Popeye, uno de los sicarios más notorios del narcotráfico colombiano y mano derecha de Pablo Escobar, dejó una huella imborrable en la historia del crimen organizado.
En su última confesión, reveló detalles escalofriantes sobre su vida, sus crímenes y su relación con el infame narcotraficante.
Esta confesión no solo revela la brutalidad de su pasado, sino también un proceso de reflexión y arrepentimiento que culminó en su vida posterior.

En sus propias palabras, Popeye describió cómo llegó a ser uno de los hombres más poderosos en el cartel de Medellín.
Afirmó que, aunque no era narcotraficante, acumuló una fortuna significativa gracias a su papel como sicario.
Habló de haber acumulado tres millones de dólares en propiedades y dos millones en efectivo, aunque también gastó mucho en mantener a su grupo de asesinos y en la guerra que libraba por orden de Escobar.
“Mi satisfacción no era solo el dinero, sino ver a Pablo Escobar contento”, confesó.
Esto revela la profunda lealtad que sentía hacia Escobar, al punto de que sus crímenes eran considerados como un acto de amor hacia su patrón.
Sin embargo, esta lealtad lo llevó a cometer atrocidades, incluyendo el asesinato de figuras prominentes como el procurador de la República de Colombia.
Popeye también habló sobre cómo él y otros sicarios crearon una cultura de violencia en Medellín.
Al principio, se resistían a matar a mujeres, pero eventualmente esa barrera fue derribada.
“Se volvió normal matar mujeres”, dijo, reflejando la desensibilización que sufrían en un entorno de constante violencia.
Su vida estaba marcada por la adrenalina y la guerra, donde no había espacio para la celebración de fechas importantes.

“Un asesino profesional no tiene domingo, Día del Padre o Navidad”, explicó.
Esta vida de constante peligro y violencia lo llevó a un estado de felicidad distorsionada, donde el crimen se convirtió en su única realidad.
Uno de los momentos más impactantes de su confesión fue cuando habló sobre el asesinato de su propia esposa, Wendy Chavarri.
Ella había sido mujer de Pablo Escobar y, según Popeye, estaba traicionándolo.
Este acto de traición personal resalta la brutalidad del mundo en el que vivía.
Sin embargo, a pesar de su papel como asesino, Popeye comenzó a experimentar un cambio interno.
Durante su tiempo en prisión, aceptó recibir tratamiento psicológico y comenzó a reflexionar sobre su vida.
“Ser un asesino no es normal”, admitió, reconociendo que había vivido en un estado de negación sobre la naturaleza de sus acciones.
En su confesión, Popeye también habló sobre su relación con Dios y cómo buscaba el perdón por sus crímenes.
“Dios siempre perdona”, dijo, enfatizando su devoción a la Virgen y la importancia de la espiritualidad en su vida.
A pesar de su pasado violento, se mostró optimista sobre la posibilidad de redención.

“Cuando uno se arrepiente de corazón, Dios lo perdona”, afirmó.
Este cambio de perspectiva es notable, ya que muestra que, a pesar de sus crímenes, Popeye buscaba un camino hacia la redención y la paz interior.
Popeye utilizó su plataforma para enviar un mensaje a los jóvenes, advirtiéndoles sobre los peligros del crimen.
“El crimen no paga”, enfatizó, instando a las nuevas generaciones a buscar caminos legales y evitar caer en el narcotráfico.
Hizo un llamado a la educación y al deporte como alternativas para construir un futuro mejor.
“Los jóvenes deben enfocarse en el estudio y el deporte, no en el crimen”, dijo.
Esta exhortación es un intento de redirigir la narrativa de su vida hacia un mensaje de esperanza y cambio.
La confesión de Popeye es un relato impactante que revela la complejidad de su vida como sicario y su búsqueda de redención.
A través de su historia, se vislumbra la posibilidad de cambio incluso en las circunstancias más oscuras.
Su vida es un recordatorio de que, aunque el camino del crimen puede parecer atractivo, las consecuencias son devastadoras y duraderas.
Popeye dejó un legado de violencia, pero su arrepentimiento y su deseo de redención ofrecen una visión de esperanza para aquellos que buscan un camino diferente.
Su historia es un testimonio de que, incluso en medio de la oscuridad, siempre hay una luz que puede guiar hacia la paz y el perdón.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.