El mundo del espectáculo peruano se vio envuelto en una turbulenta espiral de dimes y diretes.
La exreina de belleza y figura pública, Laura Spoya, se encontró nuevamente en el centro de una polémica mediática de gran calado.

Esta vez, el escándalo no giraba en torno a una pasarela o a un reality show.
Se trataba de un drama personal con tintes de thriller de farándula, alimentado por insinuaciones de infidelidad y el dolor de una separación compleja.
La chispa que encendió la hoguera fue Brian Rullan, el exesposo de Spoya.
A través de filtraciones y conversaciones difundidas en el programa de Magaly Medina, Rullan dejó entrever la existencia de una relación clandestina entre la modelo y su productor, Abner Robles.
Esta insinuación, lanzada en un momento de vulnerabilidad y resentimiento, forzó a ambas partes a salir a la palestra pública con defensas apasionadas y comunicados cuidadosamente redactados.
El productor de Laura Spoya, Abner Robles, se convirtió en el primer y más vehemente defensor de la inocencia de su jefa y de la naturaleza de su vínculo.
Robles, al pronunciarse en el podcast que comparte con Spoya, se mostró visiblemente afectado por la ligereza con la que se manejaban las especulaciones.
La insinuación de una relación extramatrimonial no solo ponía en tela de juicio la integridad de Laura.
También se había inmiscuido directamente en el ámbito privado de Robles, afectando a su propia familia.
“De hecho que el que se den a entender cosas que no son ciertas en cierto modo a mí también me afecta porque yo también tengo una familia, tengo una esposa, tengo una hija y todo un entorno que también se preocupa por el tema, ¿no?”, declaró el productor, visiblemente consternado.

Este factor, la afectación a terceras personas inocentes, es crucial en el análisis de la polémica.
Robles se vio obligado a desmentir la calumnia con la mayor de las transparencias.
Subrayó que su esposa, Lorena, y Laura Spoya mantienen una relación “increíble”, una camaradería que se extiende a los hijos de ambas familias.
“Lorena se lleva increíble con Laura, se lleva increíble con los chicos”, afirmó.
El productor explicó que la confianza y la notable “química” que existe entre él y Spoya es producto de horas de trabajo diario y de una sinergia profesional.
Esta química, esencial para el éxito del podcast, era lo que los medios malintencionados interpretaban como prueba de una aventura.
Robles fue enfático al dirigirse a la prensa de espectáculos: “no van a encontrar nada, ¿entiendes? Dejen de escarbar”.
Con una mezcla de frustración y firmeza, sentenció que su grupo, al que llamó con ironía “este desastre de grupo que somos”, es lo que se ve en pantalla.
“No hay nada más allá”, aseguró, implorando que los dejaran trabajar en paz.
Esta defensa del productor fue un intento de poner fin al voyeurismo mediático, aunque el resentimiento de Brian Rullan ya había dejado su huella venenosa.
Laura Spoya, por su parte, tuvo que enfrentar la situación en una emisión visiblemente marcada por el dolor.
La exreina de belleza se presentó ante su audiencia con los ojos vidriosos.
“He pasado una noche un poquito rara”, confesó con una vulnerabilidad inusual.
Consciente de la gravedad de las acusaciones de su exesposo, que incluían la tolerancia de Laura hacia bromas pesadas de sus nuevos amigos y una supuesta falta de respeto hacia Rullan, decidió no improvisar.
Spoya leyó un comunicado que, según ella, tardó en escribir hasta las 3 de la mañana para poder articular las “palabras concretas”.
“No puedo fingir demencia”, declaró, marcando una ruptura con la política de silencio que a menudo adoptan las celebridades.
En su extenso pronunciamiento, la presentadora se dedicó a clarificar, sobre todo, la línea temporal de la ruptura.
“Si bien mi separación fue comunicada públicamente en mayo de este año, en septiembre del 2023 informé a mi entonces pareja que la relación había llegado a su fin”, precisó.
Esta fecha, un mes antes del devastador huracán que asoló Acapulco y destruyó los negocios que compartían, es vital.
Al situar el fin de la relación antes del desastre natural y de las publicaciones de Rullan, Spoya busca desvincular su decisión final de cualquier factor externo reciente o de la presunta infidelidad.
La conductora se quebró al mencionar a sus hijos, un momento de genuina emoción que reforzó la seriedad de su mensaje.
Ella insistió en que la ruptura “no estuvo relacionada con terceras personas”.
Este punto, central en la calumnia, fue negado de manera explícita, citando el respeto al bienestar emocional de sus pequeños como la principal razón para mantener en estricta privacidad los motivos reales del quiebre.
Pero la defensa de Spoya fue más allá de la mera negación.
Ella asumió una postura combativa contra la campaña de desprestigio de Rullan.
Dejó claro que no emitiría comentarios negativos sobre el padre de sus hijos, manteniendo una “conducta prudente” en pro de un “entorno estable” para los menores.
Sin embargo, trazó una línea inquebrantable: “no aceptaré calumnias, insinuaciones, ni comentarios que pretendan cuestionar mi integridad como mujer o como madre, ni afirmaciones que involucren injustamente a personas ajenas a esta situación”.
Esta declaración fue una advertencia directa a Rullan y a los medios que se hacían eco de sus palabras.
Spoya articuló el peligro que el escándalo representaba para su estabilidad laboral, un argumento que añade una capa de seriedad a la disputa.

