La Trágica Vida y Muerte de Manuel Capetillo: Un Ícono de la Tauromaquia y el Cine Mexicano

La Trágica Vida y Muerte de Manuel Capetillo: Un Ícono de la Tauromaquia y el Cine Mexicano

Manuel Capetillo.

Un nombre que resuena en las plazas de toros y en las pantallas plateadas de la época de oro del cine mexicano.

Actor, cantante y matador, cautivó al público tanto con su valentía en el ruedo como con su carisma frente a la cámara.

Sin embargo, la vida de este legendario artista estuvo marcada por triunfos, pero también por tragedias que lo llevaron a un final inesperado.

A los 83 años, Manuel Capetillo falleció en Nayarit, dejando un legado lleno de pasión y misterio.

Hoy revelamos la vida trágica y el capítulo final de uno de los íconos más inolvidables de México.

El arte de torear y actuar: Los Capetillo, una dinastía de galantería  vestida de luces | Univision Famosos | Univision

 

Manuel Capetillo nació en una familia jaliciense profundamente arraigada al campo y a las tradiciones del charro.

Desde muy joven, estuvo inmerso en la vida rural, realizando diversas tareas en ganaderías de toros bravos por toda la región.

Fue en esos primeros años cuando aprendió las complejidades de la tauromaquia, el cuidado y manejo de los animales, y la naturaleza cruda e impredecible del toro de Lidia.

Estas experiencias formativas moldearon su comprensión del ruedo y las habilidades que más tarde lo convertirían en uno de los matadores más reconocidos de México.

Impulsado por amigos y compañeros toreros, Capetillo inició su carrera con algunas participaciones como sobresaliente en novilladas corridas con toros jóvenes, donde demostró su talento desde el principio.

Su debut oficial a caballo tuvo lugar el 16 de noviembre de 1947 en la plaza El Progreso de Guadalajara, alternando con Santiago Vega y Luis Solano.

Menos de un año después, el 8 de agosto de 1948, hizo su presentación en la monumental plaza de toros de la Ciudad de México, lidiando toros de la ganadería Matancillas.

Capetillo tomó la alternativa, la ceremonia que marca el ascenso de un novillero a matador, el 24 de diciembre de 1948 en la plaza de Toros Colón de Querétaro.

Su padrino fue el legendario Luis Procuna, con Rafael Rodríguez como testigo.

Demostrando destreza y valentía, cortó una oreja al primer toro de la tarde, Juchiteco, señalando así su llegada como matador de importancia.

Sin embargo, la jornada no estuvo exenta de peligro.

Durante su encuentro final con el sexto toro, Calle Baja, sufrió una cornada en el muslo izquierdo, un recordatorio contundente de los riesgos inherentes a su profesión.

A partir de estos primeros triunfos y pruebas, Manuel Capetillo inició una carrera que entrelazaría coraje, arte y una profunda conexión con la herencia taurina de México.

Consolidó rápidamente su estatus como una estrella en ascenso dentro del mundo taurino, confirmando su alternativa en la plaza monumental de la Ciudad de México el 23 de enero de 1949.

Esa tarde, Capetillo cortó el rabo del sexto toro, Avellano, un logro notable que anunció su entrada al círculo de los matadores de élite de México.

Tres años más tarde, llevó su talento al otro lado del Atlántico, confirmando su alternativa en la prestigiosa plaza de Las Ventas en Madrid el 15 de enero de 1952.

Allí, Paco Muñoz fungió como padrino y Antonio Ordóñez como testigo.

Esa tarde, volvió a demostrar su valía cortando una oreja, ganándose el reconocimiento del público español y consolidando su prestigio internacional.

Toreros Mexicanos: MANUEL CAPETILLO (HIJO)

 

Capetillo es ampliamente considerado uno de los mejores toreros nacidos en Jalisco, junto a leyendas como José González, “Carnicerito de México”, y José Ortiz, “el Orfebre Tapatío”.

