🎤 ¡LO DIJO TODO! Marco Antonio Muñiz admite a los 92 años el secreto que lo atormentó por décadas
Marco Antonio Muñiz nació en Guadalajara en 1933 y desde muy joven mostró un talento natural para la música.
Con una voz cálida y una presencia elegante, se convirtió rápidamente en una figura icónica del bolero en México y en toda América Latina.
Fue parte fundamental del legendario trío Los Tres Ases, y más adelante emprendió una carrera como solista que lo catapultó a la cima.
Durante décadas, fue símbolo de romanticismo, de clase y de excelencia vocal.
Pero también fue símbolo de misterio.
Siempre discreto, siempre reservado, Marco Antonio Muñiz evitaba a toda costa hablar de ciertos aspectos de su vida personal.
Nunca se metía en escándalos, nunca respondía a rumores.
Hasta ahora.
A los 92 años, el llamado “Lujo de México” decidió romper el silencio.
Y lo hizo con una serenidad que contrastó con el peso de sus palabras.
En una entrevista reciente, transmitida por una cadena nacional, Muñiz miró a la cámara, respiró profundo y dijo: “Lo que voy a decir ahora me ha pesado por años”.
Hubo un largo silencio antes de que lo soltara.
“Durante gran parte de mi carrera, viví una mentira”.
El presentador, visiblemente impactado, no supo cómo reaccionar.
Y entonces vino la bomba.
“Yo no quería cantar boleros.
Al principio lo hice porque era lo que funcionaba, lo que me daba de comer.
Pero mi verdadera pasión siempre fue el jazz”.
Las palabras sacudieron como un trueno.
Marco Antonio Muñiz, el ícono del bolero, el referente romántico por excelencia… ¿odiaba el género que lo hizo famoso?
No lo odia, explicó después.
Lo respeta, lo admira, pero nunca lo sintió suyo.
Contó que desde joven, su sueño era ser un crooner al estilo de Frank Sinatra.
Que incluso llegó a grabar algunos temas en secreto, sin mostrarlos nunca al público.
Porque los productores, los sellos y el mercado le exigían ser el galán mexicano del bolero.
Durante años, esa presión lo llevó a esconder sus verdaderos gustos musicales.
A reprimir su creatividad.
A callar una parte esencial de sí mismo.
Incluso confesó que hubo etapas en las que pensó dejarlo todo.
Que el éxito le pesaba porque sentía que no era auténtico.
“Yo admiraba a Nat King Cole, a Tony Bennett, a Ella Fitzgerald.
Ese era mi mundo”, dijo con una sonrisa triste.
“Pero en México, nadie quería escuchar eso de mí.
Querían boleros, querían rosas, querían suspiros… y yo se los di”.
La confesión no tardó en desatar reacciones.
Algunos fanáticos se sintieron traicionados.
Otros lo aplaudieron por su honestidad.
Varios músicos reconocidos salieron a defenderlo, diciendo que muchos artistas viven presos de las expectativas del público.
Pero lo más impresionante fue lo que vino después.
Muñiz reveló que, antes de morir, planea sacar un disco completamente de jazz.
Grabado en estudios íntimos, con músicos que siempre admiró.
Un disco que, según él, será su verdadero legado.
“Ahora que ya no tengo nada que perder, quiero dejar el alma en lo que siempre quise hacer”, dijo.
Y no es una promesa vacía.
Fuentes cercanas a su familia confirmaron que ya se están realizando sesiones de grabación privadas.
Que el repertorio incluirá clásicos del jazz en inglés y español.
Y que su voz, aunque más frágil, aún conserva la profundidad emocional que siempre lo caracterizó.
Es un acto de valentía artística.
Un cierre de ciclo que ningún fanático vio venir.
Un hombre que dedicó su vida a complacer, ahora canta para sí mismo.
La confesión no solo cambió la percepción sobre él.
También abrió un debate sobre la libertad creativa, la presión del mercado y la verdadera identidad de los artistas.
En una industria donde las apariencias lo son todo, Marco Antonio Muñiz eligió la verdad.
Y lo hizo con la misma elegancia que lo caracterizó toda su vida.
A los 92 años, se despojó de los trajes a medida, de las rosas rojas y de las letras empalagosas.
Y se mostró como un amante del swing, del scat y de las armonías complejas.
Nadie lo esperaba.
Y sin embargo, tiene sentido.
Porque solo un verdadero artista puede cargar con una máscara por décadas y aún así dar lo mejor de sí.
Ahora, al borde del ocaso, decide cambiar la partitura.
Y aunque muchos no entiendan, él ya no busca aprobación.
Solo quiere cantar con el alma libre.
Y por primera vez en 70 años, lo va a hacer.