Durante más de dos décadas, Albert Pujols fue considerado una leyenda viviente del béisbol.
Conocido como “La Máquina”, rompió récords, inspiró a generaciones y dejó una huella imborrable en la historia de la MLB.
Sin embargo, a sus 45 años, el ídolo dominicano decidió romper el silencio y revelar heridas profundas que marcaron su vida personal y profesional, incluyendo cinco nombres de personas a las que jamás perdonará.
José Alberto Pujols Alcántara nació el 16 de enero de 1980 en Santo Domingo, República Dominicana.
Desde muy joven, su vida estuvo marcada por la incertidumbre y la búsqueda de un futuro mejor.
A los 16 años emigró con su familia a Estados Unidos, enfrentando desafíos como el racismo y la barrera del idioma.
El béisbol se convirtió en su refugio y pronto demostró un talento excepcional.
Reclutado por los St. Louis Cardinals en 1999, debutó en la MLB en 2001 y rápidamente se destacó por su promedio de bateo, potencia y visión del juego.
En su carrera acumuló más de 700 jonrones y 3000 hits, fue 10 veces All Star, ganó tres premios MVP y dos Series Mundiales.
Su disciplina y ética lo convirtieron en un modelo a seguir, especialmente en una era plagada de escándalos por dopaje, donde él siempre se mantuvo limpio y crítico con el uso de esteroides.
Casado con Didre desde el 2000, Albert formó una familia con cinco hijos, uno de ellos con síndrome de Down, lo que inspiró la creación de la Pujols Family Foundation, dedicada a ayudar a personas con esta condición y a comunidades empobrecidas en República Dominicana.
Su imagen pública fue siempre la de un hombre serio, reservado y familiar, alejado de polémicas y focos mediáticos innecesarios.
Pero detrás de esa imagen perfecta, Albert Pujols enfrentó conflictos internos y resentimientos.
Su relación con ciertos compañeros, entrenadores, periodistas y familiares se fracturó con el tiempo.
La primera grieta pública surgió con dudas sobre su edad real, algo que en el mundo del béisbol puede afectar contratos y valoraciones.
Aunque nunca se probó nada, la sospecha sembró desconfianza en el vestuario y la prensa.
En 2011, Pujols sorprendió al rechazar la renovación con los Cardinals para firmar con Los Angeles Angels, lo que fue visto como una traición por muchos.
La prensa local y figuras como el periodista Jeff Passan lo criticaron duramente, acusándolo de priorizar el dinero sobre el legado.
Pujols respondió acusando a Passan de manipular la narrativa.
Además, la decepción de su entrenador Tony La Russa y la fría relación con Mark McGwire, implicado en escándalos de dopaje, añadieron tensiones.
En 2013, el exentrenador Jack Clark lo acusó públicamente de uso de esteroides, lo que llevó a Pujols a demandarlo por difamación.
Clark se retractó, pero el daño a la reputación y a su familia quedó marcado para siempre.
El matrimonio entre Albert y Didre fue durante años un ejemplo de estabilidad y fe cristiana.
Juntos criaron a sus hijos y construyeron una fundación benéfica.
Sin embargo, en 2022, tras el anuncio de una cirugía cerebral de Didre, Pujols anunció su divorcio, lo que generó críticas y controversias públicas.
La frialdad con la que se comunicó la separación y los mensajes enigmáticos de Didre en redes sociales evidenciaron un dolor profundo y quizá resentimientos.
En una entrevista exclusiva, Pujols reveló que aunque ha perdonado a muchos, hay cinco personas a las que jamás podrá perdonar.
No mencionó nombres, pero su expresión y tono mostraron un dolor personal profundo.
Este acto de sinceridad rompió con la imagen de deportista imperturbable y mostró al hombre detrás de la leyenda.
Un gesto significativo fue su reencuentro con Tony La Russa en una ceremonia en St. Louis, donde intercambiaron un apretón de manos sin palabras, un silencio que habló más que cualquier discurso.
Albert Pujols colgó su uniforme en 2022 tras una brillante última temporada.
Desde entonces, ha cambiado su enfoque hacia la comunidad y la reconciliación personal.
Inauguró un centro de salud infantil en Santo Domingo en honor a su abuela y ha mostrado una faceta más humana y vulnerable.
Su historia nos recuerda que detrás de cada ídolo hay una vida compleja, con cicatrices invisibles que no se ven en el campo de juego.
La verdadera victoria no está solo en los récords, sino en la capacidad de enfrentar el dolor, buscar la verdad y, cuando sea posible, la redención.
