Jesús realizó milagros que revelan compasión, autoridad y poder divino, como la multiplicación de los panes, la calma de la tempestad y la sanación de los enfermos.

El mundo ha sido testigo de los milagros impresionantes que realizó Jesús, desde la resurrección de Lázaro hasta la multiplicación de panes y peces.
Sin embargo, pocos se detienen a reflexionar sobre la profundidad de estos eventos y el impacto que tuvieron en quienes los presenciaron.
En este artículo, exploraremos siete milagros asombrosos de Jesús que cambiarán tu perspectiva y te inspirarán a ver el poder divino en acción.
Comenzamos con la alimentación de los 5000. Este milagro, registrado en los cuatro evangelios, es un testimonio del amor y la compasión de Jesús.
Justo después de recibir la noticia de la muerte de Juan el Bautista, Jesús intenta retirarse para procesar su dolor, pero una multitud lo sigue. A pesar de su propio duelo, Jesús se compadece de ellos, reconociendo sus necesidades.
Cuando los discípulos sugieren despedir a la multitud para que busquen alimento, Jesús les dice: “Dadles vosotros de comer.”
Este desafío pone de manifiesto la insuficiencia humana, pero también la grandiosidad de Dios. Con solo cinco panes y dos peces, Jesús alimenta a miles, demostrando que, cuando se trata de amor y compasión, siempre hay suficiente.
El segundo milagro es la calma de la tempestad. Después de un día agotador enseñando a la multitud, Jesús se embarca con sus discípulos. Mientras cruzan el mar de Galilea, una tormenta violenta amenaza con hundir la barca.
A pesar del caos, Jesús duerme en la popa. Los discípulos, aterrados, lo despiertan, preguntando si no le importa que estén a punto de perecer.
Con autoridad divina, Jesús reprende el viento y el mar, y la tempestad se calma. Este acto no solo muestra su poder sobre la naturaleza, sino también su capacidad para traer paz en medio de la tormenta.

El tercer milagro es la sanación de la mujer con flujo de sangre. Esta mujer, que había sufrido durante 12 años, se acerca a Jesús en medio de una multitud. A pesar de su condición de impureza ceremonial, ella cree que, si tan solo toca su manto, será sanada.
Al hacerlo, siente que su enfermedad se ha ido. Jesús, al darse cuenta del poder que ha salido de él, busca a la mujer y le dice: “Hija, tu fe te ha hecho salva.” Este encuentro no solo la sana físicamente, sino que también le devuelve su dignidad y lugar en la comunidad.
La resurrección de Lázaro es el cuarto milagro. En Betania, Jesús recibe la noticia de que su amigo Lázaro está enfermo, pero decide esperar dos días antes de ir. Cuando llega, Lázaro ya está muerto y ha estado en la tumba durante cuatro días.
A pesar del luto, Jesús se muestra compasivo y, al ver el dolor de María y Marta, se conmueve profundamente.
Luego, se acerca a la tumba y ordena: “Lázaro, ven fuera.” Este acto no solo demuestra su poder sobre la muerte, sino que también revela su naturaleza humana al compartir el dolor de aquellos que ama.
El quinto milagro, el ciego de nacimiento, es un poderoso testimonio de la luz que Jesús trae al mundo. Los discípulos preguntan si la ceguera del hombre es resultado de su pecado o el de sus padres.
Jesús responde que esta condición existe para que las obras de Dios se manifiesten. Luego, escupe en la tierra, forma lodo y lo aplica a los ojos del ciego, enviándolo a lavarse en el estanque de Siloé.
Al regresar, el hombre ve por primera vez. Este milagro no solo desafía la comprensión médica, sino que también revela la verdadera identidad de Jesús como la luz del mundo.

El paralítico de Betesda es el sexto milagro. En Jerusalén, Jesús encuentra a un hombre que ha estado enfermo durante 38 años.
Cuando le pregunta si quiere ser sano, el hombre expresa su desesperanza, diciendo que no tiene a nadie que lo ayude a entrar en el estanque cuando el agua se agita.
Jesús, sin depender de las circunstancias, le dice: “Levántate, toma tu lecho y anda.” En ese instante, el hombre es sanado. Este milagro subraya la autoridad de Jesús, que no necesita de rituales para traer sanidad.
Finalmente, el milagro del endemoniado gadareno revela la confrontación entre el reino de Dios y las fuerzas de las tinieblas. Al llegar a la región de los gadarenos, Jesús se encuentra con un hombre poseído por una legión de demonios.
Este hombre vive entre tumbas, despojado de su humanidad. Al ver a Jesús, los demonios lo reconocen y ruegan que no sean enviados al abismo.
Jesús, con una sola palabra, expulsa a los demonios, permitiéndoles entrar en una manada de cerdos que se precipitan al mar. Este acto no solo libera al hombre, sino que también muestra el poder de Jesús sobre el mal.
Estos siete milagros son solo una muestra del poder de Jesús. Cada uno de ellos no solo tiene un significado profundo, sino que también invita a la reflexión sobre la naturaleza del amor, la compasión y la autoridad divina.
Al conocer estos relatos, podemos encontrar esperanza y fortaleza en nuestras propias vidas, recordando que, sin importar cuán grandes sean nuestras dificultades, el poder de Jesús siempre está presente para transformarnos y sanarnos.