“Este tipo de declaraciones no solo generan daño, sino que afectan directamente mi fuente de trabajo”, explicó.
Al señalar que su labor profesional “es la base que sostiene la estabilidad y el bienestar de mis hijos”, la presentadora elevó la disputa de un chisme de farándula a una amenaza a la seguridad y la economía familiar.
La exposición pública, la especulación y las preguntas insidiosas comprometían de manera seria y directa su entorno emocional y su seguridad.
La modelo, aunque respetuosa con la prensa y consciente de su rol, hizo una inusual y vehemente exigencia: “entienda mi posición porque no brindaré más declaraciones ni participaré en especulaciones que prolonguen ya esta exposición de un asunto personal que para mí ya ha concluido hace mucho tiempo”.
Su mensaje final fue un testimonio de su madurez: “Nunca van a escuchar de mí decir algo malo del papá de mis hijos”.
La intención de preservar la imagen del padre ante sus hijos futuros es un gesto que merece un reconocimiento, incluso en medio de la tormenta.
Spoya cerró su comunicado reafirmando que las calumnias que se le imputaban eran “completamente falsas”.
El relato de Brian Rullan, difundido en forma de conversaciones filtradas, presenta una imagen de la ruptura completamente distinta, una crónica de celos, resentimiento y una profunda sensación de pérdida y traición.
Rullan expresó su “total molestia” hacia los amigos cercanos de la exreina de belleza, señalando supuestas “faltas de respeto” dentro de ese entorno.
Afirmó que Laura se había transformado en una “estrella” que no se acercaba a sus nuevos amigos y que permitía “bromas de Gerardo que ella permite tampoco”.
“Yo no soy un [palabrota] y a mí se respeta y a mi mujer también”, sentenció Rullan, mostrando su frustración por la falta de apoyo de Laura ante las supuestas ofensas de sus nuevos allegados.
El empresario mexicano no dudó en afirmar que la aparición de la madre de sus hijos en el podcast lo había cambiado todo, llevando la relación a un punto sin retorno.
“Desde que ella entró ahí se fue todo a la [palabrota] Peor, ya ni comunicación”, lamentó, sugiriendo que el nuevo proyecto profesional de Laura fue el catalizador de la crisis final.
Rullan citó un doloroso ejemplo de la nueva dinámica, la asistencia de Laura a un concierto de Marc Anthony con Gerardo, un evento que tuvo que “tragarse”, y que él jamás haría tan rápido.
Su frustración se centró en la doble moral que, según él, aplicaba Laura.
Tuvo que tolerar a Laura subiendo cosas con colegas de trabajo y diciéndoles “Te quiero mucho”.
El punto álgido de su queja era la imagen de Abner Robles, el productor, “acostado en la pierna de Lau”, mientras que sus propias publicaciones, como una foto con una amiga con novio, eran inocentes.

“Lo mío no.
Ja.
Se pasaron.
Y lo que hace Abner peor aún”, expresó Rullan, evidenciando que el productor era un foco principal de sus celos y sospechas.
La diferencia entre su círculo social y el de Laura fue otro punto de queja.
Mientras que sus amigos le decían: “Recupera tu familia, lucha por ella”, los amigos de Laura le decían: “Déjalo, no lo necesitas”.
Esta polarización de consejos subraya el conflicto de valores que marcó la ruptura.
Rullan describió la separación como “extremadamente difícil”.
Llegó a confesar que, para poder realizar un viaje con su propio hijo, tuvo que “suplicarle” a Laura para obtener el permiso.
“Se ha vuelto un poquito loca, güey.
Casi no.
Firma, me hizo rogar, se pasó”, lamentó.
Según las propias palabras de Brian, su exesposa se había convertido en alguien irreconocible, una persona “falsa” y “otra mujer”, dominada por el dinero, su madre y sus amigos.
“El dinero, el trabajo no lo es todo y a ella ya la controla el dinero, bro”, sentenció, en uno de los ataques más duros a la imagen de Spoya.
Afirmó que Laura estaba “mal aconsejada”, que la “envenenaron” entre la suegra y los amigos, y que se “volvió una falsa”.
La complejidad de la ruptura, sin embargo, se clarificó dramáticamente con una revelación que desvió el foco de la supuesta infidelidad hacia un motivo mucho más profundo y mundano.
Magaly Medina, la “Urraca” de la televisión peruana, sorprendió al público al revelar el contenido de una conversación privada y “off the record” que tuvo con Laura Spoya antes de la separación.
En esa conversación, Laura le confesó a Magaly la verdadera razón de su agotamiento.
“Ella me dijo: ‘A mí personalmente, me cansé de tratar de sacarlo a él adelante'”, reveló Medina, soltando una bomba que redefinió todo el escándalo.
La frase, directa y cargada de hartazgo, apuntaba a un problema económico y de roles dentro de la pareja.
“Ya me cansé de ser yo la única, el motor y la que trabaje, la que chambee, la que se mate trayendo la plata a la casa.
Ya me cansé”, citó Magaly.

