Escaneos con tecnología LIDAR y estudios geofísicos en la meseta de Guiza han detectado estructuras subterráneas simétricas que sugieren la posible existencia de una segunda esfinge enterrada desde hace más de 4.500 años.

Durante siglos, la Gran Esfinge de Guiza ha sido el símbolo indiscutible del antiguo Egipto, un monumento solitario que ha fascinado a generaciones.
Sin embargo, un descubrimiento asombroso ha sacudido los cimientos de la egiptología y podría reescribir la historia tal como la conocemos.
Gracias a la tecnología LIDAR, un sofisticado escáner láser, científicos han detectado lo que parece ser una segunda esfinge, enterrada bajo la arena del desierto, cerca de su famosa hermana.
Este hallazgo se produce en un contexto de creciente interés por los misterios de la civilización egipcia. Los escaneos han revelado formas simétricas y cámaras ocultas que no corresponden a ninguna formación natural.
Las dimensiones de esta posible esfinge son colosales, lo que sugiere que podría ser igual o incluso más antigua que la Gran Esfinge.
Este descubrimiento plantea preguntas inquietantes: ¿Por qué fue enterrada? ¿Quién ordenó ocultarla? ¿Y qué secretos guarda bajo su cuerpo de piedra?
Los investigadores están divididos.
Algunos creen que este hallazgo podría demostrar que la civilización egipcia es miles de años más antigua de lo que se pensaba, mientras que otros advierten que lo que se descubra podría revelar conocimientos prohibidos que nunca debieron salir a la luz.
La comunidad científica se encuentra en un estado de alerta, ya que la posibilidad de que exista una segunda esfinge plantea la necesidad de reconsiderar todo lo que se ha enseñado sobre la historia antigua de Egipto.

La Gran Esfinge, con su imponente figura de león y cabeza humana, ha sido tradicionalmente vinculada al faraón Kefrén.
Sin embargo, la falta de inscripciones que expliquen su propósito ha alimentado la controversia sobre su origen. Durante generaciones, se creyó que solo podía haber una esfinge.
Ahora, con la evidencia que sugiere la existencia de una segunda, las teorías sobre su construcción están cambiando drásticamente.
Los escaneos geofísicos realizados en la meseta de Guiza han revelado formas inusuales bajo la superficie, que parecen ser estructuras talladas.
Estas anomalías han llevado a algunos expertos a creer que podría haber un segundo guardián, construido durante una fase olvidada de la historia egipcia. Si esto es cierto, la antigüedad de esta figura podría transformar nuestra comprensión del Egipto temprano.
El descubrimiento de una segunda esfinge no es una idea nueva. Registros antiguos, como la estela del sueño del faraón Tutmosis, mencionan la existencia de dos grandes guardianes.
Aunque muchos consideraron estas referencias como simbólicas, el interés por la posibilidad de que existiera una segunda esfinge ha resurgido con la llegada de nuevas tecnologías de escaneo.
En la década de 1990, el Dr. Zahi Hawas, un prominente arqueólogo egipcio, discutió la posibilidad de estructuras desconocidas bajo la superficie de Guiza.
Sus comentarios fueron respaldados por escaneos que mostraron formas que no eran naturales, insinuando la presencia de cámaras ocultas.
A medida que avanzaban las investigaciones, se encontraron más anomalías, lo que llevó a la conclusión de que algo grande podría estar enterrado bajo la arena.

La situación se intensificó cuando Ra Abdel Halim, un funcionario del turismo egipcio, anunció que se había encontrado una estatua de tamaño similar a la Gran Esfinge cerca del complejo piramidal.
Sus afirmaciones generaron un gran revuelo en la comunidad académica, con muchos arqueólogos rechazando la idea de una segunda esfinge como infundada.
Sin embargo, Halim se mantuvo firme, argumentando que la falta de inscripciones en la esfinge original podría ser una pista sobre la existencia de otra estatua.
Los escaneos realizados por el equipo de investigación han demostrado que hay formaciones subterráneas inusuales en el área. Utilizando tecnología LIDAR, los investigadores han creado un mapa tridimensional de lo que hay debajo de la superficie.
Los datos revelan líneas demasiado rectas y ángulos demasiado precisos para ser una simple ilusión natural. Estas formas ocultas podrían ser la clave para desvelar los secretos de la civilización egipcia.
Sin embargo, la excavación de este posible segundo guardián presenta serios desafíos. La inestabilidad del lecho rocoso y la proximidad a una de las zonas turísticas más concurridas del mundo hacen que cualquier excavación a gran escala sea arriesgada.
Por ello, el Ministerio de Antigüedades de Egipto ha decidido suspender todas las excavaciones físicas y solo permitir escaneos no invasivos.
Mientras tanto, los satélites de imagen térmica han detectado firmas de calor extrañas que sugieren la presencia de espacios vacíos en la tierra, lo que podría indicar la existencia de cámaras ocultas.
Las lecturas del radar de penetración han mostrado lo que parecen ser túneles que apuntan hacia el antiguo templo de la esfinge, lo que refuerza la idea de que hay una estructura monumental enterrada en el desierto.
La posibilidad de que haya una segunda esfinge plantea preguntas sobre las capacidades de los antiguos egipcios y su comprensión del cosmos. Si esta teoría es cierta, tendríamos que reconsiderar todo lo que sabemos sobre el antiguo Egipto y sus monumentos.
La historia de la civilización egipcia podría ser mucho más compleja de lo que se ha creído hasta ahora, y este descubrimiento podría ser solo la punta del iceberg.
A medida que los investigadores continúan su trabajo, el misterio de la segunda esfinge se profundiza.
Cada nuevo hallazgo y cada escaneo realizado aumentan la intriga y la emoción en torno a este antiguo monumento. La historia de Egipto está lejos de ser completa, y el desierto aún guarda muchos secretos esperando ser descubiertos.
La Gran Esfinge podría no estar sola después de todo, y la revelación de su gemela podría cambiar nuestra comprensión del pasado para siempre.