Cantó al padre, a la ternura y a la paz… pero terminó huyendo en la noche: la vida secreta de Piero, el artista que sobrevivió al exilio, al silencio y al olvido mientras el mundo seguía cantando ‘Mi viejo’ 🕯️🎸

Piero de Benedictis (@PieroCantautor) on X

El nombre completo de Piero es Piero Antonio Franco de Benedictis, aunque durante años ese dato estuvo envuelto en confusión.

En la época dorada de la radio, muchos locutores lo presentaban erróneamente como José Piero.

El error se repitió tantas veces que terminó convirtiéndose en una verdad aceptada.

José nunca fue parte de su nombre, pero ese malentendido lo acompañó durante décadas, construyendo una identidad paralela que casi nadie se tomó el trabajo de cuestionar.

Antes de la fama, la historia de Piero comenzó con su padre, Don Lino, un inmigrante italiano que había logrado levantar una vida modesta pero estable.

Tenía una pequeña tienda donde vendía tocadiscos, fonógrafos y equipos de audio.

Ese negocio sostenía a toda la familia.

Todo parecía funcionar hasta que, una madrugada, Don Lino despertó con una angustia imposible de explicar.

Al amanecer fue al local y encontró el lugar completamente vacío.

No había sido un robo.

Su socio había desaparecido llevándose todo.

En cuestión de horas, la familia quedó arruinada.

Sin ayuda y con deudas acumulándose, Don Lino recurrió a un viejo amigo que vivía en Argentina.

Lo que recibió no fue solo dinero, sino una propuesta: empezar de nuevo.

Vendieron lo poco que tenían y se subieron a un barco.

Cuarenta días en alta mar separaron a Piero de su infancia en Italia y lo arrojaron a una nueva vida en Argentina.

Fue allí donde comenzó a revelarse su destino.

En la escuela pidió anotarse en clases de música, aunque al principio solo encontró teoría y frustración.

Más tarde, sus padres lo inscribieron en un seminario.

No protestó.

Aceptó en silencio.

Internaron de urgencia al músico Piero en Ecuador | canal26.com

Hasta que un día, durante una misa, escuchó guitarras horriblemente desafinadas.

No pudo soportarlo.

Tomó una, corrigió los acordes y dejó a todos inmóviles.

Desde ese momento, su lugar quedó marcado en la música.

Los sacerdotes lo llevaron a actos benéficos, reuniones comunitarias, pequeños eventos.

Su voz comenzó a circular.

Un productor de Canal 9 lo escuchó.

Luego llegó Philips.

Para 1967, Piero ya giraba por Argentina junto a figuras como Leo Dan y Palito Ortega.

Pero el verdadero punto de quiebre llegó una noche, cuando descubrió que mil personas habían comprado entradas solo para verlo a él.

El pánico fue absoluto.

Estuvo a punto de no salir al escenario.

Cuando finalmente lo hizo, entendió que ya no había marcha atrás.

La alianza con José Cherkaskiy fue decisiva.

José escribía, Piero musicalizaba.

De esa química nació primero Llegando, llegaste, y luego Mi viejo.

La canción se volvió inmortal.

Viajó por América Latina, Europa, fue reinterpretada por Vicente Fernández, Rocío Banquels, Elefante.

Se convirtió en un himno familiar.

Pero mientras el mundo cantaba, algo se gestaba en las sombras.

A comienzos de los años 70, Argentina entró en una espiral política oscura.

Canciones que Piero había escrito desde la introspección fueron adoptadas como himnos de protesta.

El gobierno reaccionó con censura.

Discos quemados, prohibiciones en radio y televisión, contratos rotos.

Luego llegaron los rumores: querían dar un escarmiento.

Secuestrarlo.

Intimidarlo.

Callarlo.

La madrugada del 29 de julio de 1976, una advertencia le salvó la vida.

“Tu nombre está en una lista.

Vienen esta noche.

” Huyó con lo puesto.

Ordenan capturar a Piero, autor de "Mi viejo"

Minutos después, un Ford Falcon verde se detuvo frente a su edificio.

Destrozaron su departamento.

No lo encontraron.

Tenía 31 años y su delito había sido cantar.

El exilio lo llevó a Madrid.

Luego al campo.

Cultivó verduras para sobrevivir.

Vivió en silencio.

Más tarde volvió, pero ya nada era igual.

Se mudó a Colombia, donde una tragedia volcánica lo encontró ayudando en rescates y donando lo poco que tenía.

Ese compromiso le valió la ciudadanía colombiana y confirmó algo que siempre fue cierto: Piero nunca perteneció a un solo lugar.

Grabó 33 discos.

Protagonizó una película.

Intentó la política en Italia.

Enfermó.

Sobrevivió a una neumonía bilateral que casi lo mata en 2023.

Y aun así volvió.

El 7 de junio de 2024 subió a un escenario en Lima.

No fue solo un concierto.

Fue un ajuste de cuentas con la historia.

Hoy, con más de 80 años, Piero sigue cantando.

No porque la vida haya sido amable con él, sino porque nunca supo hacer otra cosa.

Mientras muchos recuerdan solo una canción, su verdadera historia es la de un hombre que perdió todo varias veces… y aun así eligió seguir cantando.

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