🎤 “SÍ, FUE VERÓNICA CASTRO”: Adolfo Ángel lo admite todo a los 61 años y el mundo queda en shock
Adolfo Ángel Alba, más conocido como el Temerario Mayor, no solo ha sido el alma de uno de los grupos más icónicos del regional mexicano, sino también un personaje envuelto en misterio, pasión y silencios que
ahora, con el paso de los años, empieza a romper.
Con 61 años y una vida marcada por éxitos, aplausos, y letras que han hecho llorar a generaciones, el músico decidió finalmente hablar… y lo que dijo dejó a todos boquiabiertos: “Sí, Verónica Castro fue más que
una colega”.
Así comienza el nuevo capítulo de una historia que muchos sospechaban pero nadie había confirmado.
Durante décadas se habló de una conexión especial entre el compositor de “Tu infame engaño” y la reina de la televisión mexicana.
Rumores, encuentros, colaboraciones, miradas cómplices…pero nunca una admisión clara.
Hasta ahora.
Adolfo Ángel confirmó que su vínculo con Verónica no fue solo profesional.
Lo que comenzó como una colaboración musical se convirtió en una historia de amor que, aunque breve, fue tan intensa como sus canciones más desgarradoras.
El romance nació a inicios de los años 90, cuando Los Temerarios llegaron al programa “La Movida”, conducido por Verónica Castro.
Fue un encuentro electrizante.
Él, músico introvertido pero apasionado.
Ella, una estrella consagrada, con un corazón golpeado por amores fallidos.
Lo que siguió fue una química indiscutible que rápidamente se transformó en una relación.
Verónica, quien buscaba incursionar en el género grupero, encontró en Adolfo no solo al productor ideal, sino también a un hombre que entendía el dolor detrás de sus risas televisivas.
Adolfo, acostumbrado a componer sobre el amor imposible, encontró a su musa.
Sus apariciones juntos comenzaron a multiplicarse.
Portadas de revistas, presentaciones públicas, colaboraciones en estudios.
Pero también comenzaron los problemas.
Adolfo, marcado por una fama de galán melancólico, no era el hombre más estable emocionalmente.
Y Verónica, con una vida sentimental ya marcada por desilusiones, no estaba dispuesta a tolerar medias verdades.
Las discusiones eran cada vez más frecuentes.
El silencio, cada vez más prolongado.
Hasta que un día, sin previo aviso, se separaron.
No hubo comunicado, ni lágrimas frente a las cámaras.
Simplemente, desaparecieron el uno del otro.
Pero Verónica no fue la única.
Alexandra Rosaldo también ocupa un capítulo importante en el libro sentimental de Adolfo.
Se conocieron en los 90 en el mítico bar Bulldog.
Ella, joven, audaz, en pleno ascenso.
Él, ya una leyenda.
La atracción fue inmediata.
Y el romance, inevitable.
Durante más de un año vivieron una relación intensa que terminó de forma abrupta.
Alexandra descubrió por una revista que Adolfo tenía otra relación paralela, esta vez con la actriz Shantal Andere.
Fue un golpe que la marcó profundamente.
“No hubo despedida.
Solo silencio”, declaró años después.
Sin embargo, con el tiempo, también confesó que no guarda rencor y que Adolfo fue una gran persona.
Otra cicatriz, otra canción no escrita.
Shantal Andere, por su parte, negó tajantemente haber sido la tercera en discordia.
Pero las fotos, los rumores y las coincidencias temporales siempre mantuvieron viva la sospecha.
La actriz, hija de la leyenda Jacqueline Andere, nunca quiso profundizar en ese episodio.
Y Adolfo, fiel a su estilo, tampoco.
Y cuando parecía que su vida amorosa seguiría marcada por el caos y los escándalos, apareció Gabriela Guillén Gilino.
Una mujer desconocida, sin historial mediático, sin luces ni alfombras rojas.
Era todo lo contrario a las anteriores.
Y precisamente eso fue lo que conquistó a Adolfo.
Se conocieron en Monterrey, en una reunión privada.
Gabriela lo trató como a cualquier otro, sin buscar fama ni aplausos.
Fue un amor que nació lejos de los focos y que parecía destinado a durar para siempre.
Se casaron en 2003, se mudaron a San Antonio, Texas, y tuvieron un hijo.
Adolfo se alejó de los escenarios, se convirtió en padre de tiempo completo y construyó una vida tranquila.
Pero como en muchas de sus letras, el amor perfecto también tuvo fecha de caducidad.
Para 2010 ya estaban separados.
En 2012, el divorcio se hizo oficial.
Las razones no se conocen del todo, pero muchos apuntan nuevamente a los viejos fantasmas de Adolfo: la infidelidad y su dificultad para sostener relaciones estables.
Aun así, habló con respeto sobre Gabriela.
“Es la madre de mi hijo.
Siempre la amaré”, dijo en una entrevista.
Ella, por su parte, nunca vendió su historia, no dio entrevistas, no buscó protagonismo.
Se mudó a Miami y desapareció del ojo público, ganándose el respeto incluso de los seguidores más acérrimos del grupo.
A sus 61 años, Adolfo Ángel ha dejado de ser solo el compositor de baladas tristes.
Su vida misma se ha convertido en una gran balada: con estrofas de amor, estribillos de traición y puentes de redención.
La confesión sobre Verónica Castro solo fue la chispa que encendió una historia que merecía ser contada completa.
Porque detrás del artista melancólico, está el hombre de carne y hueso que ha amado, ha fallado, ha llorado… y ha seguido componiendo.
Hoy, con la separación definitiva de Los Temerarios, Adolfo cierra una etapa.
Tal vez también está cerrando capítulos personales.
Tal vez busca redención.
O tal vez, por fin, está listo para contar su verdad.
Lo que es seguro es que su legado ya está escrito.
Y cada canción que alguna vez escuchamos con el corazón roto, ahora tiene un rostro, una historia, una confesión.
Porque cuando el Temerario Mayor habló, el mundo escuchó.
Y no volverá a ser igual.