el gobernador de Cundinamarca, en una rueda de prensa que no parecía prometedora, dejó caer la bomba.
“Poco probable que haya sido un accidente”.
El salón quedó en silencio.
Las cámaras se activaron como si alguien hubiese gritado fuego.
Los periodistas se lanzaron con preguntas, pero el gobernador, consciente del peso de sus palabras, se limitó a añadir: “Hemos recibido nueva información que nos lleva a considerar escenarios más complejos.
No podemos adelantar detalles por respeto a la familia, pero les aseguro que no estamos ante una simple desaparición.
¿Qué quiso decir? ¿Qué descubrieron que los llevó a descartar un accidente? El mismo día de su declaración, comenzó a circular de forma anónima una imagen que presuntamente muestra una hoja de bitácora policial interna: una nota escrita a mano, firmada por un oficial, que dice: “Hay elementos rituales.
Solicitar intervención antropológica urgente”.
La policía no confirmó ni negó la autenticidad de ese documento.
Pero lo cierto es que, desde ese momento, unidades especiales comenzaron a patrullar la zona del bosque con perros entrenados, escáneres térmicos y un equipo de forenses especializados en hallazgos no convencionales.
¿Un simple operativo de rutina? Poco probable.
Y es que hay algo más: el dibujo de Valeria, ese que parecía el desahogo de una adolescente creativa, fue comparado por expertos en simbología con inscripciones encontradas en sitios arqueológicos del altiplano cundiboyacense.
Los patrones, las formas y el símbolo del “ojo en el pecho” aparecen en al menos tres rituales antiguos relacionados con figuras femeninas míticas.
El gobernador, cuando fue cuestionado directamente sobre si había conexión con “cultos o prácticas antiguas”, evitó responder.
Pero su rostro lo dijo todo.
Además, dos alumnas del mismo colegio de Valeria han sido entrevistadas bajo confidencialidad, tras admitir que ella “estaba obsesionada con una figura que veía en sus sueños” y que “le hablaba sobre la Reina y un lugar donde el tiempo se detenía”.
Según sus compañeras, Valeria aseguraba que “ella la iba a elegir”.
Entonces… ¿estamos hablando de una desaparición voluntaria? ¿De una manipulación psicológica? ¿De un fenómeno inexplicable?
El gobernador, en su última aparición pública, cerró con una frase que dejó helados incluso a los reporteros más curtidos: “Este caso va más allá de lo que estamos acostumbrados.
Y no todos están preparados para escuchar la verdad.
Cundinamarca se encuentra al borde de una crisis social.
Las familias temen por sus hijos, los medios ya no saben cómo cubrir sin caer en histeria colectiva, y las redes hierven con mensajes que van desde la compasión hasta el miedo más primitivo.
Algunos incluso hablan de cerrar escuelas hasta que se aclare el panorama.
Pero hay una realidad que nadie puede negar: Valeria no desapareció porque sí.
Y si lo que dicen sus dibujos es más que arte adolescente, podríamos estar ante algo mucho más profundo… y oscuro.
La Reina —si es que realmente existe— ya no es solo una leyenda.
Es una presencia.
Y su sombra está creciendo.