Laura Branigan fue una de las voces más emblemáticas de la década de los 80, cuyo talento y carisma la llevaron a la cima de las listas musicales internacionales.
Con temas inolvidables como “Gloria” y “Self Control”, su nombre quedó grabado para siempre en la historia de la música pop.

Sin embargo, detrás de su éxito artístico, Laura enfrentó desafíos personales y profesionales que marcaron su vida y carrera.
Este artículo recorre su trayectoria, su impacto musical y el triste final que sorprendió a sus fans en 2004.
Laura Branigan comenzó su carrera en el mundo del espectáculo tras varios años de formación en la Academia de Artes Escénicas de Manhattan.
Sus primeros pasos no fueron fáciles; apareció en producciones de Broadway y participó en un espectáculo off-Broadway dedicado a Janis Joplin.
También formó parte del coro en una gira europea del cantante Leonard Cohen durante los años 70, experiencias que le sirvieron para pulir su talento vocal y escénico.
El verdadero despegue de su carrera llegó a principios de los años 80, cuando lanzó su primer disco homónimo en 1982, que incluía la icónica canción “Gloria”.
Esta canción no solo alcanzó el número uno en múltiples países, sino que se mantuvo por 36 semanas en lo más alto de las listas de éxitos.
“Gloria” se convirtió en un himno de verano por su ritmo contagioso, su melodía vibrante y la poderosa voz de Laura, que combinaba fuerza y dulzura de manera única.

La canción “Gloria” fue originalmente compuesta por el italiano Humberto Tozzi junto a Giancarlo Bigazzi.
Tozzi, un reconocido artista en Italia desde los años 70, buscaba actualizar el pop italiano influenciado por grandes como Donna Summer y Giorgio Moroder.
La versión en inglés, popularizada por Laura Branigan, tuvo un éxito arrollador gracias a la producción de Greg Madison y Jack White, y a los arreglos orquestales de la Filarmónica de Mónaco, que aportaron un toque sofisticado al tema.
El impacto de “Gloria” fue tal que se convirtió en un clásico atemporal, presente en múltiples generaciones y revivido en diferentes contextos, como en bandas sonoras de videojuegos emblemáticos ambientados en los años 80, tales como Grand Theft Auto Vice City.
Gracias a esta canción, Laura Branigan se consolidó como una estrella internacional y dejó una huella imborrable en la música pop.
Aunque los años 80 fueron la cúspide de su carrera, la década siguiente no fue tan favorable para Laura.
En los 90, enfrentó varios desafíos, tanto personales como profesionales.
Su álbum “Over My Heart” lanzado en 1993 no tuvo el éxito esperado, y la competencia con nuevas estrellas como Madonna y los grupos de jóvenes que dominaban la escena hizo que Laura se retirara parcialmente de los escenarios.
El golpe más duro llegó con la pérdida de su esposo Lawrence, diagnosticado con cáncer terminal.
Laura se alejó del mundo artístico para dedicarse a cuidar de él durante sus últimos años, lo que afectó su carrera y su vida personal profundamente.
A pesar de la tristeza, su espíritu artístico nunca desapareció y en el nuevo milenio regresó a los estudios para grabar y lanzar compilaciones de sus grandes éxitos.
En 2002, Laura lanzó “Essentials”, una compilación remasterizada de sus temas más populares, que fue muy bien recibida por sus fans.
Ese mismo año, participó en el musical de Broadway “Love Janis”, un homenaje a Janis Joplin, donde destacó por su calidad vocal y carisma escénico.
Su voz de cuatro octavas seguía siendo poderosa y emotiva, capaz de conectar profundamente con su audiencia.
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Durante sus últimos años, Laura trabajó en nuevos proyectos musicales y en la producción de un álbum de material original.
Su hermano Mark Branigan contó que, poco antes de su fallecimiento, Laura había sufrido fuertes dolores de cabeza, pero no buscó atención médica, pensando que sería algo pasajero.
El 26 de agosto de 2004, Laura Branigan falleció a los 52 años debido a un aneurisma cerebral mientras dormía en su casa en Long Island, Nueva York.
La tragedia fue un duro golpe para sus familiares, amigos y millones de fans alrededor del mundo.
Curiosamente, su padre y su abuelo paterno también habían muerto por la misma causa, un destino trágico que marcó a la familia Branigan.
La familia decidió mantener las honras fúnebres en privado y solicitó que en lugar de coronas de flores se hicieran donaciones a Project Angel Food, una organización que ayuda a personas con VIH en dificultades económicas, reflejando así el compromiso social y humano que Laura siempre mostró.
Laura Branigan no solo fue reconocida por su voz y talento, sino también por su calidez humana y su sentido del humor.
A pesar de su fama y su presencia escénica imponente, quienes la conocieron la describen como una persona tímida, sencilla y con un gran corazón.

Participó activamente en causas benéficas, apoyó orfanatos en África y se comprometió con la lucha contra el sida.
Su legado musical continúa vivo gracias a sus fans, quienes organizan reuniones conmemorativas anuales llamadas “Spirit of Love” para honrar su memoria y celebrar su arte.
Estas reuniones se llevan a cabo en la casa donde vivió junto a su madre en Long Island, y reúnen a seguidores de todas las edades que mantienen viva la pasión por su música.
Laura Branigan fue una cantante única, con un estilo inconfundible y una capacidad vocal impresionante.
Su voz poderosa y emotiva dejó una marca indeleble en la música pop y en los corazones de quienes la escucharon.
Canciones como “Gloria” y “Self Control” no solo definieron una época, sino que siguen siendo himnos que trascienden generaciones.
Su talento, su pasión por la música y su entrega en cada interpretación hicieron que sus fans sintieran que ella cantaba solo para ellos.
A través de sus canciones, Laura logró conectar con las emociones más profundas, tocando vidas y dejando un legado que perdurará para siempre.

La historia de Laura Branigan es la de una artista que alcanzó la gloria gracias a su voz inconfundible y su carisma, pero que también supo enfrentar las adversidades con valentía y dignidad.
Su música sigue siendo un faro para nuevas generaciones y su vida un ejemplo de pasión y entrega.
Aunque su partida fue prematura, su legado artístico y humano continúa inspirando a millones.
Laura Branigan no solo fue una estrella de los 80, sino una voz eterna que nunca dejará de brillar en el firmamento musical mundial.
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