💥 Años De Silencio Roto: Piporro Confesó Lo Que Nadie Se Atrevía A Decir Sobre Pedro Infante
Eulalio González, mejor conocido como “Piporro”, fue más que un actor cómico: fue un testigo privilegiado de la Época de Oro del cine mexicano.
Compartió escena, camerinos y hasta veladas privadas con los más grandes, incluido Pedro Infante.
Y aunque durante años prefirió mantener una imagen neutral y respetuosa hacia su colega, lo cierto es que en la intimidad, su opinión era muy distinta.
Poco antes de fallecer, Piporro decidió grabar una serie de testimonios que hoy, finalmente, salen a la luz… y lo que revelan no tiene nada de inocente.
En uno de esos audios privados, Eulalio confesó: “Pedro no era como lo pintaban.
Tenía un lado que el público nunca conoció, y que muchos, por miedo o conveniencia, decidieron callar”.
Según su relato, Pedro Infante era un hombre carismático solo frente a las cámaras.
Fuera de ellas, podía ser controlador, dominante y, en ocasiones, cruel.
Piporro aseguró haber presenciado escenas que lo dejaron helado: “Una vez lo vi gritarle a una extra como si fuera basura.
Nadie dijo nada porque era Pedro Infante.
Pero yo no lo olvidé jamás”.
La revelación más fuerte vino después.
Piporro insinuó que muchos de los romances que rodeaban al ídolo no fueron precisamente consensuados ni tan románticos como los vendía la prensa.
Habló de favores, de manipulación emocional, de jóvenes actrices que “se veían obligadas a sonreír aunque por dentro lloraban”.
Aunque no dio nombres específicos, sus palabras fueron contundentes: “Había miedo.
Había silencio.
Y había poder.
Pedro lo sabía y lo usaba”.
Además, Piporro reveló que durante los rodajes, Infante solía ejercer una influencia tan aplastante que incluso los directores cedían ante él.
“Si Pedro decía que una escena no iba, se cancelaba.
Si decía que una actriz no le gustaba, la sacaban.
Tenía el control total, y eso lo convirtió en alguien difícil, aunque nadie se atreviera a decirlo”.
Pero lo más doloroso, según Eulalio, era ver cómo se construía un mito con base en una versión cuidadosamente manipulada de la realidad.
“No digo que fuera un monstruo, pero definitivamente no era el santo que México quiso ver”, afirmó.
Piporro también lamentó que muchas de las anécdotas felices que se repetían una y otra vez en programas, libros y entrevistas eran falsas o distorsionadas.
“Yo estuve ahí.
Lo viví.
Y a veces me preguntaba si hablaban de la misma persona”.
Confesó que durante años se sintió culpable por no hablar, por permitir que la leyenda creciera sin mostrar sus sombras.
Pero justificó su silencio diciendo que en aquella época, denunciar a una figura como Pedro Infante era prácticamente un suicidio profesional.
Estas declaraciones han provocado un sismo entre los seguidores más fervientes del ídolo.
Mientras algunos las rechazan por completo, otros piden una reevaluación crítica de la historia oficial.
¿Es posible que detrás de esa sonrisa encantadora y esa voz inolvidable se escondiera un hombre mucho más complejo, y en ocasiones, oscuro?
Aunque Eulalio González ya no está para responder preguntas, su testimonio ha abierto una puerta que difícilmente podrá cerrarse.
Porque más allá del escándalo, lo que ha dejado claro es que la fama no siempre va de la mano con la virtud, y que incluso los ídolos más grandes tienen rincones ocultos que nunca salieron a la luz… hasta ahora.
La historia de Pedro Infante puede que no cambie del todo, pero sí ha recibido un golpe directo a su pedestal.
Y ese golpe viene nada menos que de un compañero que lo conoció como pocos: el inolvidable Piporro.