Ramiro Delgado, uno de los pilares históricos del grupo Bronco, vive en 2025 una vida que parece sacada de un sueño, pero detrás del brillo de sus mansiones y autos de lujo se esconde una historia de traición, dolor y resiliencia que pocos conocen.
Más que un simple adiós a la música, su salida de Bronco marcó el fin de una era y el comienzo de una nueva etapa llena de desafíos y triunfos personales.
El 1 de marzo de 2019 fue un día que para muchos fans pasó desapercibido, pero para Ramiro Delgado representó la ruptura definitiva con Bronco.
En el escenario todo parecía normal, con sonrisas y aplausos, pero detrás de bambalinas, Ramiro enfrentaba un desprecio profundo por parte de quienes consideraba hermanos.
Después de más de 30 años dedicados a construir un legado musical, Ramiro se encontró relegado, tratado como un miembro más del staff y sin recibir ni siquiera una llamada o mensaje que confirmara que aún era parte de la familia.
Este silencio fue más doloroso que cualquier insulto o pelea por dinero.
Ramiro intentó buscar respuestas, auditar las cuentas del grupo y entender qué había pasado con los millones que generaban en cada concierto, pero solo encontró evasivas y puertas cerradas.
Mientras él luchaba por claridad, otros ya estaban construyendo un futuro sin él.
Fue una traición desde dentro, o quizás la consecuencia de un sistema que ya no tenía lugar para los viejos amigos.
Lejos de desaparecer tras su salida de Bronco, Ramiro Delgado comenzó a construir un imperio personal que pocos creían posible.
Su vida dio un giro radical: de una modesta casa en Apodaca, Nuevo León, valorada en medio millón de pesos, pasó a vivir en una finca de ensueño valorada en más de 10 millones de pesos, con mármol importado, jardines diseñados como obras de arte y garajes llenos de autos de alta gama.
Entre sus vehículos destacan una Mercedes Benz Gle Coupé, una Chevrolet Suburban clásica, una Cadillac Escalade y una Ford Lobo Platinum, sumando una colección valorada en más de 5.3 millones de pesos.
Además, su pasión por los relojes de alta gama lo llevó a poseer piezas como un Rolex Submariner y un Patek Philippe Calatrava, símbolos del éxito y la resiliencia que ha demostrado.
Pero Ramiro no solo ha disfrutado del lujo para sí mismo.
En silencio, ha donado más de 1.7 millones de pesos a causas benéficas, apoyando desde la salud pública hasta casas hogar para niños necesitados.
Esta faceta solidaria revela un corazón que, pese a las heridas, sigue siendo generoso y comprometido con su comunidad.
En 2024, Ramiro decidió enfrentar un nuevo desafío: la política.
Se postuló para la Diputación local en Apodaca con el partido Movimiento Ciudadano.
Aunque su campaña fue llena de pasión y esperanza, perdió ante Elsa Escobedo Vázquez, candidata de la coalición Fuerza y Corazón por México.
A pesar del revés, Ramiro mostró madurez y optimismo, dejando claro que su compromiso con su tierra permanece intacto.
Su experiencia política, aunque breve, le otorgó algo más valioso que un cargo: paz interior.
Reconoció que la música y los tiempos cambian, y que el momento de Bronco ya pasó, aceptando que es tiempo de dar paso a nuevas generaciones.
La figura de Ramiro Delgado no está exenta de rumores y leyendas urbanas.
Uno de los más impactantes fue revelado por Raúl Sandoval, actor que lo interpretó en la serie sobre Bronco: Ramiro podría tener 37 hijos, superando incluso a su propio padre, quien tuvo 36.
Aunque esta cifra parece sacada de una novela, alimenta el mito alrededor de su persona y su legado.
Además, la relación con su hijo Ramiro Delgado Junior refleja otra historia de rupturas y nuevos comienzos.
Junior ocupó un tiempo el lugar de su padre en Bronco, pero en 2021 decidió formar su propia banda, Delegado Norte, poniendo fin a cualquier esperanza de reconciliación familiar dentro del grupo.
La pérdida de un bebé durante la pandemia marcó profundamente a Ramiro Junior, explicando en parte sus decisiones y alejamiento.
A pesar de la aparente paz, la historia de Ramiro Delgado está marcada por heridas profundas.
Los rumores indican que descubrió irregularidades graves en las cuentas del grupo, contratos secretos y pagos no reportados, lo que pudo haber sido la verdadera causa de su salida silenciosa.
Se dice que recibió advertencias para que guardara silencio, pero él eligió no hacerlo, pagando un alto precio: el distanciamiento de quienes alguna vez fueron sus hermanos.
Este silencio doloroso llevó a Ramiro a tomar una decisión firme: no pelearía por dinero, sino por su dignidad y su nombre.
Su frase “Yo soy Bronco hasta que me muera” no es solo un lema, sino un grito silencioso que recuerda que la esencia del grupo está en el sacrificio y la pasión, no en los contratos ni en las ganancias.
Hoy, Ramiro Delgado es más que un exmiembro de Bronco.
Es un símbolo de resistencia y un testimonio de que se puede perderlo todo y aún así mantener la integridad y el amor por lo que se hizo.
Vive entre lujos, sí, pero también con la serenidad de quien sabe perdonar y seguir adelante.
A pesar de las traiciones, el silencio y las noches de insomnio, Ramiro sigue amando la música que lo vio nacer y desea lo mejor para sus antiguos compañeros.
Incluso cuando surgieron rumores sobre intentos de reconciliación comercial en 2022, Ramiro mantuvo su postura: su dignidad no está en venta.
Para él, el verdadero éxito no se mide en cifras o en aplausos, sino en la capacidad de no traicionarse a uno mismo.
La historia de Ramiro Delgado es una lección sobre amistad, lealtad, ambición y perdón.
Nos muestra que el camino del éxito no siempre es lineal ni fácil, y que las heridas más profundas no siempre se ven, pero pueden ser las que más duelen.
También nos enseña que, a pesar de todo, es posible encontrar paz y seguir soñando.
Ramiro no solo construyó una vida de lujo, sino que también cultivó un legado de integridad y fortaleza.
Su mensaje final, lleno de serenidad y amor, es un recordatorio poderoso: “Dios te bendiga, amigo mío, y yo seguiré aplaudiéndote”.
Porque aunque los caminos se separen, el respeto y el cariño pueden permanecer.