¡La Verdad Oculta! La Fecha REAL del Nacimiento de Jesús que la Historia Intentó Esconder

Jesús probablemente nació a inicios del otoño del año 4 antes de Cristo, y no el 25 de diciembre como se celebra tradicionalmente. Señales bíblicas, históricas y astronómicas, como la rotación sacerdotal, los pastores en los campos y la alineación de Júpiter y Saturno, coinciden para señalar esta fecha precisa.

 

Fecha de nacimiento de Jesús - Wikiwand

 

Cada diciembre, millones de personas en el mundo celebran la Navidad el 25 de diciembre. Las calles se llenan de luces, los hogares huelen a pino y las familias se reúnen alrededor del árbol decorado.

Sin embargo, hay un hecho sorprendente: la Biblia nunca menciona esta fecha como el día del nacimiento de Jesús. Ni una sola vez. Entonces, ¿de dónde salió esta tradición? ¿Y cuándo nació realmente el Mesías? La respuesta es más fascinante de lo que muchos imaginan.

La historia que la mayoría conoce tiene siglos de retraso. El 25 de diciembre fue elegido aproximadamente trescientos años después de los acontecimientos bíblicos, en tiempos del emperador Constantino.

Los romanos ya celebraban ese día el nacimiento del sol invicto, y los líderes cristianos decidieron superponer la celebración del nacimiento de Cristo sobre la festividad pagana.

Pero si buscamos la verdad, la escritura y la historia apuntan a otra fecha, mucho más precisa y llena de señales que se entrelazan como un rompecabezas divino.

El primer indicio está en Juan el Bautista. La Biblia revela cuántos meses separaban su nacimiento del de Jesús. Si determinamos cuándo nació Juan, podemos calcular el nacimiento de Cristo.

Todo comienza con su padre, Zacarías, un sacerdote del grupo de Abías. Su servicio en el templo marca el inicio de una cuenta regresiva hacia el nacimiento del Salvador.

 

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Los registros indican que Zacarías sirvió en el templo a finales de la primavera, lo que permite situar la concepción de Juan en junio y su nacimiento alrededor de marzo o abril.

Seis meses después, el ángel anuncia a María que concebiría al Mesías. Esto ubica la concepción de Jesús alrededor de diciembre y su nacimiento entre septiembre y principios de octubre del año 4 antes de Cristo.

El escenario descrito en los evangelios también ofrece pistas clave. Lucas menciona que los pastores estaban cuidando sus rebaños de noche cuando el ángel anunció el nacimiento.

Esto es un detalle crucial. En invierno, los pastores no permanecían al aire libre debido al frío y la lluvia. Estaban protegidos, y los campos no tenían suficiente pasto para el ganado.

Solo en primavera o a inicios del otoño era posible que los pastores vivieran al aire libre, vigilando corderos que serían destinados al templo como sacrificios, lo que añade un simbolismo profundo: el nacimiento del “Cordero de Dios” en el momento exacto en que los animales sin defecto eran preparados para el sacrificio.

Otro indicio histórico lo da el censo ordenado por César Augusto. Los romanos no realizaban censos en invierno, cuando los caminos eran peligrosos y la movilidad limitada. La logística indicaba finales de verano o principios de otoño como el momento más adecuado.

Esto coincide con el viaje de José y María hacia Belén, cumpliendo así la profecía que anunciaba que el Mesías nacería en esa ciudad. Imaginen la escena: un recorrido de más de 130 kilómetros, la mayoría a pie, mientras María estaba por dar a luz. Nada era casualidad.

 

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La astronomía también contribuye con un dato sorprendente. Mateo relata que unos sabios del Oriente siguieron una estrella que anunciaba el nacimiento del rey de los judíos.

Estudios modernos muestran que en el año 7 antes de Cristo, Júpiter y Saturno se alinearon tres veces en la constelación de Pisis, señalando un acontecimiento extraordinario: el nacimiento de un rey en Judea.

Este fenómeno pudo ser interpretado por los magos como la confirmación de la llegada del Mesías, marcando el inicio de su viaje hacia Jerusalén.

Pero el detalle más simbólico lo aporta la relación con las festividades judías. La Biblia dice que Jesús “habitó entre nosotros”, y la palabra griega original significa literalmente “acampar”.

Esto conecta con la Fiesta de los Tabernáculos, celebrada a inicios del otoño, donde las familias construían refugios temporales para recordar los 40 años que Israel pasó en el desierto, cuando Dios estaba presente mediante una columna de nube y fuego.

Jesús, al nacer en esta temporada, simboliza que Dios ahora habitaba en medio de su pueblo, no en una estructura temporal, sino en carne humana. Posadas llenas, clima templado y peregrinos celebrando; todo coincide a la perfección.

El reinado de Herodes ofrece la confirmación histórica final. Al enterarse del nacimiento de un nuevo rey, ordenó la muerte de todos los niños menores de dos años en Belén. Se sabe que murió poco después de un eclipse lunar antes de la Pascua del año 4 antes de Cristo.

Esto sitúa el nacimiento de Jesús antes de ese año, permitiendo que los magos llegaran, Herodes reaccionara y la profecía se cumpliera sin contratiempos.

 

Cuándo nació Jesús y dónde? Conoce la historia

 

Al unir todas las piezas —rotación sacerdotal, pastores en los campos, censo romano, señal astronómica, festividades judías y los hechos de Herodes— se obtiene un cuadro preciso.

El nacimiento de Jesús ocurrió probablemente a inicios del otoño del año 4 antes de Cristo, un momento marcado por señales celestiales, profecías cumplidas y una sincronía perfecta de acontecimientos.

Entonces, ¿qué pasa con el 25 de diciembre? Esa fecha tiene un valor simbólico, relacionada con la idea de que Jesús fue concebido durante la primavera y, sumando nueve meses, se llega al solsticio de invierno.

Es un recordatorio de que la luz entró en un mundo que estaba en la noche más oscura.

Pero la verdadera maravilla no es el día exacto, sino que Dios planeó cada detalle: estrellas, estaciones, censos, celebraciones y reyes.

El mensaje es claro y eterno: el Mesías vino en el momento perfecto. No solo nació en Belén, sino que quiere nacer en cada corazón dispuesto a recibirlo.

Jesús vino para iluminar decisiones, guiar en la oscuridad y acompañar en cada lucha de la vida. La historia de su nacimiento continúa en cada alma que abre los ojos a esta verdad.

Dios orquestó un momento histórico con precisión, y ese mismo cuidado se extiende a la vida de quienes creen. La fecha real importa, pero lo esencial es que Emanuel, Dios con nosotros, sigue habitando entre nosotros hoy.

 

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