💔 ¡La verdad DUELE! Don Francisco, ícono de la TV, vive una realidad solitaria y desgarradora
Mario Kreutzberger, mejor conocido como Don Francisco, es uno de los nombres más poderosos y respetados de la historia de la televisión hispana.
Durante más de cinco décadas, su programa “Sábado Gigante” se convirtió en una institución, un ritual semanal para millones de familias en América Latina y Estados Unidos.
Su estilo inconfundible, su energía y su capacidad para conectar con todo tipo de públicos lo convirtieron en una leyenda viva del entretenimiento.
Pero ese brillo que parecía eterno comenzó a apagarse… y hoy, su vida es otra.
Con más de 80 años, Don Francisco vive lejos del bullicio que alguna vez lo acompañó día y noche.
Aunque muchos creen que disfruta de una jubilación tranquila y llena de lujos, la realidad, según fuentes cercanas, es muy distinta.
Desde que se alejó definitivamente de la televisión en 2021, su vida dio un giro que lo ha enfrentado con una etapa dolorosa: la del olvido.
“Es como si todo lo que hizo ya no importara.
Los nuevos públicos ya no saben quién es, y eso a él le duele”, confesó un exproductor que trabajó con él por más de 20 años.
Según allegados, Mario Kreutzberger pasa la mayor parte de sus días en su casa, rodeado de recuerdos pero con pocas visitas.
Aunque su familia está presente, el ritmo de vida ha bajado drásticamente, y eso ha afectado su ánimo.
Él mismo lo admitió en una entrevista reciente: “Pasas de tener una agenda llena y de repente te das cuenta de que nadie te llama.
La fama es efímera.
Te quieren mientras estás al aire, pero después.
desapareces”.
Sus palabras fueron un golpe directo a una industria que, muchas veces, olvida rápidamente a sus íconos.
La pandemia también tuvo un efecto devastador en su vida.
Encerrado durante meses, alejado de los escenarios, sin contacto con el público ni con sus colegas de años, Don Francisco cayó en una profunda melancolía.
“Tuve mucho tiempo para pensar.
Tal vez demasiado”, declaró en un documental reciente.
A eso se suma la pérdida de varios amigos cercanos del medio artístico, lo que ha hecho que sus días estén marcados por la nostalgia constante.
Aunque intenta mantenerse activo —participando ocasionalmente en entrevistas o apariciones especiales—, ya no es el mismo.
Incluso su voz, aquella que una vez llenó estadios, suena más apagada, más pausada… más triste.
Dicen que pasa horas viendo grabaciones antiguas de “Sábado Gigante”, como si buscara reconectarse con esa versión suya que ya no existe.
El hombre que hacía reír a millones, hoy lucha por encontrar sentido en una rutina silenciosa.
Pero quizás lo más doloroso para él es la sensación de no haber tenido un verdadero final en la televisión.
Muchos fanáticos esperaban un gran homenaje, un cierre épico, una despedida a la altura de su legado.
Sin embargo, eso nunca ocurrió.
El programa terminó sin mayores honores, y con el paso del tiempo, su figura fue perdiendo espacio mediático.
Él lo sabe.
“Pensé que el mundo me recordaría más”, dijo alguna vez, y esa frase aún retumba entre quienes lo admiraron por tanto tiempo.
Aun así, Don Francisco no guarda rencor.
Al contrario, sigue siendo agradecido con la vida, con el público y con su trayectoria.
Pero eso no cambia la realidad: hoy, el ídolo vive una vida mucho más triste, solitaria y silenciosa que la mayoría de sus fanáticos podría imaginar.
Las luces se apagaron, el show terminó… y lo que queda ahora es un hombre enfrentando el paso del tiempo con dignidad, pero también con una profunda tristeza en el alma.
Porque detrás de cada leyenda, hay un ser humano.
Y a veces, ese ser humano también necesita ser recordado, escuchado y abrazado… aunque ya no esté bajo los reflectores.