“El ERROR del CHE en sus últimas 24 horas: La verdad PROHIBIDA que te va a ROMPER el corazón”
El 9 de octubre de 1967, el mundo fue testigo de una de las muertes más significativas del siglo XX: la ejecución de Ernesto “Che” Guevara en La Higuera, Bolivia.

Considerado uno de los revolucionarios más influyentes de la historia, su vida y su legado continúan siendo objeto de fascinación, admiración y debate.
Sin embargo, la historia que rodea sus últimas 24 horas de vida está llena de detalles desconocidos, momentos que, en retrospectiva, pudieron haber alterado su destino y, quizás, cambiado el curso de la historia.
Hoy, por primera vez, se revela uno de los errores más desgarradores que cometió el Che en sus últimos momentos, un error que marcó su final y que, sin duda, va a romper el corazón de quienes veneran su figura.
Tras varios meses de intensas luchas guerrilleras en las montañas de Bolivia, Che Guevara, junto a un pequeño grupo de guerrilleros, fue capturado por el ejército boliviano el 8 de octubre de 1967.
La situación era desesperada: su ejército estaba prácticamente destruido, las fuerzas contrarias superaban en número y poder, y el Che sabía que su lucha llegaba a su fin.

A pesar de la captura, se mantenía firme en sus ideales, convencido de que la revolución debía seguir adelante, aunque él ya no fuera parte de ella.
Lo que ocurrió en sus últimas horas, sin embargo, está rodeado de tragedia y decisiones que, de haberse tomado de otro modo, podrían haber cambiado su destino.
En su captura, el Che fue herido y llevado a una pequeña escuela en La Higuera, un lugar apartado de la civilización.
Allí fue interrogado y custodiado mientras las autoridades bolivianas, con la colaboración de la CIA, decidían qué hacer con él.
Sin embargo, la oportunidad de sobrevivir a la ejecución se desvaneció debido a un error humano y estratégico que, con el tiempo, muchos consideran uno de los grandes deslices de Guevara en ese momento crítico.
Según diversas fuentes, durante su cautiverio, Che Guevara cometió un error fatal al tratar de mantener la esperanza y las convicciones revolucionarias a toda costa, incluso cuando ya no había forma de salvar a su guerrilla ni de ganar la guerra.

En un momento clave de su cautiverio, Guevara decidió no hacer uso de una oportunidad crucial para negociar su vida.
Se ofreció voluntariamente a ser trasladado a otro lugar donde, según algunos informes, sus compañeros de lucha podrían haberlo rescatado o, al menos, organizado un intercambio.
Sin embargo, su orgullo y su deseo de morir como un guerrillero, luchando hasta el final por su causa, lo llevaron a rechazar esta oportunidad.
En lugar de negociar su vida, se negó rotundamente a ceder, lo que significó que la única opción que quedaba para los militares era ejecutar al hombre que había sido un símbolo del cambio social y la lucha contra el imperialismo.
El error, según muchos de sus seguidores y analistas históricos, fue el rechazo a rendirse o a intentar salvarse mediante una negociación.
Guevara pensaba que ceder significaría traicionar sus ideales, pero esa negativa a huir o pedir clemencia lo colocó frente a un destino irreversible.
En esos momentos, Guevara debía haber entendido que su vida no solo valía por lo que podía hacer en el campo de batalla, sino por lo que representaba para los miles de personas que seguían su ejemplo.
Su muerte, por tanto, no solo fue la de un hombre que se negó a rendirse, sino también la de un líder que no entendió el poder de la supervivencia cuando el sacrificio ya no cambiaría nada.
El día de su ejecución, Guevara fue llevado a un pequeño patio, donde los soldados bolivianos lo esperaban para matarlo.
En ese momento, el Che, aún firme en sus ideales, no mostró miedo.
De acuerdo con los testimonios, su última frase, dirigida a uno de los soldados, fue: “Sé que vas a matarme.
Dispara, cobarde, solo vas a matar a un hombre.
” Pero en sus últimos momentos, el error de no haber intentado salvar su vida lo había convertido en un mártir, en un símbolo para los revolucionarios de todo el mundo.
Lo que muchos no sabían en ese entonces es que, al morir, el Che también sellaba la continuación de su mito.
Su muerte, aunque trágica, lo convirtió en un símbolo perdurable, mucho más grande que cualquier causa política que hubiera defendido en vida.
El Che murió, pero su imagen y su mensaje de lucha no desaparecieron.
De hecho, su legado se expandió aún más después de su muerte, alimentado por la pasión de los movimientos revolucionarios y por su imagen, que se convirtió en un ícono internacional.
Pero si el Che hubiera tomado la decisión de salvar su vida, quizás su destino hubiera sido diferente.
Quizás hubiera tenido la oportunidad de seguir luchando por la revolución en otros lugares, de cambiar el curso de las luchas sociales de América Latina.
Con el tiempo, la promesa de un Che Guevara que viviera y continuara la lucha se desvaneció.
En lugar de ser una figura de lucha que vivió para ver la victoria de sus ideales, Guevara se convirtió en un mártir, cuya muerte inspiró una generación.
El error de no negociar su supervivencia le otorgó una inmortalidad que nunca pidió, pero que le fue impuesta por aquellos que seguían sus pasos.
Hoy, más de medio siglo después de su muerte, la figura de Che Guevara sigue siendo controversial, venerada por algunos y criticada por otros.
La revelación de este error en sus últimas horas, sin embargo, arroja una nueva luz sobre su vida y su legado.
Fue un hombre decidido, dispuesto a sacrificarse por sus ideales, pero también un hombre cuya muerte podría haberse evitado si hubiera tomado una decisión diferente.
Su última jornada es un recordatorio de lo que significa luchar por un sueño, pero también de la inevitabilidad de la muerte cuando las circunstancias no permiten ninguna otra opción.
La historia de Che Guevara es una de valentía, sacrificio, y errores humanos que se convirtieron en lecciones para el futuro.
Su vida, y su muerte, siguen siendo una poderosa llamada a la reflexión sobre lo que estamos dispuestos a arriesgar por nuestras convicciones.