Manuel Ibáñez Martínez, conocido popularmente como “El Flaco Ibáñez”, es uno de los actores y comediantes más emblemáticos de México.
![]()
Su historia de vida está marcada por una infancia difícil, una carrera llena de altibajos y una vida personal llena de secretos y experiencias que pocos conocen.
Desde sus humildes comienzos en Acatlán, Oaxaca, hasta convertirse en una figura respetada en la industria del entretenimiento, su trayectoria refleja la lucha constante por superarse y mantenerse firme frente a las adversidades.
Nacido el 17 de octubre de 1946, Manuel fue el menor y único varón de cuatro hermanos.
Su madre se dedicaba al hogar y su padre era jornalero, pero nunca llegó a conocerlo, ya que sus padres se separaron poco después de su nacimiento.
La vida de Manuel estuvo marcada por la pobreza y la necesidad desde muy joven.
Fue criado en la casa de unos tíos en la Ciudad de México, en barrios peligrosos como la Guerrero y Buenos Aires, donde tuvo una infancia marcada por las peleas en las calles, las pandillas y las dificultades económicas.
Desde pequeño, Manuel tuvo que trabajar para ayudar a su familia.
Relata que en secundaria se escapaba de clases para jugar carambola, apostaba y ganaba dinero, incluso empeñaba sus libros en el Villar.
Su talento para hacer dinero en actividades no siempre lícitas fue una constante en su vida temprana, lo que le permitió sobrevivir en un entorno hostil y peligroso.
La ausencia de su padre fue suplida por su tío Domingo, quien fue una figura paterna que le brindó cariño y apoyo en momentos difíciles.

A los 14 años, Manuel conoció las drogas y las sustancias prohibidas, en un contexto donde la pobreza y la violencia eran comunes.
Probó su primera copita de alcohol a los años y, con el tiempo, se volvió dependiente de estas sustancias.
La adicción fue una puerta a otros problemas más peligrosos, como el consumo de drogas duras y la participación en actividades ilícitas en los barrios más peligrosos de la Ciudad de México.
Durante sus años de juventud, Manuel también se relacionó con personajes del bajo mundo, incluyendo ladrones, pandilleros y figuras del crimen organizado.
Relata que en una ocasión, en una tienda en la calle Nicaragua, un ladrón dejó su bicicleta y se fue a beber, solo para que le robaran la bicicleta minutos después.
Estas experiencias marcaron su percepción del mundo y su vida futura.
En 1968, la muerte de su madre a causa de cáncer fue un golpe devastador para Manuel.
La pérdida de sus seres queridos profundizó su tristeza y su sensación de vacío.
A partir de ese momento, su vida se convirtió en una montaña rusa de emociones, excesos y decisiones difíciles.
La muerte de su madre fue un punto de inflexión, pero también un impulso para seguir adelante y buscar un destino diferente.

A pesar de no haber pensado en ser actor desde niño, el destino lo llevó por ese camino.
En sus primeros años en la universidad, estudiaba arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Sin embargo, su verdadera pasión surgió cuando un amigo le recomendó participar en un concurso de poesía oral, en el que impresionó por su memoria y talento para recitar textos de Rosario Castellanos.
Esto le abrió las puertas al mundo del teatro y la actuación.
Su primer acercamiento formal al arte dramático fue en el Instituto Nacional de Bellas Artes, donde empezó a tomar clases y a relacionarse con actores y actrices importantes.
Su talento y carisma lo llevaron a participar en teatro universitario y posteriormente en cine y televisión.
Su debut en la pantalla grande fue en la cinta “Quizás simplemente regale una rosa” en 1975, y desde entonces participó en más de 150 películas, destacando en géneros como el cine de sexicomedias, comedias y telenovelas.
Durante los años 80 y 90, Manuel “El Flaco” Ibáñez se convirtió en uno de los actores más prolíficos del cine mexicano.
Participó en películas icónicas como “El rey de las ficheras”, “La chica del alacrán de oro” y “El reformatorio de señoritas”.
Su rostro se volvió conocido en todos los hogares mexicanos, gracias a su participación en comedias de temática adulta y películas de gran éxito en taquilla.

Su estilo de vida en esa época estuvo marcado por excesos, consumo de bebidas alcohólicas y drogas, y una vida nocturna agitada.
Relata que en sus años de mayor auge, participaba en fiestas que duraban días, rodeado de personajes del crimen y la farándula, en un ambiente de desenfreno y libertinaje.
Sin embargo, también confiesa que en su interior siempre hubo un deseo de cambiar y dejar atrás esa vida.
A lo largo de los años, Manuel enfrentó varias crisis personales y de salud.
La adicción y los excesos lo llevaron a una profunda reflexión, y logró salir adelante con la ayuda de su familia y el apoyo de su pareja actual, Jacqueline, con quien se casó en varias ocasiones y con quien procreó dos hijas, Tania y Daniela.
La recuperación fue un proceso largo y doloroso, pero fundamental para seguir en la lucha.
En 2005, debutó como escritor en la serie de televisión “Vecinos”, y posteriormente participó en otros proyectos en Argentina y México.
A los 77 años, anunció que planeaba retirarse del mundo del espectáculo, no por motivos de salud, sino por la necesidad de cerrar un ciclo en su vida y dedicarse a su familia y a su bienestar personal.
Uno de los aspectos más polémicos de su vida fue su relación con figuras del crimen organizado y personajes del bajo mundo.
Ibáñez relata que en varias ocasiones fue invitado a fiestas y eventos donde había presencia de delincuentes y personajes peligrosos.
En una de esas experiencias, un jefe del narcotráfico lo obligó a acompañarlo a una fiesta, y en otra, fue amenazado por hombres armados que le pidieron que colaborara con ellos en actividades ilícitas.

A pesar de estos encuentros peligrosos, Manuel siempre supo mantener una postura de respeto y cautela, evitando involucrarse en delitos o problemas mayores.
Sin embargo, admite que esas vivencias marcaron profundamente su percepción del mundo y le enseñaron a valorar la vida y la libertad.
Hoy en día, Manuel “El Flaco” Ibáñez es considerado un ícono del cine mexicano, un sobreviviente que ha enfrentado las peores adversidades y ha salido adelante con dignidad.
Su historia refleja la dureza de la vida en los barrios marginales, la tentación de los excesos y la fuerza del espíritu para superarse.
Su confesión sobre sus vivencias, sus relaciones peligrosas y sus luchas internas nos invita a reflexionar sobre la complejidad del ser humano, la importancia de la redención y el valor de la familia y la honestidad.
Aunque su vida ha sido un recorrido lleno de altibajos, su ejemplo de perseverancia y autenticidad lo convierten en una figura admirada y respetada en la historia del cine y la cultura mexicana.