“Entre humo y sirenas: el extraño plan de la policía de Maryland que nadie entiende”
El comunicado apareció primero en la página oficial del Departamento de Policía del condado de Montgomery, y en cuestión de minutos se volvió viral.
“Buscamos adultos voluntarios dispuestos a consumir marihuana en un entorno controlado, bajo supervisión policial”, decía el texto.

En redes, las reacciones no tardaron en llegar.
Algunos se burlaron, otros lo tomaron como una provocación, y unos cuantos —sorprendentemente— se ofrecieron de inmediato.
“¿Fumar legalmente frente a la policía? ¡Dónde firmo!”, escribió un usuario.
Pero más allá del humor, la propuesta es tan real como polémica.
Según las autoridades, la iniciativa forma parte de un programa piloto destinado a mejorar la detección de conductores bajo los efectos del cannabis, ahora que la planta es legal para uso recreativo en Maryland.
El experimento busca crear escenarios controlados para que los oficiales practiquen cómo identificar signos de intoxicación sin depender de pruebas químicas inmediatas.
En teoría, todo suena científico, incluso responsable.

Pero la manera en que fue planteado desató un torbellino mediático.
“¿Desde cuándo la policía invita a la gente a drogarse?”, cuestionaron ciudadanos incrédulos.
Los memes inundaron la red: uniformados con pipas, voluntarios sonrientes y pancartas que decían “Serve & Smoke”.
Sin embargo, detrás del espectáculo, hay una lógica que pocos comprendieron de inmediato.
En declaraciones a la prensa, un portavoz del departamento explicó: “Queremos que nuestros oficiales reconozcan los signos reales de consumo, y para eso necesitamos observación directa”.
Los voluntarios, según aclararon, no serán arrestados ni sancionados, siempre que el consumo ocurra dentro de las instalaciones del entrenamiento y bajo supervisión médica.
De hecho, los participantes deben cumplir varios requisitos: ser mayores de 21 años, tener identificación válida y no estar bajo tratamiento médico incompatible con el cannabis.
A cambio, recibirán comida, agua y —según trascendió— una pequeña compensación económica.
“Es como un estudio científico, pero con marihuana”, comentó un funcionario entre risas.
Pero la simple idea de ver a civiles fumando frente a uniformados armados resultó tan surrealista que incluso algunos expertos legales la calificaron de “línea peligrosa”.
Varios grupos de derechos civiles expresaron preocupación por el mensaje que la policía podría estar enviando.
“Después de décadas criminalizando a las personas por fumar marihuana, ahora los invitan a hacerlo frente a ellos.

Es una ironía brutal”, declaró un abogado de la ACLU local.
Mientras tanto, el experimento continúa.
Según fuentes internas, los primeros ensayos se realizaron en una pista cerrada donde los voluntarios consumieron cannabis antes de someterse a pruebas de coordinación, reflejos y percepción.
Los oficiales observaban atentamente cada reacción, tomando notas y evaluando qué signos eran realmente indicativos de intoxicación.
“No todo el que fuma se comporta igual”, explicó un instructor.
“Queremos evitar arrestos injustos o juicios basados en prejuicios”.
Paradójicamente, el proyecto nació de una preocupación legítima: con la legalización del cannabis, el número de conductores sospechosos de manejar bajo sus efectos ha aumentado, pero las pruebas de laboratorio aún no son lo suficientemente rápidas ni precisas.
Los policías, en muchas ocasiones, deben decidir en segundos si alguien está afectado o no, y un error puede costar caro.
Aun así, el método elegido por Maryland parece sacado de una película.
En los foros locales, algunos se preguntan si este tipo de ejercicios no cruzan un límite ético.
“¿Qué sigue? ¿Voluntarios para beber hasta perder el equilibrio frente a oficiales?”, ironizó un ciudadano.
Otros, en cambio, lo celebran como un paso hacia la normalización del consumo y una oportunidad para desmontar prejuicios históricos.
“Ver a la policía convivir con fumadores sin criminalizarlos es un cambio enorme”, comentó una activista prolegalización.
Lo cierto es que el debate está servido.
Entre quienes ven el experimento como una herramienta educativa y quienes lo consideran un show absurdo, Maryland ha logrado lo impensable: poner a todo el país a hablar sobre marihuana y autoridad.
Mientras tanto, las solicitudes para participar no paran de llegar.
Según reportes recientes, más de 300 personas ya se ofrecieron para ser parte del experimento, superando con creces las expectativas iniciales.
Algunos lo hacen por curiosidad, otros por el simple placer de poder fumar sin miedo.
“Si sirve para que la policía deje de tratarnos como criminales, yo participo”, dijo uno de los postulantes.
El próximo mes se realizarán nuevas sesiones, y las autoridades prometen compartir resultados preliminares sobre cómo este singular programa podría transformar los entrenamientos policiales en todo el país.
Pero más allá de los datos, el verdadero impacto ya está aquí: una imagen viral de un joven exhalando humo frente a un oficial sonriente, bajo el logo del Departamento de Policía de Maryland.
Una imagen tan contradictoria, tan potente, que parece un símbolo de los tiempos modernos.
En una nación que durante décadas libró una guerra contra la marihuana, ahora la policía busca fumadores para aprender de ellos.
Y esa, sin duda, es una historia que nadie habría creído hace apenas unos años.
 
								 
								 
								 
								 
								