Esta revelación pone en perspectiva todas las acusaciones de Brian Rullan.
Su enfado por la supuesta “falsedad” de Laura, por el control del “dinero” y por su enfoque en el “trabajo”, se explica ahora como una reacción defensiva ante la percepción de que él no estaba a la altura de las expectativas económicas y profesionales de su esposa.
El verdadero conflicto no era la infidelidad.
Era el desequilibrio financiero y la carga de ser el único “motor” de la familia.
El análisis periodístico de esta crisis revela un choque entre el resentimiento por la pérdida de estatus y la necesidad de autonomía profesional.
La revelación de Magaly Medina actúa como la pieza que faltaba en el rompecabezas, transformando la narrativa de un drama de celos en una crónica sobre el empoderamiento femenino y la toxicidad de los roles de género.
Laura Spoya, al parecer, se cansó del peso de ser la proveedora principal, una situación que, según su entorno y sus palabras filtradas, la llevó a una reevaluación total de su relación.
El que Rullan se quejara de que Laura ya no era la mujer que conocía, y que estaba “controlada por el dinero”, no era más que su frustración ante una mujer que estaba tomando las riendas de su vida y de su economía, una mujer que se negaba a seguir siendo la única “chambeando” para sostener a su pareja.
El escándalo de la presunta infidelidad, con el productor Abner Robles como supuesto amante, fue una cortina de humo emocional, una distracción lanzada por Rullan para ocultar un problema mucho más profundo de índole económica y de autoestima masculina.
Laura, con su apariencia frágil y sus ojos vidriosos al principio de su comunicado, demostró la presión emocional a la que estaba sometida, pero su mensaje final fue de fortaleza y determinación.
Ella se centró en la integridad como madre y en la protección de su fuente de trabajo, la base que garantiza la estabilidad de sus hijos.
Su defensa de su profesionalismo es, en sí misma, la respuesta a la acusación de Rullan sobre el control del dinero.
Para Spoya, el dinero es la herramienta de la estabilidad.
Para Rullan, es el elemento que le quitó a su “Laurita” y la transformó en una “falsa”.
La prudencia de Laura al no hablar mal del padre de sus hijos es admirable, pero la revelación de la tercera persona, la verdadera “tercera persona” en la relación, fue la fatiga laboral y el desequilibrio de la carga económica.
El público, ahora con todos los detalles sobre la mesa, puede juzgar el escándalo con una visión más clara.
El productor Abner Robles, que fue víctima de la calumnia, resultó ser un amigo leal, mientras que Brian Rullan, el esposo abandonado, queda expuesto como la parte que no pudo o no quiso seguir el ritmo de la mujer con la que se había casado.
La historia de Laura Spoya es una crónica moderna de la ruptura, una donde el éxito profesional de la mujer se convierte en el factor decisivo para el divorcio.
La exigencia de la presentadora de que la dejen trabajar en paz es la exigencia de una madre que sabe que su estabilidad económica es su máxima prioridad, una prioridad que ella ya no estaba dispuesta a cargar en solitario.
El drama de la supuesta infidelidad se ha desinflado, dejando al descubierto la cruda realidad del fracaso financiero y el resentimiento personal.
El tiempo, como siempre, se encargará de aclarar todos los detalles de esta compleja separación.
Pero por ahora, la verdad parece residir en una frase dolorosa y honesta: “Me cansé de tratar de sacarlo a él adelante”.
Esta es la única insinuación que, a diferencia de las demás, parece ser completamente cierta.
Y con esa verdad, Laura Spoya ha logrado, finalmente, tomar el control de su narrativa y de su vida.