😢 La Verdadera Tragedia de Andrés Soler: Fama, Soledad y el Dolor que Nadie Vio Venir
Grupo Exterminador saltó a la fama en los años 90 con un estilo musical que rompía esquemas y desafiaba todos los límites de la censura.
Con corridos bélicos como “El Padre de Todos” o “La Pedrada”, no solo pusieron a bailar a miles, sino que narraron la vida brutal del narco y del crimen con una crudeza que incomodaba.
Eran amados por el pueblo y odiados por los medios.
Pero mientras sus discos se vendían por millones y sus conciertos se llenaban, algo más se cocinaba fuera del escenario.
Al mismo tiempo, el legendario Mario Almada, actor de más de 300 películas de acción, seguía consolidando su imagen como el eterno justiciero armado hasta los dientes.
Era el rostro del cine violento, ese que mostraba balaceras interminables, venganzas personales y policías corruptos.
Aunque muchos veían sus películas como puro entretenimiento barato, Almada tenía un control total sobre los guiones, los personajes y hasta el mensaje final.
No era un simple actor: era el arquitecto de un universo cinematográfico basado en el caos y la justicia a su modo.
La gran sorpresa llegó cuando se descubrió que varias canciones de Grupo Exterminador estaban inspiradas directamente en películas protagonizadas por Mario Almada.
Pero eso era solo la punta del iceberg.
En entrevistas poco difundidas, miembros del grupo confesaron que desde mediados de los 90, habían tenido reuniones privadas con Almada para discutir colaboraciones, ideas de guiones y hasta la producción de una cinta juntos.
Lo que nadie sabía es que Almada era fan declarado de los corridos bravos y encontraba en las letras de Grupo Exterminador una extensión musical de lo que él hacía en pantalla.
Para él, el grupo no era solo un fenómeno musical, sino los cronistas modernos de una realidad que él había retratado durante décadas en celuloide.
Así nació una alianza informal pero profunda: ellos cantarían la calle, él la dispararía en el cine.
Incluso hay rumores no confirmados de que Mario Almada ayudó a financiar parte de una gira del grupo durante una etapa en la que enfrentaban problemas de censura y bloqueos mediáticos.
A cambio, Grupo Exterminador habría prometido escribir un corrido especial inspirado exclusivamente en la vida ficticia de uno de los personajes recurrentes de Almada, “el vengador solitario”.
Pero el punto más oscuro de esta historia salió a la luz cuando, años después de la muerte de Mario Almada en 2016, se filtró un documento que supuestamente formaba parte de un proyecto audiovisual secreto.
En este guión, nunca filmado ni publicado, aparecían referencias directas a letras de Exterminador, escenas planeadas con base en sus canciones más controversiales, y una trama que implicaba una red de justicia por mano propia operando en la frontera norte del país.
Los críticos no tardaron en reaccionar.
Algunos acusaron a ambos de glorificar la violencia y alimentar la narrativa del narco como antihéroe.
Otros, en cambio, los defendieron como artistas que simplemente retrataban lo que otros preferían ignorar.
Pero lo cierto es que este vínculo, oculto por años, cambió la forma en que entendemos el cine y la música popular en México.
La figura de Mario Almada ya era mítica por sí sola, pero al unirse —aunque en secreto— con la energía provocadora de Grupo Exterminador, se creó un legado cultural explosivo que sigue generando debate.
La línea entre ficción y realidad se borró, y el resultado fue una generación marcada por balas, guitarras y relatos sin censura.
Hoy, ese secreto ya no puede esconderse.
La conexión entre Grupo Exterminador y Mario Almada no fue casualidad.
Fue una estrategia, un lenguaje compartido y una visión del mundo cruda, directa y sin concesiones.
Dos mundos —el del cine de acción y el del corrido bélico— que parecían distantes, pero que siempre estuvieron disparando en la misma dirección.