El homenaje a Miguel Uribe Turbay, ocurrido recientemente en el parque El Golfito, en el barrio Modelia de la localidad de Fontibón, dejó al descubierto detalles que hasta ahora habían pasado desapercibidos.
La visita de su esposa, María Claudia Tarazona, junto a una de sus hijas, reveló la intensidad del dolor y el afecto que aún permanece en la familia del fallecido precandidato del Centro Democrático, víctima de un atentado que conmocionó a todo el país.

Sobre las 9:20 de la mañana del 11 de septiembre, Miguel Uribeño, padre del senador fallecido, arribó al parque acompañado de su esposa, Delia Jaramillo, para participar en la conmemoración de un mes de la trágica pérdida.
En el mismo lugar, se encontraba María Claudia Tarazona, visiblemente emocionada, quien no pudo contener las lágrimas mientras recorría el sitio donde su esposo sufrió el atentado.
La presencia de sus hijas completó un cuadro familiar cargado de simbolismo y afecto, recordando al líder como esposo, padre e hijo.
Una multitud se congregó en el punto exacto donde ocurrió el ataque, y el ambiente estuvo marcado por la solemnidad y la reflexión.
Durante el acto, se escuchó un sentido discurso que resonó no solo entre familiares y amigos, sino también entre los presentes y la ciudadanía que sigue de cerca la vida y legado de Miguel Uribe.

Con la voz quebrada por la emoción, María Claudia expresó:
“Hoy estamos acá, Miguel, Delia, mis hijos y yo, porque queremos reivindicar este lugar.
Que este lugar no sea recordado como el lugar donde atentaron contra Miguel.”
Estas palabras revivieron los momentos previos al atentado.
Se recordó que el 7 de junio, Miguel se despidió de su familia con una frase aparentemente cotidiana: “Nos vemos más tarde, vamos a comer una pizza. ”
Lo que parecía un gesto normal de un día cualquiera, se convirtió en una despedida definitiva que jamás habría sido imaginada por sus seres queridos.
La familia relató con dolor cómo este acto de despedida refleja la vida cotidiana que Miguel compartía con su hijo Alejandro y el resto de la familia, y cómo su ausencia dejó un vacío irreparable.
El homenaje no solo enfatizó la pérdida física, sino también el impacto emocional profundo que sufrió la familia.
Se hizo un llamado a la fe, a la unidad y a la esperanza en medio del dolor, recordando que la violencia y el odio que conmocionaron al país no pueden borrar el legado de quienes trabajan por la seguridad y el bienestar de la sociedad.
La figura de Miguel Uribe Turbay fue presentada como un símbolo de resistencia, honor y compromiso político, especialmente dentro de las filas del Centro Democrático, donde siempre fue reconocido por su dedicación y liderazgo.
Entre los momentos más emotivos del evento, María Claudia y Delia Jaramillo compartieron con los presentes reflexiones sobre la importancia de mantener viva la memoria de Miguel.
Se destacó su amor incondicional por su familia y su pasión por la política, así como su deseo de contribuir al desarrollo y bienestar del país.
El mensaje de la familia fue claro: la memoria de Miguel debe ser un faro que inspire la defensa de la esperanza, la paz y la seguridad en Colombia.
A lo largo del homenaje, los asistentes no solo recordaron la vida y obra de Miguel, sino que también se hicieron presentes gestos de solidaridad hacia su familia, quienes han asumido el desafío de continuar su legado político y personal.
La presencia de María Claudia Tarazona, sus hijas y los padres de Miguel mostró que, a pesar del dolor, la unión familiar sigue siendo un pilar fundamental para sobrellevar la pérdida y honrar la memoria de quien fue un líder destacado.
Finalmente, el homenaje sirvió como recordatorio de que la violencia no debe doblegar la esperanza ni el compromiso con la justicia.
La familia de Miguel Uribe Turbay dejó claro que la memoria del senador no se apagará, y que su legado continuará siendo un ejemplo de valentía, integridad y amor por Colombia.