El único periodista que tuvo acceso al juicio del General Ochoa revela los secretos que Cuba nunca mostró
Durante más de tres décadas, el juicio y fusilamiento del General Arnaldo Ochoa ha sido uno de los capítulos más oscuros y controvertidos de la historia reciente de Cuba. Pero ahora, un testimonio de primera mano confirma lo que muchos sospechaban: el proceso fue manipulado, censurado y cuidadosamente editado por órdenes directas de Fidel Castro.
El periodista Pablo Socorro, quien participó en la edición del video oficial del juicio en 1989, rompió el silencio. En una entrevista exclusiva, reveló cómo fue testigo del control absoluto que el régimen ejerció sobre cada palabra, cada gesto y cada pausa de uno de los juicios más mediáticos del siglo XX.

“Nada de lo que Cuba vio en televisión fue real”
“Siempre sospechamos que el juicio estaba recortado, pero lo que vi supera todo. Había un libreto. Cada acusado sabía lo que tenía que decir y lo que no podía mencionar”, explicó Socorro.
El periodista asegura que durante las grabaciones, cada 25 minutos se interrumpía la sesión. En esas pausas, el fiscal Juan Escalona subía a consultar directamente con Fidel Castro, quien observaba el juicio desde una habitación oculta, detrás de un espejo falso, siguiendo cada palabra de los encausados.
“Fidel estaba ahí arriba, viéndolo todo. Escalona tenía en su mesa un botón rojo. Cuando Fidel quería detener el juicio, el botón se encendía, y pedían un receso. Era un espectáculo, no una audiencia judicial.”
Socorro confirmó que muchas partes del material original fueron eliminadas antes de que la televisión cubana transmitiera la versión “oficial”. Entre ellas, momentos clave donde los acusados implicaban directamente al alto mando cubano.
“El más joven de los acusados, Ruiz Poo, tuvo un ataque de nervios. Dijo claramente que el ministro —y más arriba— sabían de todo el narcotráfico. En cuanto pronunció esas palabras, Escalona pidió receso y esa parte desapareció del video.”
Testimonios borrados y escenas regrabadas
Según el periodista, las declaraciones que se salían del guion se repetían o se cortaban.
“Si un acusado se desviaba, lo llamaban después y le hacían repetir la parte. Hubo regrabaciones. Hasta los gestos estaban controlados.”
Incluso la disposición de los acusados fue diseñada para enviar un mensaje simbólico. Socorro cuenta que Fidel ordenó que los hermanos De la Guardia, Tony y Patricio, fueran vestidos iguales, como si fueran “niños traviesos a punto de ser castigados”.
“Fue una humillación. Eran hombres, militares condecorados, y los vistieron como gemelos idénticos. Esa idea fue de Fidel. Todo era parte del espectáculo.”
“El cinismo de Fidel Castro era insoportable”
El periodista recuerda que Ochoa —considerado uno de los militares más brillantes de Cuba, héroe de Angola y Etiopía— mantenía la calma incluso en los momentos más tensos. En ocasiones, llegó a sonreír ante las acusaciones absurdas que escuchaba.
“Cuando Escalona le dice: ‘¿Usted entiende que con sus actos hizo daño a los niños cubanos?’, cortan el video justo cuando Ochoa responde ‘correcto’. Pero esa respuesta correspondía a otra pregunta. Lo montaron para hacerlo parecer culpable.”
Socorro asegura que detrás del juicio había una intención más profunda: eliminar a los hombres más poderosos después de los Castro y limpiar la imagen del gobierno ante las acusaciones internacionales de narcotráfico.
“El pueblo no lo supo, pero había documentos, incluso de la CIA, que ya hablaban del vínculo del régimen cubano con el narcotráfico. Ochoa y los De la Guardia eran chivos expiatorios. Fidel los necesitaba muertos para salvar su reputación.”
Pablo Escobar en Cuba: el secreto que nunca se mostró
Uno de los detalles más impactantes que reveló el periodista fue la presencia del narcotraficante Pablo Escobar en Cuba, un hecho que jamás fue admitido oficialmente.
“Eduardo Izquierdo, uno de los acusados, declaró que él mismo fue a recoger a Escobar en Varadero y lo llevó a la casa de protocolo número 5. Eso se grabó. Yo lo vi. Pero fue eliminado por completo.”
Según Socorro, esta fue la prueba más directa de que el régimen negoció con los cárteles colombianos a través de intermediarios militares.
Incluso menciona un libro de la esposa del narcotraficante Roberto Martínez, donde ella asegura que su marido y Escobar se reunieron con Fidel y Raúl Castro en Cuba.
Un juicio que marcó un punto sin retorno
Pablo Socorro confiesa que aquel proceso judicial lo cambió para siempre.
“Yo creí en la Revolución. Fui formado en ella. Pero cuando vi cómo destruían a sus propios héroes, entendí que nadie estaba a salvo. Que el socialismo de igualdad era una farsa.”
Después del fusilamiento del General Ochoa y del Coronel Tony de la Guardia, más de 800 oficiales del Ministerio del Interior fueron expulsados, 17 se suicidaron y decenas de familias quedaron destruidas.
“Ahí entendí que el miedo era la herramienta del poder. Si podían matar a Ochoa, un héroe condecorado, cualquiera podía ser el siguiente.”
El juicio que derrumbó la fe
El periodista lo resume con una frase que todavía le duele pronunciar:
“Ese juicio mató mi fe en la Revolución. Vi cómo la justicia era reemplazada por el guion de un dictador.”
Años después, ya en el exilio, Socorro trabaja en un libro donde documenta los fragmentos censurados, las grabaciones ocultas y los testimonios que el régimen jamás permitió escuchar.
“No fue un juicio. Fue una ejecución televisada. Y mi deber es contar cómo se escribió ese libreto.”
Arnaldo Ochoa, el general que fue símbolo de valentía y estrategia, cayó víctima del mismo sistema que ayudó a construir.
Su historia, junto con las revelaciones de este periodista, confirma que en Cuba los juicios no se celebraban para buscar la verdad, sino para fabricar culpables.
Y como concluye Socorro:
“Si Fidel fue capaz de destruir a su general más leal, es porque sabía que el verdadero enemigo ya no estaba afuera… sino dentro de su propio ejército.”