La madre de Mario Pineida rompe el silencio y expresa un profundo dolor, asegurando que la muerte de su hijo esconde circunstancias oscuras que van más allá de un simple acto de violencia.

La conmoción por la muerte del jugador Mario Pineida sigue latente.
Después de una semana de silencio, su madre ha decidido romper su silencio y compartir los secretos impactantes que rodean la trágica pérdida de su hijo.
En una revelación desgarradora, la madre de Mario confiesa que, desde el momento en que vio el cuerpo sin vida de su hijo, su vida cambió para siempre.
“No quería hablar, pero ya no puedo seguir callando.
Callar se ha vuelto otra forma de morir”, expresa entre lágrimas.
La madre relata cómo ha sido su vida desde la tragedia: “Perdí no solo a Mario, sino también mi sueño, mi calma y mi fe.
Ahora vivo atrapada en pesadillas y un miedo constante.
Las noches son un tormento, me despierto gritando, reviviendo la escena más horrible que una madre puede imaginar: mi hijo desangrándose”.
Con cada palabra, se siente la profundidad de su dolor, un dolor que no solo proviene de la pérdida, sino de las circunstancias que rodearon la muerte de Mario.
“No fue solo un asesinato.
Hay algo más oscuro detrás de esto”, asegura.
Los detalles que comparte son escalofriantes.
Junto al cuerpo de Mario, también fue encontrada la nueva pareja del jugador.
“Dos cuerpos, dos historias, dos destinos cruzados por la violencia”, dice.
La madre de Mario se siente atrapada en una tormenta de emociones, sintiendo rabia, culpa y frustración.
“Hay días en que odio a los sicarios, otros días a las mujeres que se cruzaron en su vida, y hay momentos en que me culpo a mí misma por no haberlo protegido”, confiesa.

La madre revela que Mario llevaba una vida peligrosa, rodeado de conflictos y relaciones complicadas.
Su relación con la mujer que fue su pareja oficial es especialmente tensa.
“Nunca la llamo esposa, siempre la nombro como ‘la ex’.
Eso no pasó desapercibido para el público, que la acusa de proteger a la amante de su hijo”, explica.
Las redes sociales se han convertido en un campo de batalla, donde la madre ha sido atacada brutalmente.
“Me llaman alcahueta, me culpan de la doble vida de Mario.
Eso me consume por dentro”, dice con voz quebrada.
Sin embargo, lo más inquietante son las llamadas anónimas que ha recibido desde la muerte de su hijo.
“Comenzaron a llegar mensajes extraños, voces que me decían que abriera los ojos.
No fue solo un ajuste de cuentas, alguien se benefició de su muerte”, asegura.
Con cada llamada, su mente se llena de sospechas.
“Recuerdo discusiones, amenazas y movimientos raros los días previos al asesinato.
Todo encaja, pero no puedo decirlo en voz alta”, revela.
A medida que avanza la conversación, la madre empieza a insinuar que la autora intelectual detrás de la muerte de Mario podría ser alguien cercano.
“No puedo acusar directamente, pero hay cosas que una madre siente.
Las traiciones vienen de donde menos lo esperas”, dice con un tono de certeza inquietante.
La presión emocional es abrumadora, y mientras el juicio público se intensifica, ella se siente cada vez más aislada.
“Las noches son un infierno.
No duermo, escucho disparos que no están ahí.
A veces pienso que morir sería un descanso, pero hay algo que me mantiene aquí: la necesidad de que la verdad salga a la luz”, confiesa.
Su lucha no es solo por su hijo, sino por su propia paz.
“No puedo dejar que el nombre de Mario quede manchado por mentiras.
Él no murió por casualidad”, enfatiza.

La madre de Mario ha comenzado a hablar con personas de confianza, buscando respuestas en medio del caos.
“He escuchado historias que coinciden, relatos que, sin conocerse entre sí, dicen lo mismo.
La orden no vino de la calle”, asegura.
Con cada revelación, la trama se vuelve más oscura y compleja.
“No puedo permanecer en silencio.
La verdad es peligrosa, pero es lo único que me queda”, dice con determinación.
En un momento de profunda reflexión, la madre comparte su angustia.
“Cuando vi el cuerpo de mi hijo, fue imposible reconocerlo.
Las balas no solo le quitaron la vida, le arrebataron su rostro.
La mujer que murió con él también fue una víctima”, dice, desafiando las narrativas que la rodean.
Su percepción sobre la amante de Mario es sorprendente, ya que no la culpa, sino que ve el cuadro completo.
Sin embargo, su relación con la esposa de Mario es diferente.
“No eran una familia.
El papel decía una cosa, la realidad otra.
No se puede fingir un hogar cuando ya está roto”, afirma.
Estas palabras provocan un estallido en las redes, donde muchos la acusan de encubrir infidelidades.
“Cuando el dolor es demasiado grande, las palabras sobran.
Pero este dolor no me dejará en paz”, concluye.
La historia de Mario Pineida es más que una tragedia familiar; es un laberinto de emociones, secretos y traiciones.
Mientras la madre busca respuestas, el eco de su dolor resuena en cada rincón del país.
“No puedo quedarme callada.
Si me pasa algo, que hablen, que no se queden callados como ahora”, advierte, dejando claro que su lucha por la verdad apenas comienza.