Juan Gabriel, el Divo de Juárez, no solo fue un ícono de la música mexicana por su talento y carisma inigualables, sino también por su generosidad artística.
A lo largo de su vida, escribió más de mil canciones, muchas de las cuales decidió regalar a sus amigos más cercanos, artistas que marcaron la historia de la música en español.

Cada tema que ofreció no fue una simple composición, sino un gesto cargado de significado, amistad y emociones compartidas.
Estas son diez de las canciones más memorables que Juan Gabriel regaló, junto con las historias y sentimientos que inspiraron cada una.
La primera es “Luna”, una de las piezas más entrañables que dedicó a su gran amiga Ana Gabriel.
La amistad entre ambos trascendió los escenarios, convirtiéndose en un vínculo profundo y sincero.
La historia cuenta que una noche, antes de un concierto en Nuevo México, Juan Gabriel le tomó la mano y le prometió que si algún día la vida los separaba, bastaría con mirar la luna para sentirse cerca.
De esa conversación nació una de las canciones más hermosas de su repertorio.
Años después, durante un homenaje al Divo, Ana Gabriel se arrodilló ante él en señal de respeto, y él, con su característica humildad, hizo lo mismo.
“Luna” quedó como símbolo eterno de una amistad que iluminó la música latinoamericana.
El segundo tema es “Gracias a Dios”, que Thalía interpretó con enorme éxito en los años noventa.
Muchos desconocen que fue Juan Gabriel quien la compuso especialmente para ella, luego de una serie de intercambios de correos electrónicos donde el cantautor le ofrecía consejos sobre su carrera.
Originalmente, la canción fue usada en la telenovela Luz y sombra, pero años más tarde Thalía la incluyó en su álbum Éxtasis.
Aunque nunca volvieron a colaborar directamente, el cariño entre ambos permaneció intacto, y Thalía llegó a rendirle tributo cantando Amor eterno tras su fallecimiento.

Otra joya es “Mentira”, que Juan Gabriel escribió para el debut discográfico de Luis Miguel en 1982.
El Divo deseaba que el joven cantante alcanzara el mismo éxito que él había logrado con Noa Noa, y por eso ambas canciones comparten un ritmo alegre y contagioso.
Aunque Mentira no se convirtió en un gran éxito comercial, la colaboración fortaleció una relación de respeto y admiración mutua.
Años más tarde, Juan Gabriel participó indirectamente en el video de La media vuelta de Luis Miguel, ayudando incluso a reunir al elenco que acompañó al “Sol de México” en aquella memorable producción.
El cuarto regalo musical fue “Costumbres”, interpretada por Rocío Dúrcal, su musa más emblemática.
La canción, incluida en su álbum de 1984, reflejaba los altibajos de su relación artística y personal.
Aunque ambos vivieron momentos de distanciamiento debido a diferencias profesionales, Costumbres capturó el lazo emocional que los unía.
La letra —“la costumbre es más fuerte que el amor”— se convirtió en una frase célebre, símbolo de la conexión profunda entre dos almas que se entendían mejor a través de la música que con palabras.
A Rocío la siguió Isabel Pantoja, para quien escribió “Así fue”, una de las baladas más apasionadas del repertorio latino.
Juan Gabriel la compuso como una declaración de amor, pidiéndole simbólicamente que dejara atrás el recuerdo de su difunto esposo, Francisco Rivera, para construir una nueva historia con él.
Isabel, con honestidad, rechazó la propuesta sentimental, pero la canción se convirtió en un himno que marcó sus carreras y su vida.
Años después, la cantante confesó su arrepentimiento por no haber aceptado el amor del Divo: “Muchas veces me he arrepentido de no haberlo hecho”.

Otra composición inmortal fue “De mí enamórate”, que Daniela Romo convirtió en un éxito absoluto en 1986.
La actriz y cantante quedó fascinada al escuchar la melodía en el cuaderno de Juan Gabriel, donde guardaba cientos de letras inéditas.
Ella le rogó que se la cediera para usarla como tema principal de la telenovela El camino secreto, y el resultado fue un triunfo rotundo.
Décadas más tarde, artistas como Marc Anthony y Tito Nieves reinterpretarían el tema, demostrando el alcance universal de la inspiración del Divo.
En 1978, Juan Gabriel escribió “Lo pasado, pasado” para José José, en un momento en que el “Príncipe de la canción” vivía una aparente luna de miel con su esposa Anel.
Durante una visita a su casa en el Pedregal, el Divo le entregó un papel con la letra y le dijo: “Pido un aplauso para el amor que a mí ha llegado”.
La canción no solo se convirtió en un himno de superación amorosa, sino también en una muestra del afecto que Juan Gabriel sentía por su colega, a quien consideraba uno de los mejores intérpretes de México.
El octavo tema es “La diferencia”, que compuso para Vicente Fernández.
Aunque en apariencia es una canción de desamor, su trasfondo refleja la difícil relación que ambos artistas mantuvieron.
Durante años, Fernández se negó a grabar temas de Juan Gabriel por prejuicios personales.
Cuando finalmente aceptó interpretar Se me olvidó otra vez, el éxito fue tan grande que su rivalidad se transformó en respeto.
La diferencia fue, en cierto modo, una respuesta elegante y poética de Juan Gabriel a los malentendidos que los separaron.

También está “Estoy pensando en ti”, que Lucía Méndez incluyó en su álbum debut.
La actriz y el cantautor eran compadres y confidentes, y se decía que la canción estaba inspirada en una relación amorosa secreta que ella mantenía con el actor Valentín Trujillo.
Juan Gabriel, siempre cercano a sus amigos, fue su consejero y confidente en medio de ese triángulo amoroso que dio de qué hablar en los años setenta.
Por último, está “Mañana, mañana”, que Juan Gabriel regaló a Cristian Castro, su ahijado de comunión.
El tema había sido grabado por Libertad Lamarque en 1975 y luego por Estela Núñez, pero fue la versión de Cristian en 1994 la que alcanzó el número uno en la lista Billboard Latin Pop Songs.
Con esta canción, el Divo demostró una vez más su generosidad artística, ofreciendo a las nuevas generaciones la oportunidad de brillar con su talento.
En total, más de mil composiciones llevan la huella de Juan Gabriel, quien escribió para casi todos los grandes intérpretes de la industria latina.
Su legado va más allá de los escenarios y de la fama: fue un creador que supo compartir lo mejor de sí mismo con aquellos que amaba.
Cada canción que regaló es una historia de afecto, gratitud y arte, un testimonio de que su espíritu sigue vivo en cada nota que se escucha, recordándonos que los verdaderos amigos —como las melodías de Juan Gabriel— son eternos.