Las infantas Elena y Cristina
Cristina vive en Ginebra, al menos en teoría y a efectos fiscales, en un apartamento con todos los lujos pero se mueve por España y por el mundo con una frecuencia propia de una vip: coge aviones constantemente para visitar a su familia: visita Londres, donde se encuentran tres de sus hijos (Juan, Irene y Miguel), Barcelona, donde están Pablo y su novia, Madrid, donde están su hermana, su madre y muchas de sus amigas, y Abu Dabi, donde está su padre y adonde se desplazará en fin de año junto a su hermana para ver llegar el Año Nuevo con el Emérito y posiblemente con su hijo Juan y sus sobrinos Victoria Federica y Froilán, instalado en el Golfo Pérsico.
El resto de los hijos de la infanta Cristina pasarán la Nochevieja en Vitoria con su abuela paterna. La Nochebuena y la Navidad Cristina estará en España, “probablemente, entre Barcelona y Madrid”, ya que para la infanta es importante compartir con su madre la reina Sofía esos días, nos explica una íntima amiga de la infanta Elena.
La ex mujer de Urdangarin, recordemos, está apartada hace años de la Casa Real pero sigue sujeta a los dictados de Zarzuela y el acercamiento a su hermano desde que se confirmó su divorcio parece evidente.
Cristina de Borbón lleva años transitando entre el peso de su apellido y la búsqueda de un equilibrio personal. Apartada formalmente de la Casa Real tras los escándalos que marcaron su matrimonio con Iñaki Urdangarin, su vida no transcurre ahora tan lejos de Zarzuela como antes, cuando estaba con Iñaki.
Las raíces que la conectan con su familia permanecen intactas. Vive en Ginebra, en un apartamento lujoso que refleja su estatus, pero sus días están lejos de ser sedentarios: su ritmo es el de una verdadera ciudadana global.
Cristina se desplaza con frecuencia entre las principales ciudades donde residen sus seres queridos.
En Londres, donde vive su hijo mayor, Juan, dedica tiempo a conocer de cerca sus proyectos profesionales vinculados a la sostenibilidad.
En Barcelona, mantiene contacto con Pablo, la figura más mediática de sus hijos, que alterna sus estudios de gestión deportiva con su carrera como jugador de balonmano. Madrid, por su parte, es el refugio donde visita a su madre, la reina Sofía, y a su hermana Elena, quienes siguen siendo pilares fundamentales en su vida.
Pero su itinerario no se limita a Europa. Abu Dabi, el enclave que ahora acoge al rey emérito Juan Carlos I, es otra parada clave en el calendario de Cristina. Allí, planea despedir 2024 junto a su hermana Elena y posiblemente en compañía de su hijo Juan y sus sobrinos, Victoria Federica y Froilán, este último instalado en el Golfo Pérsico.
Mientras tanto, los otros tres hijos de la infanta pasarán la Nochevieja en Vitoria, en compañía de su abuela paterna y del propio Iñaki Urdangarin, quien celebrará estas fechas junto a Ainhoa Armentia, como avanza Vanitatis.
Para Nochebuena y Navidad, Cristina estará en España, en un círculo más reducido pero significativo.
Probablemente entre Madrid y Barcelona, estas fechas son una oportunidad para compartir con la reina Sofía, un gesto que subraya la importancia que la infanta otorga a los lazos familiares.
El acercamiento a su hermano, el rey Felipe VI se ha vuelto más visible y la edad de su madre le recuerda que visitarla es cada vez más lógico, frecuente y conveniente.
Un cambio de vida tras el divorcio
Desde que su matrimonio terminó, Cristina ha aprendido a moverse entre el ruido mediático y la discreción. Vive alejada de la exposición pública que marcó buena parte de su vida, pero sin renunciar a los privilegios y comodidades que su posición le permite.
En Ginebra, encontró el refugio necesario para superar el escándalo del Caso Nóos y reconstruir una cotidianidad más serena. Sus compromisos laborales, vinculados a la Fundación La Caixa y a proyectos internacionales como Isglobal, la mantienen ocupada y le ofrecen un propósito renovado.
Estas actividades también le permiten seguir viajando por el mundo, participando en iniciativas globales que reflejan su interés por la cooperación internacional y las causas sociales.
Aunque su vida ha cambiado profundamente, el pasado sigue presente en muchos aspectos de su día a día. Cristina evita coincidir con Iñaki Urdangarin, especialmente cuando este aparece con su novia. Sin embargo, ambos mantienen una relación cordial por el bien de sus hijos, un lazo inquebrantable que sigue marcando sus decisiones.
La infanta ha logrado forjar una red de apoyo que incluye a su hermana Elena, sus hijos y un círculo cercano de amigas que la han acompañado en los momentos más difíciles.
Esta red la sostiene mientras transita por una vida que, aunque sigue marcada por las cicatrices del pasado, le permite mirar hacia el futuro con una serenidad que parecía inalcanzable hace apenas unos años.
El fin de 2024 será una metáfora del momento que vive Cristina. Entre los reencuentros familiares en Abu Dabi y las reuniones más íntimas en España, su vida se debate entre el lujo de sus viajes y la simplicidad de los gestos cotidianos. Ya no es la infanta que brillaba en cenas de gala y portadas, pero tampoco una figura derrotada por las circunstancias.
Cristina de Borbón estará siempre cerca de lo que queda de su familia, que es mucho. Parece haber encontrado una nueva forma de habitar su mundo: discreta, libre y consciente de su lugar en una historia que sigue escribiendo.