A los 78 años, Juan José Origel Finalmente admite lo que todos sospechábamos

A los 78 años, Juan José Origel ha decidido romper, quizá por primera vez de manera tan clara, el silencio que lo acompañó durante gran parte de su vida.

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Durante décadas, “Pepillo” fue sinónimo de chisme, ironía y poder mediático.

Su nombre se volvió indispensable en el periodismo de espectáculos en México, siempre envuelto en polémicas ajenas, pero rara vez exponiendo las propias.

Sin embargo, detrás de la sonrisa firme y la lengua afilada existía una historia personal compleja, marcada por el miedo, la enfermedad, las pérdidas y decisiones que hoy reconoce con una honestidad inesperada.

 

Origel construyó su carrera en los pasillos más influyentes de la televisión mexicana, aprendiendo a moverse con astucia entre egos, contratos y silencios incómodos.

A lo largo del tiempo, muchos rumores giraron en torno a su vida privada, desde su familia hasta su imagen y su vida sentimental.

Él siempre respondió con humor, restando importancia a los comentarios sobre su cabello, su edad o sus relaciones.

Admitía sin problema el uso de prótesis capilares y se burlaba de sí mismo, convencido de que la vanidad nunca fue su motor, sino la seguridad y la supervivencia en un medio implacable.

 

Sin embargo, hubo momentos en los que la vida lo obligó a detenerse.

El más reciente fue el procedimiento cardíaco al que se sometió y la colocación de un marcapasos, una noticia que alarmó al medio artístico.

Para alguien que siempre se consideró sano y lleno de energía, el golpe fue inesperado.

Juan José Origel - EcuRed
Contra todo pronóstico, su recuperación fue rápida.

De regreso en León, su médico se mostró sorprendido por su evolución, confirmando que el susto, aunque serio, no había logrado quebrar su fortaleza.

 

Este episodio reavivó recuerdos de una experiencia mucho más profunda y decisiva: el tumor cerebral que le diagnosticaron en enero de 1996, justo cuando estaba por asumir uno de los papeles más importantes de su carrera en Ventaneando.

En aquel momento, un diagnóstico así se sentía casi como una sentencia de muerte.

Sus padres, aterrados, buscaron opciones fuera del país, y Origel viajó a Texas para someterse a una cirugía urgente.

Aquellos días estuvieron marcados por estudios médicos interminables, miedo constante y una preparación emocional silenciosa para lo peor.

 

El instante que más lo marcó ocurrió cuando, antes de la operación, salió a comprar ropa.

Su madre, desconcertada, le preguntó por qué lo hacía.

Él respondió con calma que era para cuando saliera del hospital.

Cuando le preguntó si pensaba que iba a morir, ella no pudo responder.

Juan José Origel recordó entre lágrimas el día en que falleció su mamá
El miedo la dejó sin palabras.

Dos semanas después, contra todo pronóstico, Juan José Origel salió completamente recuperado.

Sobrevivió, y con ello su carrera no solo continuó, sino que se disparó.

 

Las secuelas físicas de aquella cirugía quedaron para siempre.

Las cicatrices en su cuero cabelludo, los pequeños orificios en el cráneo que aún puede sentir, se convirtieron en recordatorios permanentes de su fragilidad.

Lejos de ocultarlo, decidió enfrentarlo con franqueza.

La prótesis capilar no fue una concesión estética, sino una forma de recuperar la confianza tras el trauma.

Para él, no era vanidad, era reconstrucción.

 

La familia siempre fue el eje de su vida.

Criado en León, Guanajuato, como uno de siete hermanos, Origel describe su infancia como profundamente unida y armoniosa.

Sus padres le inculcaron valores firmes y una lealtad inquebrantable.

Juan José Origel confirma que INtrusos saldrá del aire
La muerte de su madre fue uno de los golpes más dolorosos que ha enfrentado.

Aquella Navidad, tras hablar con ella horas antes desde las cataratas del Iguazú, sintió de manera inexplicable la necesidad de abandonar una fiesta.

En ese preciso momento, su madre falleció.

Origel asegura que lo sintió antes de saberlo, convencido de que existe un vínculo real entre los vivos y los muertos.

 

Desde joven, Juan José mostró un instinto natural por contar historias.

En León creó un pequeño periódico escolar y, aunque terminó estudiando contaduría por razones prácticas, nunca abandonó del todo su vocación periodística.

Su decisión de dejar su ciudad natal y viajar al extranjero marcó un punto de quiebre.

Montreal fue el primer destino, elegido casi al azar, sin idioma ni contactos.

Allí, una experiencia fortuita comenzó a abrirle los ojos a una realidad distinta, no solo del mundo, sino de sí mismo.

 

En una época conservadora, donde la homosexualidad no se nombraba y mucho menos se comprendía, Origel vivió su proceso personal con cautela.

Antes de Montreal, su vida seguía un patrón tradicional: novias, relaciones afectuosas y una sensación de plenitud que, con el tiempo, entendió como limitada.

Aquella estancia en Canadá y luego en Nueva York le permitió descubrir aspectos de su identidad que hasta entonces no había sabido cómo nombrar.

Con los años, ha reflexionado que la sexualidad no es una cuestión de educación ni genética, sino de individualidad.

Noticias de Juan José Origel en Telediario| Telediario México

Su regreso a México coincidió con el nacimiento de una nueva etapa profesional.

La radio lo llevó a conocer a Maxine Woodside y posteriormente a Patti Chapoy.

De esa coincidencia nació Ventaneando, un programa que cambió para siempre la televisión de espectáculos.

Por primera vez, una emisión hablaba abiertamente de Televisa desde una televisora rival.

El éxito fue inmediato, pero también trajo vetos, conflictos y una fama desbordada que en ocasiones se tornó peligrosa.

 

Con el paso de los años, Origel aprendió a moderar su tono. Reconoce errores, comentarios que causaron daño y momentos en los que la exposición pública fue excesiva.

Hoy, cercano al retiro, observa su trayectoria sin amargura. Ha tenido pocas relaciones sentimentales, siempre vividas con respeto y discreción.

Su presente es tranquilo, acompañado por sus perros Tom y Jerry, quienes representan para él la compañía y la paz que antes no buscaba.

 

A los 78 años, Juan José Origel finalmente admite lo que muchos sospechaban: que detrás del personaje fuerte y mordaz siempre hubo un hombre vulnerable, agradecido y consciente de su fragilidad.

Más allá de la fama, su verdadera historia es la de alguien que sobrevivió al miedo, a la enfermedad y al silencio, y que hoy puede mirar su vida con serenidad, satisfecho y en paz.

 

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