“¡Mi papá no fue!” – Cuando la justicia se convierte en un montaje en el caso Kimberly Moya

“¡Mi papá no fue!” – Cuando la justicia se convierte en un montaje en el caso Kimberly Moya

“Mi papá es inocente. Ellos lo fabricaron todo.” — con esa frase, Jennifer, hija de Gabriel N., rompió el silencio y encendió la indignación pública.

Su padre, un hombre trabajador, padre soltero de cuatro hijos, hoy es señalado como el “monstruo del caso Kimberly Moya”.

Pero detrás de ese rostro que las autoridades presentaron como culpable, muchos comienzan a sospechar que no hay verdad… sino un montaje cuidadosamente construido para calmar a una sociedad hambrienta de justicia.

Todo comenzó el sábado 4 de octubre, cuando el país entero exigía respuestas por la desaparición de Kimberly Moya.

Las redes sociales hervían, los noticieros pedían nombres, y la Fiscalía del Estado de México necesitaba un culpable.

En ese contexto de presión, Gabriel —un mecánico industrial que trabajaba cerca de la zona donde Kimberly desapareció— se convirtió en el blanco perfecto: un hombre sin poder, sin protección y con la desgracia de estar en el lugar equivocado.

En cuestión de horas, fue presentado ante la opinión pública como “el monstruo de las botas”, el hombre al que todos podían odiar.

Pero la versión de su familia es muy distinta. Ese mismo día, Benjamín, cuñado de Gabriel, fue detenido bajo la acusación de tener un vehículo robado.

Durante el interrogatorio, los agentes le mostraron fotografías de familiares, y así identificaron a Gabriel. Horas más tarde, la policía irrumpió en su casa sin orden de arresto ni orden de cateo.

Realizaron tres cateos consecutivos en su casa y su taller, con perros rastreadores, drones y luminol. El resultado fue claro: no hallaron nada.

Sin pruebas que lo vincularan a la desaparición de Kimberly, las autoridades usaron un viejo truco: lo acusaron de cohecho (soborno) para mantenerlo detenido mientras “preparaban” el caso real.

Días después, un juez ordenó su liberación… pero fue arrestado de nuevo ese mismo día, ahora con la acusación formal de estar involucrado en el caso Kimberly Moya. Un giro tan oportuno, que solo podía parecer guionizado.

El supuesto “arma clave” de la fiscalía es un par de botas con manchas de sangre. Según Jennifer, esas botas fueron sembradas. Existen videos que muestran las botas limpias durante el primer cateo, luego desaparecen y, días después, reaparecen con sangre.

“Mi papá tuvo un accidente hace tiempo, por eso podrían tener su sangre, pero no la de Kimberly”, afirma.

Además, las imágenes difundidas por los medios no coinciden con el estado original de las botas: en las fotos oficiales, las manchas de sangre son mucho más extensas, casi teatrales.

La familia asegura que todo fue manipulado: cinco cateos en el taller, dos en la casa, y ni un solo indicio real.

Aun así, Gabriel continúa en prisión acusado de desaparición de particulares. Mientras tanto, la familia vive bajo amenazas constantes.

Policías han irrumpido en su casa a las tres de la mañana, fumando dentro, destrozando muebles y hasta intentando llevarse a su perro dóberman.

Jennifer ha presentado una denuncia ante la Fiscalía Anticorrupción por detención ilegal y abuso de autoridad.

Para ellos, esta no es solo una injusticia, sino una lucha por sobrevivir ante un sistema que necesita culpables más que verdades.

“No estamos en contra de la madre de Kimberly,” dice Jennifer. “Solo le pedimos que no permita que cierren el caso condenando a un inocente. Que siga buscando a su hija, que no deje que esto termine en silencio.”

Han pasado más de dos semanas desde la detención de Gabriel. Kimberly Moya sigue desaparecida. Nadie sabe dónde está, ni qué ocurrió realmente. Pero una pregunta resuena con más fuerza que nunca:

Si Gabriel no fue… entonces, ¿quién fue?

En un país donde la justicia parece haberse convertido en espectáculo, la historia de Gabriel no es solo la de un hombre injustamente acusado —es el reflejo oscuro de un sistema capaz de fabricar culpables para ocultar sus propios errores.

Y quizás, la única persona realmente castigada… sea la única inocente.

Related Posts

Our Privacy policy

https://colombia24h.com - © 2025 News