🔥 ¡Noche de Terror! Ejecutan a DJ en Fiesta VIP y Estalla la Guerra Narco en Barranquilla
Barranquilla, una ciudad costera conocida por su alegría, su carnaval y su vibrante escena musical, hoy se encuentra paralizada por el miedo.
El asesinato de un DJ durante una exclusiva fiesta VIP ha destapado un infierno de sangre, traiciones y crimen organizado que hasta ahora se mantenía tras bambalinas.
Todo ocurrió la noche del sábado, en una mansión ubicada en una de las zonas más lujosas de la ciudad, donde empresarios, modelos, influencers y políticos compartían copas y música sin imaginar que estaban a punto de presenciar un crimen que cambiaría todo.
El DJ, identificado como Andrés Londoño, era una figura reconocida en el circuito nocturno de la región.
Carismático, talentoso y siempre presente en los eventos más exclusivos, muchos lo consideraban parte esencial del nuevo boom cultural de Barranquilla.
Pero también, según las autoridades, era el punto de conexión entre las fiestas de élite y el narcotráfico.
Fuentes de inteligencia revelaron que Londoño habría estado lavando dinero para un grupo narco local a través de eventos y “bookings” falsos, disfrazados de contratos artísticos.
Según los testigos, el crimen ocurrió alrededor de las 2:30 a.m.
, justo en el clímax de la fiesta.
Tres hombres con ropa de seguridad ingresaron al evento como si fueran parte del staff.
Se acercaron directamente a la cabina del DJ, le susurraron algo al oído y segundos después, uno de ellos sacó una pistola con silenciador y disparó dos veces a quemarropa.
Londoño cayó muerto frente a más de 80 personas.
El pánico fue total.
Gritos, cristales rotos, gente escapando por los jardines.
Y lo más increíble: los asesinos salieron caminando sin oposición alguna.
Lo que parecía una ejecución puntual fue en realidad el inicio de una vendetta brutal.
Al día siguiente, en distintos puntos de la ciudad, aparecieron tres cuerpos con mensajes clavados en el pecho que hacían alusión a una guerra interna entre grupos que controlan el tráfico de cocaína y éxtasis en las discotecas.
Las autoridades hablan de una fractura entre dos células del Clan del Golfo y la posible intervención de una banda extranjera, lo que habría precipitado esta nueva ola de violencia.
La pregunta que todos se hacen es: ¿qué sabía Andrés Londoño? ¿A quién traicionó? Porque si algo quedó claro, es que no fue un crimen pasional ni un robo.
Fue una ejecución simbólica, planeada para enviar un mensaje.
Una fuente anónima cercana a la fiscalía afirma que el DJ ya había sido advertido de que dejara de colaborar con ciertos socios del crimen, pero decidió ignorar la amenaza creyendo que su estatus público lo protegería.
Se equivocó.
Desde entonces, la ciudad ha vivido días de tensión.
Varios eventos fueron cancelados, se han reforzado los controles en clubes nocturnos, y artistas internacionales han suspendido presentaciones por miedo a convertirse en objetivos.
Nadie quiere hablar abiertamente, pero todos saben que algo se rompió esa noche.
La fiesta terminó, y lo que vino después fue una oscuridad que se ha colado en todos los rincones de la ciudad.
Mientras la policía afirma tener líneas de investigación sólidas, muchos creen que no habrá justicia real.
La élite barranquillera ha optado por el silencio, temiendo represalias, y en redes sociales solo circulan fragmentos del horror: videos distorsionados, audios filtrados, capturas de pantalla de conversaciones que advierten que esto “apenas comienza”.
Lo cierto es que la ejecución del DJ en plena fiesta de lujo no fue solo un crimen.
Fue un acto de guerra.
Un ajuste de cuentas con fines mucho más profundos que una simple disputa personal.
Y lo peor: la fiesta sigue… pero ya nadie baila igual.
La música en Barranquilla ahora suena más baja, más tensa… como si todos esperaran el próximo disparo.