“Pancho Barraza rompe el silencio a los 64: las cinco personas que jamás podrá perdonar”

“Traición, abandono y heridas abiertas: la confesión más dura de Pancho Barraza”

A los 64 años, cuando muchos artistas eligen el silencio, la nostalgia o los discursos amables, Pancho Barraza decidió hacer exactamente lo contrario.

A los 64 años, Pancho Barraza Finalmente admite lo que todos sospechábamos

Con la voz cargada de experiencia y una serenidad que solo llega después de haberlo perdido casi todo, el ícono de la música regional mexicana habló como nunca antes.

Y lo que dijo sacudió a sus seguidores.

Nombró, sin rodeos, a cinco personas a las que jamás podrá perdonar.

No por rencor infantil, sino por heridas que —según él— marcaron su vida para siempre.

Pancho no habló desde la rabia.

Habló desde el cansancio emocional.

Desde ese punto en el que ya no se busca aprobación ni aplausos, sino verdad.

“El perdón no siempre sana”, confesó.

“A veces, recordar es la única forma de no volver a caer”.

A los 64 años, Pancho Barraza nombra a cinco personas a las que nunca  perdonará… - YouTube

Sus palabras resonaron como una advertencia y, al mismo tiempo, como una confesión largamente contenida.

Durante décadas, el público vio al cantante fuerte, exitoso, dueño de escenarios y de canciones que acompañaron millones de historias de amor y desamor.

Pero detrás del artista había un hombre que acumuló traiciones, silencios y golpes emocionales que nunca llegaron a los titulares.

A los 64, decidió romper ese pacto implícito con la industria: callar para no incomodar.

La primera herida que mencionó fue la de la traición profesional.

Personas en las que confió ciegamente cuando apenas comenzaba, que prometieron apoyo y terminaron utilizando su talento para beneficio propio.

“No duele perder dinero”, dijo, “duele descubrir que alguien a quien llamabas hermano solo te veía como un negocio”.

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No dio nombres públicamente, pero dejó claro que esas traiciones le enseñaron a desconfiar incluso de los aplausos.

La segunda herida fue más íntima.

Más silenciosa.

Habló de alguien que estuvo a su lado en los momentos más difíciles, cuando la fama aún no existía y la incertidumbre era diaria.

Alguien que, cuando llegó el éxito, decidió usar su nombre, su imagen y su historia como moneda de cambio.

“Hay abandonos que no se sienten al momento”, confesó.

“Se sienten años después, cuando miras atrás y te das cuenta de que caminaste solo”.

La tercera persona que nombró en su relato pertenece al círculo familiar.

Y ahí, su voz cambió.

No hubo reproche explícito, solo una tristeza profunda.

Dijo que el dolor más grande no siempre viene de los enemigos, sino de quienes deberían protegerte.

Expectativas imposibles, palabras que nunca llegaron, apoyo que se prometió y jamás se cumplió.

“La sangre no siempre significa lealtad”, sentenció, dejando a muchos en silencio.

La cuarta herida tuvo que ver con la industria.

Con un sistema que, según él, premia la obediencia y castiga la autenticidad.

Productores, ejecutivos, figuras de poder que intentaron moldearlo, callarlo o descartarlo cuando dejó de ser conveniente.

Pancho habló de contratos injustos, de presiones, de momentos en los que pensó que su carrera había terminado no por falta de talento, sino por no encajar en un molde impuesto.

“Sobreviví porque no me rendí”, afirmó.

Pancho Barraza y el secreto para mantenerse en los escenarios a los 64

“Pero hay cosas que no se olvidan”.

La quinta persona, quizás la más inesperada, fue él mismo en el pasado.

Pancho reconoció que durante años se traicionó por miedo, por ambición o por querer complacer a todos.

Aclaró que no se perdona haber ignorado señales, haber tolerado lo intolerable y haber sacrificado su paz por mantener una imagen.

“El perdón propio es el más difícil”, dijo.

“Y hay errores que no se borran, solo se aprenden”.

Sus declaraciones generaron una ola de reacciones.

Admiración, sorpresa, incomodidad.

Algunos lo acusaron de remover el pasado.

Otros agradecieron su honestidad brutal.

Pero Pancho no buscaba polémica.

Buscaba cerrar ciclos a su manera.

Aclaró que no guarda odio, pero tampoco pretende fingir reconciliaciones que no existen.

“Perdonar no es obligatorio”, explicó.

“Recordar también es una forma de protegerse”.

A los 64 años, Pancho Barraza ya no canta para agradar.

Canta para sobrevivir emocionalmente.

Su historia desmonta la idea de que el éxito lo cura todo.

Muestra que la fama no blinda contra la traición, que los aplausos no sustituyen el apoyo real y que hay cicatrices que no desaparecen con el tiempo.

Hoy, su voz sigue llenando escenarios, pero sus palabras llenaron algo más profundo: un espacio de verdad que muchos artistas temen ocupar.

Nombrar a quienes no perdonará no fue un acto de venganza, sino de memoria.

Porque, como él mismo dijo, “olvidar a veces es más peligroso que recordar”.

Y así, a los 64 años, Pancho Barraza no pidió comprensión.

No buscó redención.

Solo contó su verdad.


Una verdad que, para muchos, dolió escuchar.


Pero que para él, era necesaria decir.

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