⚡ “El juramento del silencio: el doctor que cuidó a Fidel Castro confiesa lo que Cuba jamás debía saber”

🔥 “Entre bisturís y secretos: el médico de Fidel revela el pacto que selló el destino del Comandante”

 

Su nombre es guardado con cautela.

Prefiere que lo llamen simplemente “el doctor”.

Para Serra, ideais de Fidel nem sempre respeitaram democracia

Durante décadas, fue el responsable de la salud del hombre más vigilado de América Latina.

“Yo sabía que si hablaba, no viviría para contarlo”, confiesa en la entrevista que, según asegura, decidió conceder ahora porque “el miedo ya no sirve cuando la verdad pesa más que la vida.

La historia comienza en 1976, cuando Fidel lo escogió personalmente tras un examen médico rutinario.

“Me dijo: ‘Usted no será solo mi médico, será mi sombra’.

Y así fue.

” Lo acompañó a Moscú, a Argel, a los campos de Pinar del Río y a las largas noches en Punto Cero, la residencia secreta del líder.

“Fidel no dormía más de tres horas.

Su mente no paraba.

Tenía una obsesión: no morir igual que Batista, ni caer como Allende.

Temía más a la traición que a la muerte.

Pero el doctor asegura que el verdadero temor de Fidel era otro, uno que solo muy pocos conocieron.

“Le aterraba perder el control.

No el poder, sino el control de sí mismo.

” Según su relato, en los años ochenta, los primeros síntomas de una enfermedad neurológica comenzaron a aparecer.

“Era leve al principio: olvidos, pequeños temblores, cansancio extremo.

Pero con el tiempo, los episodios se volvieron más frecuentes.

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El régimen, dice, ordenó mantenerlo en secreto.

“El Comandante no podía mostrarse débil.

El pueblo debía verlo inmortal.

” Fue entonces cuando, según el doctor, se firmó el pacto.

Un acuerdo silencioso entre Fidel, Raúl y un pequeño círculo médico: ocultar la enfermedad a toda costa, incluso a costa de la verdad.

“Nos juramentaron.

Si alguien hablaba, desaparecía.

Yo mismo firmé un documento que aún conservo.

Durante años, el doctor fue testigo del deterioro lento del líder.

“A veces lo encontraba mirando al vacío, hablando solo.

En esos momentos, no era el Comandante, era un hombre viejo, asustado, consciente de que su cuerpo ya no obedecía.

” En una ocasión, relata, Fidel lo llamó de madrugada.

“Me dijo: ‘Doctor, prométame que si me convierto en un símbolo débil, usted sabrá qué hacer’.

Yo no entendí entonces lo que quería decir.

Años después lo comprendí.

Según su testimonio, Fidel habría firmado en 2005 un documento médico secreto, autorizando que no se le mantuviera artificialmente con vida si su enfermedad avanzaba demasiado.

“No quería morir postrado, ni que el mundo lo viera vulnerable.

Dijo: ‘El Comandante no puede morir en una cama, debe desaparecer como un relámpago’.

El doctor asegura que esa decisión fue lo que marcó el pacto final: una estrategia para “controlar la narrativa de su muerte”.

“Durante los últimos meses, su salud era mucho peor de lo que mostraban.

No caminaba sin ayuda, apenas comía.

Pero los comunicados hablaban de fuerza, de recuperación, de resistencia.

” El médico confiesa que, cuando la situación fue irreversible, recibió una orden directa.

“Me dijeron: ‘No habrá hospital, no habrá cámaras.

Fidel se va en silencio’.

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Lo más perturbador de su relato llega cuando describe la última noche del Comandante.

“Fidel estaba lúcido.

Me miró y me dijo: ‘Lo cumpliste, doctor.

Guardaste mi secreto.

Pero recuerda: lo que mantiene viva una revolución no es la verdad, sino el mito’.

” Tras esa frase, dice, cerró los ojos y no volvió a hablar.

El cuerpo del líder, según él, fue incinerado inmediatamente, siguiendo un protocolo que ya había sido ensayado años antes.

“Todo estaba planificado: el discurso, las fechas, incluso los fragmentos de ceniza que serían enviados a Santiago.

” Aquel guion, afirma, fue escrito mucho antes de que el Comandante muriera.

Cuando se le pregunta qué lo llevó a romper el silencio ahora, el médico guarda unos segundos de silencio antes de responder.

“Durante años fui leal a ese pacto.

Pero entendí que ese pacto no era entre hombres, sino entre sombras.

Yo no traiciono a Fidel al hablar, traicionaría a la verdad si siguiera callando.

Su testimonio ha desatado una tormenta de reacciones en la comunidad exiliada cubana.

Algunos lo consideran un héroe tardío, otros un cómplice que decide hablar cuando ya no hay peligro.

Sin embargo, las revelaciones que aporta coinciden con rumores que circulaban desde hace años entre diplomáticos y médicos cubanos: que Fidel Castro no murió de manera natural, sino bajo un plan acordado por él mismo y su círculo más íntimo.

El doctor concluye su relato con una frase que congela el aire: “Fidel no murió cuando dijeron.

Murió días antes, quizás semanas.

Solo esperaron el momento adecuado para contarlo.

” Luego guarda silencio, toma un sorbo de agua y mira hacia la ventana.

Afuera, el cielo de La Habana sigue igual de gris que aquella madrugada.

“Yo lo vi todo”, dice finalmente.

“Vi al hombre detrás del mito.

Vi al Comandante temer la muerte… y al hombre temer la vida.

Ese fue su verdadero pacto.

Y con esa última confesión, después de cuarenta años de silencio, el médico que conoció el alma del líder más enigmático del siglo XX deja escapar la verdad que durante décadas fue un secreto de Estado.

Porque a veces, lo más humano que puede hacer un hombre… es romper el juramento que lo mantenía prisionero.

 

 

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