💔A 30 años de su partida, la esposa de Abel Salazar rompe el silencio y revela lo que calló por décadas
El 21 de octubre de 1995 el mundo del espectáculo mexicano se vestía de luto.
Abel Salazar, actor, productor y uno de los rostros más queridos de la Época de Oro del cine, fallecía dejando un legado enorme… y un silencio que duró tres décadas.
Ahora, su esposa —que durante años se negó a dar entrevistas y se mantuvo al margen del foco mediático— ha roto el silencio con declaraciones que han dejado a todos con la piel erizada.
En una entrevista exclusiva con un medio cultural mexicano, su viuda, visiblemente emocionada, confesó que había decidido hablar porque “ya no podía seguir llevándose a la tumba tantas verdades”.
Y desde la primera frase, quedó claro que lo que tenía que decir no era simplemente un homenaje, sino un testimonio cargado de emociones, secretos y dolor acumulado.
Lo primero que reveló fue la verdadera condición de salud de Abel en sus últimos años.
“La gente piensa que solo fue el cáncer, pero lo que lo mataba por dentro era la tristeza.
Él ya no quería pelear más”, afirmó.
Según relató, Salazar vivió los últimos cinco años de su vida con una depresión profunda que fue escondida incluso de sus amigos más cercanos.
“Se cansó de fingir fuerza.
El cine le dio todo, pero también se lo cobró con creces”, dijo con voz quebrada.
Además, mencionó que en sus últimos meses, Abel se sentía traicionado por varios colegas del medio artístico.
“Lo dejaron solo.
Cuando él producía, todos lo buscaban.
Pero cuando enfermó, nadie lo llamaba.
Sentía que lo habían olvidado”, confesó.
Incluso relató que hubo actores y directores que aprovecharon su ausencia para quedarse con proyectos que él mismo había iniciado.
Aunque evitó dar nombres, dejó entrever que hay figuras aún activas que “le deben mucho más que un agradecimiento”.
Uno de los momentos más fuertes de la entrvista fue cuando, entre lágrimas, reveló que el día antes de su muerte, Abel le pidió perdón.
“Me dijo: ‘Perdóname por no ser el hombre que prometí.
Me perdí en el cine, me olvidé de ti y de mí mismo’.
Esa noche supe que algo en él ya se había rendido.
” La confesión estremeció al público, especialmente porque por años se pintó la imagen de un Salazar fuerte, visionario y siempre firme.
La viuda también habló del lado más humano y desconocido del actor.
Contó que le encantaba cocinar en las madrugadas, que tenía una obsesión por leer cartas antiguas de sus padres, y que guardaba una caja con recortes de cada crítica —buena o mala— que alguna vez se publicó sobre sus películas.
“Era sensible, más de lo que la gente imagina.
Cada palabra lo marcaba”, expresó.
Otra revelación que dejó a muchos boquiabiertos fue sobre su situación económica en sus últimos años.
A pesar de haber trabajado en más de 90 producciones, y de ser considerado uno de los productores más importantes del país, Abel Salazar murió endeudado.
“Los negocios no salieron como esperábamos.
Hubo malas inversiones y muchos se aprovecharon de su confianza”, relató con tristeza.
La decisión de guardar silencio durante tanto tiempo fue, según ella, por respeto a su intimidad y al legado que dejó.
“No quería manchar su nombre.
Pero creo que el verdadero homenaje es contar quién fue de verdad: con sus luces y sus sombras”.
Y eso hizo.
Las reacciones no tardaron en llegar.
Figuras del cine, críticos y periodistas han comenzado a comentar las declaraciones, muchos de ellos reconociendo que nunca imaginaron que el ícono del cine mexicano había enfrentado una batalla tan silenciosa y dolorosa.
Incluso se ha sugerido que una nueva serie documental sobre su vida debería incluir estas confesiones, ya que le darían una dimensión mucho más humana a su figura.
Treinta años después, la historia de Abel Salazar aún conmueve.
Pero ahora, gracias a las palabras valientes de su esposa, el ídolo de siempre se convierte también en un hombre real: con temores, errores, derrotas y una sensibilidad que ocultó del mundo.
Porque a veces, el silencio grita más fuerte que los aplausos.
Y hoy, esa voz que calló por tres décadas, por fin fue escuchada.