La noche del 10 de abril de 2025 estaba destinada a ser una celebración de la música dominicana.
En la famosa discoteca Jetset, ubicada en Santo Domingo, cientos de fanáticos se reunieron para disfrutar del merengue de uno de los artistas más queridos del país: Rubby Pérez.
Sin embargo, lo que comenzó como una velada de alegría y baile, terminó en una de las peores tragedias en la historia reciente del país, cuando el techo del recinto colapsó repentinamente, dejando más de 130 muertos y decenas de heridos.
Entre las víctimas, se encontraba el propio Rubby Pérez.
Su voz, que durante décadas alegró hogares, calles y fiestas con su música, fue silenciada por la imprudencia y la negligencia.
Pero antes de que la tragedia consumiera su vida, el artista logró hacer una última llamada: un grito desesperado de auxilio que todavía estremece a quienes lo escucharon.
Minutos después del colapso, un mensaje de voz comenzó a circular en redes sociales y medios de comunicación.
Era la voz de Rubby Pérez, atrapado entre los escombros junto a otros miembros de su equipo.
En medio del polvo, la oscuridad y el caos, logró marcar desde su teléfono y, con la voz entrecortada, dejó un mensaje que heló la sangre de todos:
“Tenemos concreto encima…estamos frente a frente a la tarima….¡llamen al 911!”
Este audio se convirtió en un símbolo de la desesperación y del colapso institucional que rodeó la tragedia.
No solo se trató de una estructura vencida por la fatiga y el abandono, sino también de un sistema de respuesta que, según múltiples testigos, tardó demasiado en reaccionar.
La llamada también reveló que Rubby no estaba solo.
Se encontraba acompañado de miembros de su equipo técnico y músicos.
A pesar de las heridas, intentaba mantener la calma, alertando sobre la gravedad de la situación.
Su instinto no era solo salvarse a sí mismo, sino también proteger a los que estaban con él.
Lo más doloroso es que esta tragedia pudo haberse evitado.
La discoteca Jetset había sido objeto de múltiples advertencias sobre su estado estructural.
En 2023, un incendio afectó gravemente las instalaciones, pero en lugar de realizar una remodelación profunda, los propietarios optaron por reforzar la estructura con soluciones temporales, sin cumplir con todos los requisitos de seguridad.
Según vecinos del sector y trabajadores del lugar, era común que el techo vibrara con intensidad cada vez que las plantas eléctricas del lugar se encendían, especialmente durante eventos concurridos.
Sin embargo, nadie imaginó que la estructura llegaría a ceder justo durante una de las noches más esperadas del año.
Entre los presentes esa noche estaba la hija de Rubby Pérez, Suilka, quien también actuaba como corista en la banda de su padre.
En una entrevista posterior, reveló que fue testigo directo del colapso y del momento en que una viga cayó sobre Rubby, aplastándolo.
Suilka logró escapar con vida, aunque con heridas emocionales imposibles de sanar.
Según contó, su padre le pidió que saliera del lugar antes de que todo terminara de caer, diciéndole: “Vete, cuida al niño… él no puede quedarse solo”.
Esas palabras resuenan ahora con una carga emocional que traspasa generaciones.
Las labores de rescate duraron más de doce horas.
La confusión reinaba en el lugar.
En medio de rumores, versiones contradictorias y falta de comunicación por parte de las autoridades, los familiares de las víctimas vivieron momentos de angustia interminables.
Muchos aseguraban haber visto salir a Rubby con vida, mientras otros confirmaban su deceso.
El cuerpo del artista fue finalmente encontrado sin vida alrededor de las 6:00 a.m.del día siguiente.
Estaba abrazado a uno de sus músicos, ambos atrapados bajo una viga de concreto.
La escena conmovió hasta al personal de rescate, que no pudo evitar llorar al reconocer al ídolo nacional en esas circunstancias.
El presidente Luis Abinader decretó tres días de duelo nacional y se comprometió públicamente a investigar a fondo las causas de la tragedia.
Las muestras de cariño no tardaron en llegar.
Fanáticos se aglomeraron frente a la discoteca, colocando flores, velas y pancartas con mensajes como “Gracias, Rubby, por tu música” y “Justicia para los caídos”.
Artistas de toda Latinoamérica expresaron su solidaridad, y las estaciones de radio y televisión reprodujeron sus éxitos en forma de homenaje.
Canciones como Volveré, Buscando tus besos y Hazme olvidarla volvieron a llenar los hogares dominicanos, esta vez entre lágrimas.
Más allá del luto, esta tragedia ha despertado una conversación urgente sobre la responsabilidad de los dueños de establecimientos públicos, el papel de las autoridades en la fiscalización de espacios y la falta de preparación ante emergencias masivas.
Expertos en infraestructura han exigido una auditoría nacional de todos los locales de espectáculos, y la población pide justicia.
No solo se trata de honrar la memoria de Rubby Pérez, sino de garantizar que ninguna otra vida se pierda por irresponsabilidad.
Rubby Pérez no fue solo un cantante; fue una voz que acompañó la historia moderna del merengue.
Su carrera fue testimonio de talento, perseverancia y amor por su país.
Aunque su vida terminó en circunstancias trágicas, su legado musical y humano perdura.
La llamada que hizo desde los escombros será recordada como un último acto de valor y humanidad.
Fue el grito de un hombre que, incluso en sus últimos momentos, pensó en los demás.
Su historia, su música y su voz seguirán vivas, como símbolo de un pueblo que no olvida.
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