Cuando la música terminó en muerte: la impactante desaparición y muerte de Medio Metro de Puebla que sacude al mundo sonidero
La noticia sacudió a Puebla y al mundo sonidero: el cuerpo de Francisco Pineda Pérez, mejor conocido como Medio Metro de Puebla, fue encontrado sin vida este 20 de octubre de 2025, en una barranca de San Sebastián de Aparicio, al norte de la ciudad.

Los primeros reportes señalan que el bailarín, venerado por su rol en eventos de música de cumbia y sonidera, fue hallado por vecinos que habían alertado sobre perros husmeando en un canal de riego cercano.
La versión oficial de la Fiscalía General del Estado de Puebla señala que el fallecimiento se produjo por un impacto de bala en la cabeza, descartando la idea de que se tratara únicamente de un accidente o atropellamiento.
Según los informes médicos preliminares, el cuerpo presentaba además lesiones visibles e indicios de que pudo haber sido abandonado en ese lugar.
Medio Metro, de 30 años de edad y con acondroplasia, era una figura popular en el ámbito regional de la música sonidera, colaborando ampliamente con el grupo Grupo Super T y siendo un símbolo para el barrio bravo del Alto en Puebla.
Su muerte no solo representa la pérdida de un artista querido, sino además un mensaje de violencia que estremece el corazón de una comunidad que lo veía como su ídolo.
Los detalles del hallazgo son escalofriantes.
El cuerpo estaba vestido de blanco, con la cabeza cubierta, y era visible la presencia de perros en la zona que rodeaba el canal.
Las condiciones del lugar sugieren que pudo haber sido trasladado hasta allí tras el ataque, lo que ha llevado a los investigadores a considerar la primera línea de investigación como homicidio.
La fiscalía investiga todas las posibilidades, pero aún no se han determinado con certeza los motivos.
La comunidad sonidera y los fans de Medio Metro quedaron en shock.
Su última publicación en redes, una fotografía con gran energía, se viralizó de forma póstuma, y muchos comentarios expresaban incredulidad, rabia y tristeza.
Las preguntas abundan: ¿fue atacado por su fama, por su identidad, por alguna disputa? ¿O simplemente fue víctima de la violencia que azota algunos sectores de Puebla sin aviso previo?
Los medios locales han enfatizado que el hallazgo ha puesto en alto riesgo la seguridad de artistas y trabajadores del entretenimiento en el estado.
Si un personaje tan visible puede terminar así, muchos se preguntan cuál será su suerte si no hay justicia.
Uno de los titulares reza: “La música se apagó con un disparo”.
La fiscalía ha hecho un llamado a la ciudadanía para aportar información que permita esclarecer el caso: testigos, cámaras de vigilancia, rutas del perpetrador, todo elemento es vital.
Mientras tanto, la familia de Francisco enfrenta el dolor más profundo: la ausencia abrupta, el silencio de respuestas, y la sensación de que él no murió por una causa natural.
Entre lágrimas, su hermano Alvin confirmó la identidad del cuerpo y convocó a un velorio público en Puebla para despedirlo como él merece.
Pero no es solo un examen de muerte: es un reclamo social.
Una comunidad que exige saber por qué un artista que bailaba y animaba a las multitudes terminó así: solo, abandonado, muerto en una barranca.
Expertos en criminología advierten que casos como este ponen en evidencia fallas graves en protección de artistas regionales, así como en los protocolos de investigación en zonas consideradas “normales”.
El hecho de que las primeras versiones contemplen un homicidio y posibles lesiones previas al disparo genera inquietud.
¿Se trató de un ajuste de cuentas? ¿Una agresión relacionada con su condición de persona con discapacidad? ¿Una represalia? Los interrogantes permanecen abiertos.
Mientras la investigación continúa, los fans rinden homenaje online: al ritmo de cumbia, con velas, mensajes, hashtags que invitan a “Justicia para Medio Metro”.
Y en Puebla, los murales improvisados con flores y fotografías de Francisco recuerdan al “bailarín incansable”, cuya vida terminó de la forma más trágica.
La muerte de Medio Metro de Puebla no es solo la caída de un artista: es un reflejo de una sociedad que enfrenta una dependencia entre la fama, la vulnerabilidad y la violencia.
Es una advertencia de que la noche puede tragarte cuando menos lo esperas.
Y lo más doloroso: que el eco de sus pasos de baile, los aplausos, ahora parecen resonar solo en el silencio de una barranca.
Porque la música se detuvo y con ella, el latido de un muchacho que dio todo por su barrio, por su público, por su baile.
Y hoy, esa historia pide justicia, reconocimiento… y un final que todavía no se escribe.