Ricardo Arjona reveló los cinco cantantes con los que tiene conflictos personales y profesionales, incluyendo a Fito Páez, Talía, Shakira, Gustavo Cerati y Paulina Rubio.

A sus 62 años, Ricardo Arjona nunca había hablado con tanta franqueza sobre sus conflictos dentro de la industria musical.
“No sé quién las inventó, no sé quién nos hizo ese tan latino más exitoso de los últimos 40 años”, confesó, abriendo la puerta a historias de traiciones, egos y rupturas con colegas que alguna vez consideró amigos.
Desde sus inicios, Arjona mostró un talento único escribiendo canciones para otros artistas antes de dar el salto a su propia carrera.
A los 21 años grabó su primer disco, “Déjame decir que te amo”, impulsado por una novia que creyó en su potencial, aunque él mismo admitió que no se enorgullecía de aquel trabajo inicial.
Con esfuerzo y perseverancia, su segundo álbum, “Animal Nocturno”, se convirtió en un éxito rotundo, vendiendo más de un millón de copias y marcando un antes y un después en su vida artística.
Con el tiempo, Arjona se enfrentó a situaciones inesperadas, como investigaciones del FBI tras la polémica letra de su canción “El Mesías”, pero siempre supo convertir cada experiencia en lecciones y canciones memorables.
La vida le enseñó que ni la fama ni los aplausos llenan ciertos vacíos: la pérdida de sus padres y un divorcio escandaloso de su primera esposa dejaron cicatrices que él transformó en arte.
Sus hijos, Ricardo y Adria, se convirtieron en su verdadera obra maestra, y aunque ahora se toma una pausa de los escenarios, asegura que todo lo vivido continúa inspirando su música.
La primera persona en su lista de artistas que no soporta es Fito Páez. Arjona relató cómo un comentario irónico de Fito sobre su éxito en llenar estadios como el Luna Park lo dejó marcado: “Siempre he creído que en la música cada quien se gana su lugar.
Nadie te regala un Luna Park lleno”, explicó. La relación con Fito se deterioró, y aunque Arjona lo respeta como artista, lo detesta como persona por la manera en que buscó minimizar su trabajo.

El segundo nombre es Talía, conocida por su carrera en la música pop y telenovelas. Ricardo cuenta que nunca hubo una confrontación directa, pero sí rumores sobre que Talía habría rechazado colaborar con él.
Aunque nunca hubo declaraciones oficiales, el silencio disfrazado de cortesía y las indirectas constantes hicieron que la relación quedara marcada por la fricción:
“Me molesta el juego de las apariencias, saludar de lejos y luego escuchar un no rotundo detrás de bambalinas”, aseguró.
El tercer artista es Shakira. Arjona aclaró que el conflicto no tiene que ver con el talento de la colombiana, sino con cómo ha transformado su vida personal en espectáculo mediático.
Él considera que algunas de sus canciones y acciones priorizan el morbo por encima de la calidad artística, algo que lo incomoda profundamente:
“No todo tiene que convertirse en un drama de tres actos contado a través de canciones que parecen comunicados de prensa emocionales”, afirmó.
Gustavo Cerati ocupa el cuarto lugar de la lista. Ricardo recuerda un comentario sarcástico que Cerati hizo durante el regreso de Soda Stereo, cuestionando indirectamente su popularidad y éxito masivo.
Aunque reconoce el talento de Cerati, lo considera una ofensa hacia su trabajo y su público: “El éxito masivo no se regala. Se construye con años de trabajo, canciones y giras interminables”, expresó.

Finalmente, Paulina Rubio cierra la lista. Arjona asegura que nunca hubo un enfrentamiento directo, pero que las tensiones surgieron por indirectas y comentarios que percibió como ataques hacia su forma de crear música.
Para él, estas fricciones silenciosas, aunque no generen titulares, reflejan la falta de honestidad y respeto en la industria: “Prefiero mil veces una crítica directa que una sonrisa falsa frente a las cámaras”, concluyó.
A través de estas confesiones, Ricardo Arjona deja claro que la música es mucho más que fama o ventas: es un campo lleno de emociones, confrontaciones y aprendizajes.
Su lista de cinco artistas refleja no solo diferencias personales, sino también cómo los egos y las apariencias pueden influir en la percepción del talento.
Con sinceridad y sin filtros, Arjona comparte una visión cruda de la industria que pocos se atreven a revelar, recordando a todos que detrás de cada canción hay historias humanas de lucha, éxito y decepción.
En sus palabras, la honestidad incomoda más que cualquier mentira, y las tensiones que narra no solo evidencian rivalidades, sino también la pasión con la que vive y defiende su arte.
Entre éxitos, pérdidas, escándalos y silencios incómodos, Ricardo Arjona sigue siendo un referente indiscutible de la música latina, un artista que no teme hablar de lo que piensa y siente, incluso si eso significa señalar a colegas con los que ya no tiene ninguna conexión genuina.
Su legado va más allá de las canciones: es una lección sobre autenticidad, perseverancia y el valor de mantenerse fiel a uno mismo en un mundo donde las apariencias a menudo engañan.
