Los Reyes y sus hijas realizan una visita sorpresa a Catarroja, dos meses después de la DANA, y son recibidos entre aplausos por los vecinos en el mercado.
El 29 de octubre parece aún estar grabado en la memoria colectiva de la provincia de Valencia.
La devastadora DANA que azotó la región dejó a su paso no solo un rastro de dolor y desesperación, sino también una incalculable huella en miles de hogares.
Dos meses después de la tragedia, los Reyes de España, Felipe VI y Letizia, decidieron hacer una visita sorpresiva a algunos de los lugares más golpeados por la riada, acompañados por sus hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía.
Esta vez, no se trataba de un acto protocolario o institucional; era una incursión personal para mostrarles a las jóvenes las secuelas de aquel desastre natural que dejó 223 víctimas mortales y miles de damnificados.
El lugar elegido para esta acción de apoyo fue el corazón de la tragedia: Catarroja, uno de los municipios más afectados.
El desembarco real en Catarroja no fue anunciado oficialmente, lo que aumentó el impacto de la sorpresa. Los Reyes llegaron a este municipio, donde 25 personas perdieron la vida, y caminaron por las mismas calles que aún conservan las cicatrices de la riada.
La visita, de carácter completamente privado, se convirtió rápidamente en un baño de multitudes.
Los vecinos del lugar, emocionados y agradecidos por la presencia de la Familia Real, coreaban vítores como “¡viva el Rey!” mientras los monarcas, acompañados solo de su equipo de seguridad y protocolo, se mezclaban entre ellos, mostrando una cercanía inusual para una Casa Real.
Las imágenes de la Familia Real caminando por las calles de Catarroja y charlando con los residentes se convirtieron en una poderosa declaración de apoyo y cercanía.
No fue una visita oficial acompañada por autoridades locales, como había ocurrido en otras ocasiones previas.
En lugar de eso, los Reyes y sus hijas decidieron hacer una visita más espontánea y libre de formalidades, lo que permitió que la gente se acercara para estrechar la mano de los monarcas, tomar fotos con ellos y expresar su gratitud.
En este sentido, la Familia Real no solo se limitó a recorrer las calles de Catarroja.
En el mercado municipal, un punto neurálgico de la vida social del pueblo, los Reyes no dudaron en hacer una parada, demostrando una vez más su cercanía con la población local.
La imagen de Felipe VI y Letizia interactuando con los vecinos de Catarroja fue, sin lugar a dudas, un símbolo de esperanza y resiliencia para aquellos que aún luchan por recuperar la normalidad.
Pero la visita no se limitó solo a Catarroja. Los Reyes también se dirigieron a Picanya y Alaquàs, otros dos municipios gravemente afectados por las fuertes lluvias y la consiguiente riada.
En cada uno de estos lugares, las escenas fueron similares.
Los monarcas compartieron un rato con los vecinos, que no dejaban de agradecerles su presencia, y también posaron para fotos, un gesto que, para muchos, representaba un reconocimiento a su sufrimiento y la atención de la Corona a sus problemas.
En Picanya, la calidez del recibimiento fue abrumadora, y tanto Felipe VI como Letizia no dudaron en intercambiar algunas palabras con los residentes, dejando claro que su visita no era solo una cuestión protocolaria, sino un acto genuino de apoyo.
La sorpresa y el apoyo de los Reyes se extendieron más allá del terreno de la solidaridad.
Tras la visita a los municipios, la familia real decidió aprovechar la ocasión para disfrutar de una comida en La Albufera, otro de los sitios más afectados por las lluvias y que, al mismo tiempo, es uno de los destinos más representativos de la gastronomía valenciana.
En el restaurante El Palmar, conocido por sus arroces y paellas, la Familia Real saboreó algunos de los platos más característicos de la región, dando una vez más muestra de su cercanía y conexión con la cultura local.
Lo más curioso de esta visita fue el contexto en el que se desarrolló. La misma mañana en la que los Reyes hicieron su aparición por sorpresa en Catarroja, el municipio se despertó con una noticia que, aunque alejada de la tragedia, se vivió como un respiro de esperanza.
La administración de Lotería de Navidad de la Rambleta, en Catarroja, había vendido un boleto de la serie ganadora del tercer premio, lo que significó un golpe de suerte para muchos residentes que se vieron recompensados con medio millón de euros.
Este acontecimiento resultó ser el toque de alegría que el pueblo necesitaba, justo en el día en que la Familia Real decidía brindar su apoyo directo y cercano a la comunidad.
Para los Reyes y sus hijas, esta visita ha sido mucho más que un simple paseo por los municipios afectados.
Ha sido una manera de compartir el dolor y la esperanza con los habitantes de Catarroja, Picanya y Alaquàs, ofreciendo su apoyo en momentos de recuperación emocional y material.
Además, ha servido como una lección para las princesas Leonor y Sofía, quienes, de primera mano, han podido ser testigos del impacto de la DANA en la vida de los ciudadanos y la fortaleza de la comunidad para seguir adelante.
A pesar de que la visita se desarrolló sin el foco mediático al que suelen estar acostumbrados, lo cierto es que la sorpresa y el contacto directo con la población local fueron recibidos con gran entusiasmo.
Los Reyes y sus hijas han conseguido transmitir, una vez más, que la cercanía y el apoyo en tiempos de crisis son valores fundamentales de la Casa Real.
Esta experiencia, además, marca un antes y un después para Leonor y Sofía, quienes, después de haber estado tan distantes de esta realidad, ahora comprenden mejor la importancia de la empatía y la conexión con los ciudadanos.
Así, mientras la provincia de Valencia continúa enfrentando las secuelas de la DANA, los Reyes y sus hijas dejan claro que, aunque la tragedia puede ser devastadora, la solidaridad y el apoyo nunca deben faltar.