La vida de Isabel Pantoja cambió por completo en octubre de 2024, dejó Cádiz, donde ha pasado algunos de los momentos más importantes, para mudarse a la capital.
Extraña es la semana en la que no tenemos noticias de la familia Pantoja. Y más extraño aún es no saber nada de la propia Isabel Pantoja, algo que, en realidad, tiene un gran mérito, sobre todo teniendo en cuenta que ella evita no solo a la prensa, sino también a la sociedad en general. Ver a la tonadillera es casi una misión imposible, y no por casualidad: toma todas las medidas necesarias —sean las que sean— para evitar ser vista, incluso ahora que vive en Madrid.
Isabel Pantojase mudó a la capital supuestamente por trabajo. Algunos decían que para gestionar todo lo relacionado con la serie y el documental sobre su vida, un proyecto firmado con Mediacrest Entertainment tras una negociación que se alargó bastante en el tiempo.
Eligió su casa siguiendo un criterio indispensable: la privacidad total. Buscaba una zona inaccesible para reporteros, fotógrafos y hasta para los fans. Por eso se decantó por La Finca, una de las urbanizaciones más exclusivas de Pozuelo de Alarcón (localidad madrileña), donde el acceso está restringido a vecinos y personas autorizadas.
Parece estar muy cómoda allí, porque, según ha podido confirmar ABC, prácticamente nadie —más allá de su hermano y el personal de servicio, que tampoco es mucho— entra en su casa de forma habitual. Y ella, apenas sale. Tiene jardín y es allí donde pasea y toma refrescos los días de buen tiempo, pero sus salidas fuera de casa son contadas.
De hecho, desde que vive en Madrid, es habitual que pasen tres o cuatro días sin que abandone su residencia para absolutamente nada: ni para comprar, ni para trabajar, ni para reunirse con nadie, ni en el plano profesional ni en el personal.
En muchas ocasiones pasa días sin poner un pie fuera de su vivienda. Como mucho, algún paseo o una compra dentro de la propia urbanización, pero poco más.
Y aunque pueda parecer un estilo de vida al que está acostumbrada —pues durante años apenas salió de Cantora, la finca de Medina Sidonia que heredó de su difunto marido, Paquirri—, en realidad no es lo mismo.
Desde que salió de prisión en marzo de 2016, permaneció allí durante años, pero Cantora es una finca de 500 hectáreas con una casa de dos mil metros cuadrados. No salir de allí no implicaba aislamiento: podía no ver a nadie más allá de su hermano o los trabajadores, sí, pero en ningún caso estaba encerrada. En Madrid, por mucho que tenga jardín, es una situación muy distinta.
Durante ese tiempo en Cantora, además, Isabel tenía el firme propósito de cuidar a su madre, que falleció en septiembre de 2021. Pero ahora su situación le permitiría moverse más… si quisiera.
En los últimos meses se ha hablado mucho de su deseo de acercarse a sus hijos, sobre todo a su hija, que está a punto de dar a luz al que será su quinto nieto. Sin embargo, Isa Pantoja se mantiene firme en que no quiere volver a involucrar a su madre en su vida, ya que no puede confiar en que esa relación se mantenga de forma estable. Kiko, por su parte, no se ha pronunciado, aunque desde hace años parece tener claro que su núcleo es su mujer, Irene Rosales, y sus tres hijos. Nadie más.
Entre los hermanos ha habido un pequeño acercamiento: un abrazo en el hospital de Canarias, cuando ambos fueron a apoyar a su prima Anabel Pantoja. Pero siguen sin mantener contacto en el día a día, y ella misma ha dicho que prefiere que así sea.
Sin duda, una situación familiar atípica y probablemente dolorosa para todos. Sobre ella se ha opinado largo y tendido, y hay posturas para todos los gustos: quienes creen que Isabel debería acercarse a sus hijos, quienes creen que deberían ser ellos, e incluso quienes opinan que, por separado, están mejor.
Y aun así, más allá de cualquier postura, sigue resultando extraño que Isabel Pantoja no tenga más ganas de salir y disfrutar. Sobre todo después de haber dado un giro de ciento ochenta grados a su vida al dejar Cádiz y mudarse a Madrid.