😢 Murió el cerebro detrás de la gloria: el adiós silencioso de Manuel Lapuente, leyenda del Tri 🇲🇽

 El día en que el fútbol mexicano se quedó sin voz: Manuel Lapuente se fue, pero su huella permanece 🌅

 

La noticia llegó temprano, envuelta en incredulidad.

Manuel Lapuente, el ex técnico de la Selección Mexicana y uno de los entrenadores más respetados de la historia del fútbol nacional, falleció a los 81 años.

Muere Manuel Lapuente, exdirector de la Selección Mexicana a los 81 años

Por unos segundos, el país entero quedó en silencio.

No importaba la camiseta, el color o el estadio: todos sabían que se había ido una leyenda.

Lapuente no fue solo un nombre en los libros, fue una presencia que marcó generaciones.

Su carácter fuerte, su mirada fija desde la línea técnica, su voz firme dirigiendo al Tri, se quedaron grabados en la memoria de millones.

Era el tipo de hombre que no necesitaba gritar para imponer respeto; bastaba su postura, su elegancia discreta, su convicción de que el fútbol era más que un juego, era una forma de vida.

Su historia comenzó como jugador, cuando defendía los colores del Necaxa con una entrega que pocos podían igualar.

Murió Manuel Lapuente Hoy a los 81 Años, Leyenda y Exentrenador que Ganó la  Copa Confederaciones con México | N+

En el campo, era un guerrero; fuera de él, un pensador.

Pero su verdadera consagración llegó como técnico.

Al mando de la Selección Mexicana, llevó al equipo a conquistar la Copa Oro en 1998 y estuvo en el banquillo durante el Mundial de Francia.

Cada partido bajo su dirección era una batalla mental, una coreografía táctica donde nada quedaba al azar.

Sus jugadores lo respetaban, incluso cuando no lo entendían del todo.

Sabían que detrás de cada orden seca había una estrategia perfectamente calculada.

En los clubes también dejó una huella imborrable.

Con América, con Puebla, con Necaxa… sus equipos reflejaban su personalidad: disciplinados, sólidos, intensos.

Manuel Lapuente muere a los 81 años - Guanajuato Informa

No creía en las estrellas, sino en el trabajo colectivo.

“El fútbol no se gana con nombres, sino con hombres”, solía decir, y esa frase se convirtió en su sello.

En cada rueda de prensa, sus palabras tenían peso.

Era directo, sin adornos, a veces incómodo para los medios, pero siempre auténtico.

No buscaba aplausos, solo respeto.

Y lo consiguió.

Muere Manuel Lapuente, histórico director técnico mexicano

Hoy, en su partida, hasta sus críticos lo reconocen: Manuel Lapuente fue, y seguirá siendo, una figura irrepetible.

Cuentan que en sus últimos años prefería el silencio, lejos de los reflectores, disfrutando del fútbol desde la distancia.

Pero su mente seguía activa.

Veía cada partido, analizaba cada jugada, como si todavía estuviera en el banquillo.

Sus allegados dicen que incluso en los días más difíciles, su pasión por el balón nunca lo abandonó.

En las horas posteriores a la noticia, las muestras de cariño no se hicieron esperar.

Exjugadores, colegas, periodistas y aficionados comenzaron a compartir recuerdos.

Imágenes de títulos levantados, abrazos en la cancha, sonrisas contenidas después de victorias épicas.

Fallece Manuel Lapuente, histórico del futbol mexicano, a los 81 años

Algunos recordaron su severidad, otros su calidez escondida.

Porque debajo de esa apariencia dura, Lapuente tenía un corazón profundamente humano.

Sabía cuándo exigir, pero también cuándo consolar.

Y eso, más que cualquier táctica, era lo que lo hacía grande.

La Federación Mexicana de Fútbol publicó un mensaje solemne: “El fútbol mexicano pierde a uno de sus más grandes estrategas.

Gracias por tanto, Profe.

” Pero más allá de los comunicados, lo que conmovió fueron los mensajes espontáneos de la gente común, de aquellos que crecieron viéndolo dirigir con ese gesto inconfundible de concentración absoluta.

En los estadios, en los bares, en las calles, su nombre volvió a sonar con la misma fuerza que en los años dorados.

Algunos aún recuerdan la noche de la final con Necaxa, otros el grito de gol en aquel partido inolvidable con la Selección.

Todos, sin excepción, reconocen que el legado de Lapuente no se mide en trofeos, sino en la forma en que transformó el fútbol mexicano en algo más serio, más disciplinado, más apasionado.

Dicen que los grandes no mueren, que simplemente cambian de estadio.

Y quizá eso es lo que pasó hoy.

Manuel Lapuente no se fue del todo.

Su voz seguirá resonando en las concentraciones, en los entrenamientos, en los sueños de los jóvenes técnicos que lo vieron como ejemplo.

Porque su enseñanza era simple, pero poderosa: el éxito no se improvisa, se construye con carácter, con inteligencia y con fe.

Mientras México entero despide a su viejo guerrero, queda la sensación de que no fue solo un adiós, sino un agradecimiento.

Gracias por las victorias, por las lecciones, por la pasión.

Gracias por haber hecho del fútbol un arte de estrategia y corazón.

Hoy, el estadio del cielo tiene un nuevo entrenador.

Y allá arriba, entre aplausos y recuerdos, Manuel Lapuente seguramente ya está trazando su próxima alineación, con esa misma mirada firme que tantas veces inspiró a un país entero.

 

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