Su entrada al toreo profesional coincidió con un periodo especialmente trágico para la tauromaquia, marcado por las muertes de varios novilleros y matadores célebres.

En medio de este panorama, Capetillo surgió como un faro de esperanza, formando un trío conocido como “Los Tres Mosqueteros de la Tauromaquia Mexicana”, junto a Rafael Rodríguez y Jesús Córdoba.

Su estilo se caracterizaba por pases largos y envolventes, una serenidad imperturbable y un toque artístico que cautivaba al público.

Los cronistas taurinos de la época lo elogiaban con apodos como “el muletero tridimensional” y “el mejor muletero del mundo”, reflejando tanto su habilidad técnica como la elegancia teatral que aportaba al ruedo.

Uno de los momentos más celebrados de su carrera tuvo lugar en marzo de 1963 durante la llamada “corrida del siglo” en Guadalajara, donde compartió el ruedo con otros grandes toreros.

Aquel día, Capetillo cortó dos orejas, consolidando su reputación como uno de los máximos exponentes del toreo mexicano.

Sin embargo, la carrera de un torero siempre está marcada por el peligro.

A lo largo de su trayectoria, Capetillo sufrió 12 cornadas, siendo la más grave en 1959, cuando un toro le propinó una cornada en el pecho.

A pesar de las adversidades, Capetillo continuó su carrera, mostrando una resiliencia admirable.

En 1968, ofreció lo que se consideraba su corrida de despedida, enfrentándose en solitario a seis toros.

Sin embargo, su pasión por el ruedo lo llevó a regresar en varias ocasiones más, incluyendo una memorable actuación en 1981 donde compartió el ruedo con sus hijos, transmitiendo su legado a la siguiente generación.

En 1953, Manuel Capetillo se tomó una pausa temporal de los ruedos para explorar su talento como cantante de música ranchera.

Sin embargo, el llamado del toro resultó irresistible y regresó a los ruedos, compaginando ambas pasiones a lo largo de su carrera.

Durante la década de 1960, Capetillo comenzó a actuar en películas rancheras, un género popular que celebraba la música y la cultura de México.

Aunque algunos críticos argumentaban que su incursión en el cine distraía de su carrera taurina, muchos deportistas y toreros eran reclutados por directores de cine, generando ganancias económicas y aumentando la asistencia a las corridas.

Capetillo hizo su debut cinematográfico en “Contigo a la distancia” en 1954 y continuó actuando durante casi cinco décadas, con su última aparición en “Las plebes de Sinaloa” en 2000.

Su carrera actoral se extendió a la televisión, donde apareció en varias telenovelas, siendo la última en “El nombre del amor” en 2008, demostrando su perdurable presencia en el entretenimiento mexicano.

Nuestra Fe en Vivo—Manuel Capetillo • 13 | Junio | 2011

 

Manuel Capetillo falleció a los 83 años el 5 de mayo de 2009, mientras visitaba a su cuñada en Chacala, Nayarit.

Su muerte marcó el fin de una era, dejando atrás un legado extraordinario que unió la tauromaquia, el cine y el patrimonio cultural mexicano.

Fue el patriarca de una dinastía taurina, asegurando que el apellido Capetillo permaneciera ligado al arte del toreo.

Sus hijos, Guillermo y Manuel Capetillo de Flores, siguieron sus pasos en la tauromaquia, mientras que Eduardo Capetillo se convirtió en un reconocido cantante y actor.

Cada uno de ellos ha contribuido a mantener vivo el legado familiar, mostrando que el arte y la pasión por la tauromaquia son valores que perduran en la familia Capetillo.

El legado de Manuel Capetillo vive no solo a través de sus logros en la tauromaquia y el cine, sino también mediante las carreras de sus hijos, quienes continúan la pasión familiar por el arte y la expresión.

Desde la adrenalina del ruedo hasta las brillantes luces de la televisión y la música, el nombre Capetillo sigue siendo un símbolo de talento, dedicación y resistencia.

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