Investigadores proponen que el verdadero Monte Sinaí no estaría en Egipto, sino en Arabia Saudita, específicamente en la montaña Jebel Alaus, que coincide con descripciones bíblicas del encuentro de Moisés con Dios.

En un giro sorprendente que podría cambiar la historia tal como la conocemos, investigadores han presentado evidencia que sugiere que el verdadero Monte Sinaí, el lugar sagrado donde Moisés se encontró con Dios, no se encuentra en Egipto, como se ha creído durante siglos, sino en Arabia Saudita.
Este hallazgo desafía la narrativa tradicional y plantea preguntas profundas sobre lo que realmente sabemos acerca de los eventos bíblicos.
Durante años, los estudiosos han buscado el Monte Sinaí en la península del Sinaí, pero ¿y si todo este tiempo hemos estado mirando en el lugar equivocado?
La nueva evidencia apunta a una montaña en el noroeste de Arabia Saudita, conocida como Jebel Alaus, que parece coincidir con las descripciones bíblicas del Monte Sinaí.
Con más de 2,400 metros de altura, su cima ennegrecida sugiere que pudo haber sido expuesta a un calor extremo, lo que coincide con el relato en Éxodo, donde se dice que el monte se cubrió de humo porque el Señor descendió sobre él en fuego.
Los descubrimientos en esta región han dejado a muchos boquiabiertos. Se ha encontrado una roca gigantesca, perfectamente dividida, que según la Biblia fue golpeada por Moisés para que brotara agua.
Además, un altar construido con grandes piedras planas y grabados de toros y becerros, que evocan la historia del becerro de oro, han sido localizados en las cercanías.
Estos hallazgos no solo son fascinantes desde una perspectiva arqueológica, sino que también ofrecen una conexión tangible con los relatos bíblicos.

La montaña Jebel Alaus ha estado rodeada de misterio. Las autoridades saudíes han restringido el acceso a esta zona, apostando guardias armados y limitando la entrada de investigadores.
Este secretismo ha alimentado especulaciones sobre lo que realmente se oculta en esta región.
¿Por qué se vigila tan celosamente un lugar que, según se dice, no tiene nada que esconder? Las imágenes satelitales muestran irregularidades en la resolución de esta área, lo que sugiere que hay un interés por mantenerla oculta.
Los beduinos de la región han llamado a esta montaña “Yval Musa”, o la montaña de Moisés, lo que indica que la tradición oral ha mantenido viva la conexión entre este lugar y la historia bíblica.
Esta montaña, casi ignorada por el mundo exterior, podría ser el verdadero testigo de un encuentro divino, un lugar que ha permanecido en la sombra mientras el mundo ha mirado hacia el Sinaí egipcio.
La evidencia no solo se limita a la geografía. Los estudios geológicos han revelado que el ennegrecimiento de la cima de Jebel Alaus no es consecuencia de la erosión, sino de un evento súbito que podría haber sido provocado por un fuego celestial.
Esto se alinea con la descripción bíblica de un monte que temblaba y estaba envuelto en humo y fuego, lo que invita a la reflexión sobre la posibilidad de que este lugar sea el sitio donde Dios habló con Moisés.

El impacto de este descubrimiento podría ser monumental. Si se confirma que Jebel Alaus es el verdadero Monte Sinaí, las implicaciones para la religión, la academia y la industria del turismo religioso serían enormes.
La narrativa tradicional de la ubicación del Monte Sinaí se vería desafiada, y las instituciones religiosas tendrían que reevaluar siglos de enseñanza y tradición.
Además, la industria del turismo en Egipto, que ha prosperado gracias a la imagen del Monte Sinaí, podría verse gravemente afectada.
Este hallazgo no solo es un hito arqueológico; es una invitación a reconsiderar lo que conocemos sobre la historia sagrada. La posibilidad de que el verdadero Monte Sinaí haya sido redescubierto plantea preguntas sobre la fe y la búsqueda de la verdad.
Mientras los escépticos podrían burlarse de estas afirmaciones, la evidencia sigue acumulándose, desafiando la comodidad de las creencias establecidas.
En un mundo donde la información se comparte instantáneamente y la tecnología revela lo que antes estaba oculto, este descubrimiento podría ser un llamado a la reflexión espiritual.
La historia de Jebel Alaus no es solo una cuestión de geografía; es una invitación a explorar la conexión entre lo divino y lo humano, entre lo antiguo y lo contemporáneo.
A medida que la evidencia continúa surgiendo, la pregunta no es si el Monte Sinaí existe, sino si estaremos dispuestos a reconocerlo. La verdad puede ser incómoda, pero también es transformadora.
Si este lugar es realmente donde Dios habló con Moisés, entonces es un recordatorio poderoso de que la fe y la historia están intrínsecamente ligadas, y que la búsqueda de la verdad puede llevarnos a lugares inesperados.