SANTO DOMINGO. La muerte del legendario merenguero dominicano Rubby Pérez no solo dejó un vacío en la música, sino que también destrozó el corazón de su hija, Suilka Pérez, quien vivió la tragedia desde el escenario.
En una entrevista reciente, la joven compartió detalles conmovedores sobre los últimos momentos que pasó con su padre, la relación entrañable que los unía y el horror vivido en la noche fatídica del 7 de abril, cuando el techo de la discoteca Jetset colapsó durante una presentación en vivo.
Suilka no solo era la hija de Rubby, sino también su corista y compañera de escenario.
Esa relación profesional, sumada a su lazo familiar, fortaleció un vínculo que iba más allá del amor de padre e hija.
“Él era mi banco, mi psicólogo, mi consejero. Era todo para mí”, expresó con la voz entrecortada.
Compartían confidencias, música, risas, y una complicidad que los convertía en inseparables.
La joven recuerda que, en sus conversaciones recientes, Rubby le había confesado su cansancio con la industria musical.
“Papá quería formar un grupo que se llamara Los hijos de Rubby, para retirarse poco a poco.
Me dijo que Jetset sería una de sus últimas presentaciones antes de irse a Houston con su novia”, relató.
Nadie imaginaba que esa noche marcaría un final definitivo.
Todo parecía normal aquella noche. La discoteca Jetset estaba llena hasta el tope.
Las luces, la música, la emoción del público: todo apuntaba a un concierto inolvidable.
Pero entre los técnicos y algunos músicos, ya circulaban comentarios sobre la inestabilidad de la estructura.
Desde un incendio ocurrido en 2023, el local había sido restaurado parcialmente, sin una evaluación estructural profunda.
Suilka subió al escenario como de costumbre, lista para compartir otra noche de música con su padre.
Pero lo que comenzó como una fiesta, se tornó en pesadilla.
“Él tenía la mala costumbre de cantar con los ojos cerrados… no se dio cuenta de lo que estaba pasando hasta que fue demasiado tarde”, explicó entre lágrimas.
Durante una interpretación, la estructura comenzó a crujir.
En cuestión de segundos, una enorme viga se desprendió del techo y cayó directamente sobre Rubby.
“Vi cuando le cayó encima… lo vi con mis propios ojos”, dijo, reviviendo la imagen que jamás podrá borrar de su memoria.
El caos fue inmediato. Polvo, gritos, luces apagadas.
Los asistentes corrían sin rumbo, tratando de escapar de los escombros.
Suilka, atrapada momentáneamente, luchó por encontrar a su padre y a su esposo, que también estaba bajo los restos.
“Mi papá me gritó que saliera, que el niño —mi hijo— se iba a quedar solo si yo moría.
Me lo dijo con una serenidad que me rompió el alma”, recuerda.
Gracias a su fuerza y al instinto de supervivencia, Suilka logró salir.
Pero dejó atrás no solo a su esposo herido, sino también al hombre que le había dado la vida.
Aquel instante, entre el deseo de quedarse y el deber de sobrevivir, marcó un antes y un después para ella.
Minutos antes del colapso, mientras Rubby sudaba en el escenario, Suilka le secaba el rostro, como hacía en cada concierto.
Fue un gesto rutinario, pero esa noche se convirtió en su último momento juntos.
“Me abrazó y me dijo: ‘Mira qué cinturita tiene’”, cuenta con una sonrisa nostálgica.
Nadie en la discoteca podía anticipar que esas serían las últimas palabras entre padre e hija.
“Quisiera volver a decirle cuánto lo amo, cuánto estoy orgullosa de él”, añadió, mientras sostenía con las manos temblorosas su celular, donde conserva los mensajes que intercambiaban cada noche.
“Hablábamos todos los días. Siempre terminábamos con un ‘te amo’”.
A pesar del dolor, Suilka encuentra consuelo en el legado que su padre dejó.
Para ella, Rubby Pérez no era solo una leyenda del merengue, sino un hombre noble, trabajador y lleno de amor por su familia.
“Me dejó un camino limpio. Puedo andar con la frente en alto y decir con orgullo: ese fue mi papá”, afirmó con firmeza.
La entrevista ha causado conmoción en redes sociales, donde miles de personas han compartido mensajes de apoyo a la joven.
Muchos coinciden en que la historia de Rubby y Suilka es una lección de amor incondicional y de fortaleza en medio del dolor.
Tras la tragedia, el presidente Luis Abinader declaró tres días de duelo nacional.
Artistas, figuras públicas y fanáticos de todo el país y el extranjero han rendido homenaje a Rubby Pérez, recordando sus grandes éxitos como Volveré, Cobarde cobarde y Sobreviviré.
Su voz, que durante décadas fue símbolo de alegría y fiesta, hoy resuena como un eco triste en el corazón de un pueblo que lo admiraba profundamente.
Suilka finalizó su entrevista con un mensaje dirigido no solo a los fans, sino a todas las familias: “Aprecien a sus padres. Abrácenlos, díganles que los aman.Uno nunca sabe cuándo será la última vez”.
Su testimonio ha servido no solo para rendir homenaje a su padre, sino también para despertar conciencia sobre la fragilidad de la vida.
La historia de Rubby Pérez no termina con su muerte.
Vive en su música, en el corazón de su hija, y en el recuerdo de cada dominicano que alguna vez bailó al ritmo de su voz.
Pero también vive como advertencia, como símbolo de lo que puede ocurrir cuando la negligencia se impone al deber.
La tragedia de Jetset no solo nos arrebató un artista: nos recordó que el amor verdadero, como el de Suilka y su padre, es lo único que trasciende la muerte.
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