Entre gritos, lágrimas y golpes: la noche en que una doctora del IMSS cruzó la línea de la humanidad
Todo ocurrió en una noche que comenzó con angustia.
Los padres, visiblemente alterados, llegaron al área de urgencias del hospital del IMSS en busca de ayuda para su hijo de apenas ocho años, que presentaba fiebre alta, dificultad para respirar y un cuadro que, según los testigos, requería atención inmediata.
Sin embargo, lo que encontraron no fue asistencia médica, sino indiferencia.
La doctora de guardia, lejos de mostrar empatía, les pidió que esperaran su turno.
“Hay otros pacientes antes que ustedes”, habría dicho con tono seco, según los testigos presentes.
Los minutos pasaban y el niño seguía sin recibir atención.
La madre, desesperada, se acercó de nuevo al mostrador, suplicando que alguien revisara a su hijo.
Fue entonces cuando comenzó el enfrentamiento.
En un video grabado por otro paciente, se observa cómo la doctora, visiblemente alterada, se levanta de su asiento y se encara con los padres.
“¡No me griten!”, se le escucha decir antes de empujar a la madre.
El padre, intentando defenderla, interviene, pero recibe también un golpe.
En cuestión de segundos, la sala de urgencias se convierte en un campo de tensión: gritos, llantos, y un niño mirando atónito la escena que debería haber sido de auxilio, no de violencia.
El video, que rápidamente se viralizó, muestra con crudeza la pérdida total de control de la profesional.
Algunos testigos aseguran que la doctora incluso amenazó con llamar a seguridad si los padres no “dejaban de alterar el orden”.
Pero para muchos, la verdadera alteración comenzó en el momento en que la autoridad médica olvidó su juramento de humanidad.
“Solo queríamos que atendieran a nuestro hijo, no que nos golpearan”, declaró entre lágrimas la madre horas después, mientras sostenía la receta que finalmente recibió tras el caos.
Las redes sociales explotaron.
En cuestión de minutos, el nombre del hospital y las siglas del IMSS se volvieron tendencia nacional.
Miles de usuarios exigieron la destitución inmediata de la doctora y una investigación a fondo.
“Esto no es un caso aislado —escribió un internauta—, es el reflejo de un sistema que ha perdido sensibilidad.
” Otros, en cambio, salieron en defensa del personal médico, argumentando que el estrés extremo y la saturación hospitalaria pueden provocar reacciones descontroladas.
Sin embargo, para la mayoría, nada justifica la agresión física a unos padres desesperados.
Horas después del incidente, el IMSS emitió un comunicado oficial en el que lamentó los hechos y anunció la apertura de una investigación interna.
“No se tolerará ningún tipo de violencia en nuestras instalaciones, sin importar las circunstancias”, afirmaba el texto.
Prometieron sanciones y ofrecieron disculpas a la familia afectada.
Pero las palabras no fueron suficientes para calmar la indignación pública.
Muchos exigieron que la doctora fuera suspendida y denunciada penalmente.
Mientras tanto, el niño, la verdadera víctima invisible del conflicto, fue atendido finalmente por otro médico.
Su estado de salud, aunque estable, reflejaba el daño emocional del momento.
“Lloraba y preguntaba por qué la doctora golpeó a su mamá”, contó una enfermera que presenció la escena.
La imagen de ese pequeño, confundido y asustado, se convirtió en símbolo del colapso de la empatía dentro de los pasillos del hospital.
En las horas siguientes, surgieron testimonios de otros pacientes que aseguraron haber tenido experiencias similares con el personal de ese mismo hospital.
“No es la primera vez que esa doctora se comporta así”, denunció una mujer en redes.
“Tiene fama de gritar y maltratar a la gente cuando se desespera.
” Estas declaraciones reforzaron la percepción de que el incidente no fue un caso aislado, sino parte de un problema más profundo: la falta de controles emocionales y capacitación en trato humano dentro del sistema de salud.
Expertos en psicología laboral señalaron que el estrés crónico y la sobrecarga de trabajo en los hospitales públicos pueden llevar a episodios de “explosión emocional”.
Sin embargo, subrayaron que el cansancio no puede ser excusa para violentar a los pacientes.
“El personal médico tiene una enorme responsabilidad ética.
Su rol no solo es curar cuerpos, sino también cuidar el vínculo de confianza con las familias.
Cuando eso se rompe, todo el sistema se desmorona”, explicó una especialista en ética médica.
Las imágenes del momento siguen circulando, generando reacciones viscerales.
En ellas, la doctora intenta justificar su conducta mientras los padres lloran y abrazan a su hijo.
El público observa atónito, dividido entre la compasión y la furia.
Algunos piden comprensión para el estrés del personal médico; otros claman por justicia para una familia que solo pedía ayuda.
Hoy, el IMSS enfrenta una nueva crisis de credibilidad.
La historia de aquella noche se ha convertido en símbolo de un sistema fracturado, donde la desesperación de los pacientes choca contra la frustración del personal.
Y aunque las investigaciones avanzan, el daño moral ya está hecho.
“Mi hijo solo quería que lo curaran”, dijo la madre al salir del hospital, con el rostro aún marcado por el golpe y la voz quebrada.
“Yo solo quería que alguien lo escuchara.
” Su testimonio, más que una denuncia, se siente como un grito de auxilio colectivo: el reclamo de millones de familias que, al llegar a un hospital, temen no solo por la enfermedad… sino también por el trato que recibirán.
En un país donde el dolor a menudo se normaliza, este episodio recordó una verdad incómoda: cuando la empatía se pierde en los hospitales, la salud deja de ser un derecho… y se convierte en una batalla.