Naleigh nació en Corea del Sur en 2009, en circunstancias que parecían condenarla a una vida difícil.

Su madre biológica la abandonó en un hospital de Seúl poco después de dar a luz, y sin nadie que la reclamara, fue trasladada a un orfanato llamado Namsan Wang.

Durante sus primeros meses de vida, Naleigh enfrentó enormes desafíos, incluyendo una cirugía a corazón abierto debido a un problema congénito.

Sin embargo, su destino cambió radicalmente cuando fue adoptada por la famosa actriz de Hollywood Katherine Heigl y su esposo Josh Kelly, quienes le ofrecieron un hogar lleno de amor, estabilidad y oportunidades.

 

La historia de Naleigh comienza en un hospital de Seúl, donde su madre la dejó sola apenas un día después de su nacimiento.

Las autoridades surcoreanas buscaron a la madre durante un mes, pero pronto quedó claro que no regresaría.

Así, la bebé fue llevada al orfanato Namsan Wang, donde pasó sus primeros nueve meses en condiciones precarias y con un grave problema de salud que requirió cirugía cardíaca.

 

El abandono y la incertidumbre marcaron sus primeros días, pero lo que parecía una vida sin esperanza estaba a punto de cambiar gracias a la intervención de una familia que buscaba crecer a través de la adopción.

 

Katherine Heigl, actriz reconocida mundialmente y con una carrera consolidada en Hollywood, siempre tuvo un vínculo especial con Corea del Sur.

Sus padres adoptaron a su hermana de ese país años antes, y ella misma había expresado su deseo de que su familia reflejara ese origen.

Por eso, cuando ella y su esposo comenzaron la búsqueda para adoptar, Corea del Sur fue su primera opción.

 

En 2009, cuando Heigl tenía 31 años, la pareja encontró a Naleigh y se enamoró de ella al instante.

Decidieron adoptarla y llevarla a Estados Unidos para comenzar una nueva vida.

Para entonces, Katherine Heigl ya era una superestrella con una fortuna estimada en 33 millones de dólares, mientras que su esposo Josh Kelly tenía un patrimonio valorado en 10 millones.

 

La transición de Naleigh fue radical: pasó de un orfanato en Corea a una lujosa mansión en Utah, rodeada de comodidades y una familia que la amaba profundamente.

Sin embargo, la adaptación no fue sencilla para nadie.

Katherine Heigl confesó que durante un tiempo sintió que Naleigh no respondía al afecto que le daba, lo que la hizo dudar de su capacidad como madre.

El trabajo de Heigl la mantenía frecuentemente alejada de casa, y a menudo pasaba más tiempo con sus trillizos en el set de grabación que con Naleigh.

Esta situación generó en la actriz sentimientos de culpa y preocupación por no lograr conectar plenamente con su hija mayor.

 

El punto de inflexión llegó en 2012, cuando Naleigh corrió hacia su madre en el set de un programa de televisión y la abrazó con fuerza.

Ese momento confirmó para Heigl que el vínculo entre ellas era fuerte y real.

Además, su esposo Josh Kelly compuso una canción llamada “Naleigh Moon” para expresar su amor por la niña, mostrando la importancia que tenía en su familia.

 

A partir de entonces, Naleigh se convirtió en una fuente inmensa de felicidad para Heigl, quien la describe como “la niña que me convirtió en madre, la que le dio propósito, significado y dirección a mi vida”.

 

En 2012, la familia adoptó a su segunda hija, Adelaide, esta vez de Luisiana.

Aunque inicialmente planeaban otra adopción internacional, encontraron dificultades debido a los cambios en las leyes de adopción en Corea y China.

Sin embargo, en 2017, Heigl quedó embarazada de manera natural y dio la bienvenida a su hijo biológico, Joshua.

 

El nacimiento de Joshua estuvo marcado por complicaciones, pero finalmente la familia estaba completa: dos hijas adoptadas y un hijo biológico.

A pesar de los retos de la maternidad y la carrera, Heigl se esfuerza por mantener un equilibrio y ofrecer a sus hijos una infancia feliz y estable.

 

Para poder participar más activamente en la vida de sus hijos, la familia se mudó a un rancho en las afueras de Utah.

Este entorno rural, lejos del bullicio de Los Ángeles, les ofrece tranquilidad y la oportunidad de vivir en contacto con la naturaleza.

 

El rancho es el hogar de varios animales, incluidos perros, gatos, gallinas, cabras y caballos.

Los niños disfrutan pasar tiempo al aire libre, junto al río y cuidando a los animales, lo que les brinda una infancia diferente y enriquecedora.

 

Con 15 años, Naleigh ha crecido siendo una joven inteligente y creativa.

Katherine Heigl la describe como su “mejor amiga” y una persona increíblemente ingeniosa.

Aunque vive en una casa valuada en 4 millones de dólares, con impresionantes vistas a las montañas y comodidades de lujo, su madre se esfuerza por darle una vida lo más normal posible.

 

Por ejemplo, Naleigh no tiene cuentas propias en redes sociales y solo aparece ocasionalmente en el Instagram de su madre, lo que refleja el deseo de Heigl de proteger la privacidad y la infancia de sus hijos.

 

Además, Katherine ha llevado a Naleigh varias veces a Corea del Sur para que mantenga un vínculo con su cultura natal y ha involucrado a su hija en labores humanitarias, fomentando valores de empatía y solidaridad.

 

La historia de Naleigh y Katherine Heigl es un ejemplo conmovedor de cómo el amor y la dedicación pueden transformar vidas.

Más allá del origen biológico, lo que define a una familia es el cariño, el cuidado y el compromiso mutuo.

Heigl ha compartido abiertamente sus dudas, miedos y desafíos como madre adoptiva, mostrando la complejidad y belleza de esta experiencia.

Su mensaje es claro: el verdadero padre o madre es quien da amor, no solo quien da a luz.

 

De una niña abandonada en un orfanato en Corea del Sur a una joven feliz y amada en Utah, la vida de Naleigh es un testimonio del poder de la adopción y la familia.

Gracias a Katherine Heigl y Josh Kelly, Naleigh encontró no solo un hogar, sino también una familia que la valora y la apoya incondicionalmente.

 

Esta historia inspira a reflexionar sobre la importancia de abrir el corazón y el hogar a quienes más lo necesitan, demostrando que el amor es el lazo más fuerte que puede unir a las personas.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.